La portada de la revista BusinessWeek tras el paso de la tormenta tropical Sandy es rotunda. "Es el calentamiento global, estúpido". Como viene haciendo estos días el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, su patrón, espera que los efectos de la tempestad sirvan para persuadir a los ciudadanos estadounidenses sobre el denominado cambio climático. En boca del gobernador Andrew Cuomo, no es el momento de quedarse sentados con los brazos cruzados, pensando que no volverá a pasar. Es un espaldarazo a la candidatura de Barack Obama y al compromiso del presidente por lograr implantar en EE UU una estrategía de energías renovables también como fuente para crear nuevos empleos cualificados y bien remunerados, los conocidos como green jobs.
El lenguaje de los dirigentes políticos, como recuerda el Council on Foreign Relations, choca sin embargo con una realidad en un país adicto al combustible fósil: el coste. Los conocidos como "empleos verdes" costarán unos 5.400 millones de dólares este ejercicio al contribuyente en forma de beneficios fiscales para las compañías del sector, según datos del comité conjunto sobre Fiscalidad. A esta cantidad hay que sumar 6.700 millones en garantías a las energías renovables recogidos en el plan de estímulos adoptado en 2009 para hacer frente a la crisis. Eso, cruzando con los 252.000 empleados en la industria, equivale a 29.000 dólares por puesto de trabajo, cantidad que se eleva a 47.000 en el sector de la energía eólica. Los subsidios al carbón, el petróleo y el gas ascienden a 2.700 millones. Emplea a 1,4 millones de personas, lo que reduce el coste para el contribuyente a 1.900 dólares por empleado, 15 veces menos.
El cambio de percepción puede ayudar mucho a definir las prioridades y movilizar los recursos para hacer frente a este reto que cada vez se ve menos como una causa de un color político determinado. El 67% de los estadounidenses, según una encuestra de Pew Research, opina que hay pruebas de que el calentamiento del planeta es una realidad. Es 10 puntos más alto que en 2009. Entre los conservadores, el 48% lo ve así, frente al 35% hace tres años. Sandy habrá elevado aún más esa percepción, como hizo Irene y antes el huracán Katrina. Incrementos similares se vieron en las causas, que se atribuye en un 42% a la actividad humana. Números que, como concluye la revista, pone en evidencia a los que se niegan a adoptar una acción. Lo que deben decidir los gobernantes y el contribuyente es cuánto quiere invertir en este proyecto a largo plazo.
Por: Sandro Pozzi| 05 de noviembre de 2012
Por: Sandro Pozzi| 05 de noviembre de 2012
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