Rafael Narbona (Madrid, 1963) es uno de los pensadores políticos más críticos con la realidad del Estado español. Descendiente de una familia burguesa “republicana e intelectual”, algo “raro” en el Toledo y la Córdoba del siglo pasado, las ciudades de donde procede su familia, adquirió de su padre el gusto por la literatura y las letras. “Lamentablemente no le pude conocer mucho porque murió cuando yo tenía nueve años”, afirma Narbona sobre su progenitor, del que heredó nombre y apellido, además del gusto por el saber. “Él fue antifranquista y participó en los primeros intentos de reactivar las estructuras democráticas en la clandestinidad durante los años 60″. Licenciado en Filosofía, Narbona impartió clases en la Comunidad de Madrid hasta que las amenazas de unos skinheads le obligaron a retirarse anticipadamente. Ahora dedica su tiempo a escribir reseñas literarias para El Cultural de El Mundo y a llenar de ideas el blog www.rafaelnarbona.es, donde aborda el tema que ocupará a Negra Tinta esta semana: la radicalización de la derecha española y el consecuente aumento del racismo en nuestras fronteras. Durante una hora, conversamos con Rafael Narbona sobre cómo frenar la pérdida de libertades en nuestro país, pasando irremediablemente por los Balcanes, Estados Unidos o Cuba.
–¿Por qué odias a España?
–Porque nací en 1963 y me tocó vivir la Transición. España es un concepto que asocio al Franquismo, los Borbones; jamás reconoceré la bandera rojigualda como legítima y representativa. España ha tenido tantos conflictos con las nacionalidades históricas… Creo que la convivencia se normalizaría si fuera posible que Catalunya, el País Vasco o incluso Galicia pudieran replantear su situación con el Estado: estoy a favor del derecho de autodeterminación. Pero sobre todo odio a España porque ya no simboliza a todas las personas que viven en España. La retórica patriotera de la ‘marca España’ representa a la ultraderecha. Odiar quizás es una palabra excesiva, más bien es un juego literario [Narbona escribió un artículo titulado '¿Por qué odio tanto a España?'], pero no me inspira ninguna simpatía ni confianza.
–El país donde uno nace no se elige, ¿pero se puede cambiar?
–Sí. Tanto en el País Vasco como en Catalunya existe un porcentaje importante de la población que no quiere ser española. Nos dijeron que con la Unión Europea íbamos a ser más libres y prósperos y se ha demostrado todo lo contrario. Creo que cuanto más pequeños sean los estados más posibilidades tienen para conservar su soberanía. Con EE UU lanzando una triple ofensiva en Siria, Ucrania y Venezuela vamos a un escenario tipo 1984, una especie de mundo unipolar. Si no acabamos en esa situación es porque Rusia tiene más de 2.000 ojivas nucleares y China unas 240. Sí es cierto que la autodeterminación, lejos de ser una reivindicación provinciana, vuelve a ser una opción real para que los ciudadanos puedan elegir libremente su futuro y su destino.
–¿Existe una derecha democrática en España?
–Podría ser el PSOE. España firmó el pacto fiscal en 2012, que establece el compromiso de que de cara a 2020 la deuda se va a reducir a un 60% del PIB y la inflación se va a contener hasta el 3%. Para conseguir esto hace falta un recorte de 400.000 millones de euros. Eso equivale a cinco veces el gasto anual en Sanidad. ¿De dónde va a salir ese dinero que va a estrangular aún más a la economía, el consumo y que va a provocar más deflación? Eso va a ocurrir gobierne quien gobierne. Si lo hace el PSOE, es cierto que el matrimonio homosexual no va a ser un problema, que la mujer va a poder abortar en los casos que contempla la ley, que la policía no actuará quizás con tanta brutalidad… Las normas económicas no las deciden los partidos, lo hace la Troika. No sé cómo no se conoce más este tratado europeo de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza, que ha sido tan dañino como el de Maastricht, que significó que España se convertía en una economía de monocultivo –construcción y turismo– renunciando a su tejido industrial. Este tratado ataca a nuestras instituciones democráticas: si un Ayuntamiento o una Comunidad Autónoma no cumplen con el objetivo del déficit, aunque lo hagan por haber aumentado el gasto social, pueden ser disueltos. Han convertido la política en una camisa de fuerza. Mientras no salgamos del euro seremos una colonia de la banca alemana.
–¿La perversión del lenguaje pasa por vender la ultraderecha como centroderecha (PP), el centroderecha como izquierda (PSOE) y el centroizquierda como izquierda radical (Izquierda Unida)?
–Esa perversión está a todos los niveles. Todos los disidentes son terroristas. En la época de González ya existía el GAL y en mi época de estudiante de Filosofía, en los 80, vi unas cargas policiales de los ‘maderos’ con más brutalidad que las actuales. Había tortura, era un método habitual, y se creó la guerra sucia. Los papeles del CESID también pasaban por Juan Carlos de Borbón, así que el Rey también lo sabía. La diferencia es que entonces había más libertad de expresión.
–¿En qué momento un político deja de ser demócrata?
–Cuando permite las torturas, los malos tratos policiales. Lo que ha hecho Jorge Fernández Díaz después de lo sucedido el 22-M. Yo estaba allí y la carga de los antidisturbios fue brutal. El ministro felicitó a los antidisturbios pese a que los detenidos se habían pasado 35 horas sin beber agua ni poder ir al baño en las comisarías. Respecto a lo que les ha pasado a los internatuas [Operación Araña], la veintena de detenidos, algunos conocidos míos, ni son terroristas ni pertenecen a ninguna organización violenta. Estoy convencido de que muchos de los comentarios forman parte de un montaje policial. Cuando uno tiene 50 años y ha vivido el Franquismo y la Transición, y empieza a pensar que pueden llamar a tu puerta… Ya no se puede hablar de democracia.
–En cambio, alzar el brazo derecho, posar con una bandera preconstitucional y subir la foto al Facebook o al Twitter es una chiquillada.
–En las redes sociales la extrema derecha insulta y amenaza con total impunidad. Pilar Manjón [presidenta de la Asociación de Víctimas del 11-M] ha presentado ante la Fiscalía acusaciones por amenazas y burlas y la Audiencia Nacional se ha negado a abrir una investigación. En Internet se pide la muerte de catalanes y vascos. Yo he recibido infinidad de insultos y amenazas de muerte.
–¿La ultraderecha se filtró poco a poco en las instituciones democráticas o no llegó a abandonar el poder?
–No salió. Los mandos de la Guardia Civil y el Ejército eran los mismos en los 70 y en los 80. Cuando [los GRAPO] secuestraron a Oriol y a Villaescusa [exministro y general franquistas], el ministro Martín-Villa llamó al comisario Conesa, un famoso torturador. Fue quien resolvió el caso, utilizando la tortura. La Transición fue una broma porque aseguró la impunidad de los responsables de un genocidio. Hay 150.000 personas en fosas clandestinas y el 80% de los restos no se podrían ya identificar por el paso del tiempo. Las oligarquías económicas conservaron así su poder. La familia Ybarra [propietaria del BBVA] prestó un palacio y un barco en Sevilla para convertirlos en cárceles durante la Guerra Civil. Ahora son los propietarios del ABC.
–Ahora que hablas de propietarios de periódicos, un día antes de que los sublevados entrasen en Barcelona, La Vanguardia, ahora el medio más afín a CiU, pasó a denominarse La Vanguardia Española por voluntad de los Godó, la misma familia que sigue poseyendo el diario.
–¡No lo sabía! Que la Transición fue un fraude, esa percepción generalizada, es muy reciente. Pero había voces que lo advertían. Uno de ellos era Vicenç Navarro, socialdemócrata, una especie de Chomsky en versión catalana. Él lleva diciendo que ni a nivel político ni económico la Transición fue un puente a la democracia. Tuvo que venir una crisis descomunal para que esa línea de pensamiento haya sido aceptada.
–¿Qué supondría para España salir del euro?
–Inicialmente, tendría consecuencias adversas. Crearíamos una moneda nueva, habría que devaluarla y es posible que la inflación se disparara y el paro no mejorara. Argentina rompió la paridad con el dólar, Indonesia hizo lo mismo, y dos o tres años después estaban creciendo. El momento inicial es traumático, de shock. Podría haber también un corralito, pero la experiencia es la argentina. Cuando los Kirschner hicieron una auditoría sobre la deuda, se negaron a pagar una parte y compraron parte de la deuda devaluada, el país vivió unos años de renacer económico. La catástrofe no es salir del euro, es continuar igual. No sería fácil y sencillo. Pasan además cosas muy raras: cuando se destapó el escándalo de Strauss-Kahn, que era presidente del FMI, se estaba negociando la creación de una moneda internacional de reserva alternativa para sustituir al dólar. También se quería acabar con los petrodólares, conseguir que se pudiera comprar crudo con euros, al contrario de lo que acordó Nixon con el rey Faisal. Un escándalo sexual destroza a un político, salvo que seas Berlusconi. Gadafi era quien iba a poner el oro necesario para la reserva de esta nueva moneda: cuando los rebeldes libios tomaron el control del Estado lo primero que hicieron fue poner esas reservas de oro a disposición de EE UU. Esas cosas no salen en los periódicos: tampoco se dice que la Reserva Federal estadounidense la dominan los bancos y no el Gobierno. Kennedy se opuso a eso y hay quien señala esa como una de las causas de su asesinato..
–¿Podemos representa una revolución a la islandesa?
–Juan Carlos Monedero, que es unos años más joven que yo, era además vecino de mi barrio y estudiamos la EGB en el mismo colegio –en la calle Ferraz–, aunque no llegamos a conocernos. Trabajaba como chico de los recados desde bien pequeño de la tienda de comestibles que tenían sus padres y no entendía por qué los porteros de las fincas, que eran clase obrera como él, le trataban como un auténtico parásito. Me parece una persona honesta y fiable. A Pablo Iglesias no le conozco, pero no sabemos muy bien a dónde va Podemos.
–¿Por qué?
–No plantea ni salir del euro ni de la UE. Hablé con Willy Toledo, que también les apoya, y me dijo que nunca había visto un partido con menos confianza en su líder. Toledo me comentó que Pablo Iglesias no quería fotografiarse con él, por la imagen que transmite Willy. La clave es no cumplir el pacto fiscal. Mientras sigamos en Europa… Podemos tiene miedo a comprometerse: no apoyó de manera clara las marchas de la dignidad. No es valiente, no está claro lo que hay detrás. No me parece una opción revolucionaria, es reformista levemente. Le hace falta más radicalismo en cuestiones sociales y económicas.
–Revolución es palabra tabú.
–Ni siquiera puedes fantasear con la revolución porque Gallardón, a través de Torres-Dulce, el fiscal general del Estado, y de los magistrados de la Audiencia Nacional, se encarga de perseguirte. Han dejado en libertad a Billy el Niño [sobrenombre de Antonio González Pacheco] y el comisario [Jesús] Muñecas y han metido en prisión a Fernando Sota, un hombre de 40 años de Navarra que ha puesto en Internet una foto de dos etarras que tienen que ser liberados al haberse anulado la doctrina Parot. Solo le han condenado a un año, pero tiene que cumplir la condena. Le acusan de terrorista. En cambio, dos personas que han toturado, uno de ellos participó además en el 23-F, se van tan tranquilos por la puerta del juzgado. Este país no parece democrático, parece más bien fascista.
Las leyes de Gallardón persiguen a todos los ciudadanos. Pedir una comisión de la verdad que esclareciera los crímenes de ambos bandos en Euskadi y que pidiera a las dos partes una disculpa oficial se considera casi delito por terrorismo. En el mundo anglosajón se tortura, pero hay más tolerancia con la libertad de expresión. Tengo un blog y ya me planteo si el siguiente detenido voy a ser yo. Vivimos en un país en el que se acaban los subsidios y en Cáritas escasean las reservas de alimentos.
–¿Los españoles merecemos todo lo que nos pase?
–Por supuesto que no, pero vivimos en un país que ha estado 40 años secuestrado por las Fuerzas Armadas. La Guardia Civil tendría que haberse disuelto. Conservamos el Valle de los Caídos. ¿Hay mayor apología del terrorismo? El abuelo de mi mujer pasó años en un campo de concentración por tener fama de anarquista. Sufrió malos tratos y ni siquiera militaba. Fue andando de Madrid a Jaén y pesaba 45 kilos –midiendo 1,75 metros– cuando llegó. ¿Cómo se siente mi mujer cuando ve el Valle de los Caídos? ¿Por qué se moviliza la Audiencia Nacional para conseguir que el delito de lesa humanidad no se aplique en España? Hay españoles como [José] Couso o Carmelo Soria, un diplomático español asesinado en Chile, a los que no se les recuerda. ¿Es así como defienden a los españoles? ¿Qué clase de patriotismo venden? Los crímenes contra la humanidad nunca prescriben y aquí se obvió el derecho internacional cuando se sacaron la Ley de Amnistía en la Transición. Esto es una pantomina, “una trágica mojiganga”, como dijo Valleinclán. Cada vez menos gente se lo cree. Ocupamos el puesto 64 en independencia judicial. Gallardón y sus lacayos están lanzando un mensaje claro a través de la represión en la red: “El siguiente podrías ser tú”. Cuando ocurre eso pasas a vivir en un Estado totalitario.
19-Mayo-2014
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