Práctica de béisbol en el condado de Montgomery (Maryland). Los funcionarios del condado de Montgomery compraron cuatro drones en 2014 para probar qué uso podrían tener para la policía y los bomberos. Foto: Tomas Van Houtryve.
Estos días aún tenemos oportunidad de contemplar en el Arts Santa Mònica de Barcelona Blue Sky Days, una excepcional muestra de este verano en el marco del Festival de Fotografía Documental DOCfield15. La serie, creada por Tomas van Houtryve, está avalada por multitud de premios internacionales.
El proyecto explora el potencial de los drones como tecnología de vigilancia y su impacto en la sociedad actual. Las fotografías, los textos y el audiovisual que componen la muestra poseen claras intenciones críticas centradas en el uso nada ético que se potencia en tareas de defensa en nombre de la seguridad. La formación en Filosofía del autor le lleva a recapacitar e intentar comprender cómo es posible vivir de espaldas al terror que acecha a distancia a millones de personas.
La muestra nos pone rápidamente en situación, al explicarnos por qué se llama Blue Sky Days:
“En octubre de 2012, un dron mató a una mujer de 67 años que recolectaba okra frente a su casa en el noroeste de Pakistán. En una sesión informativa celebrada en Washington DC en 2013, el nieto de 13 años de la mujer, Zubair Rehman, que también resultó herido durante el ataque, habló con un grupo de cinco legisladores. “Ya no me gustan los cielos azules”, dijo. “De hecho, ahora prefiero los cielos grises. Los drones no vuelan cuando el cielo está gris.
(…) También sobrevolé con mi cámara escenarios en los que los drones se usan por motivos menos letales, como prisiones, campos petrolíferos o la frontera entre EE UU y México. Las imágenes capturadas desde la perspectiva del dron entablan una conversación sobre la naturaleza cambiante de nuestras nociones de vigilancia, privacidad y guerra”.
Gente que hace ejercicio en el centro de Filadelfia (Pennsylvania).
Como un alto funcionario anónimo del Gobierno de EE. UU. dijo a The New York Times en mayo de 2012, para la CIA «tres personas haciendo saltos de tijera» eran una prueba suficiente de un campo de entrenamiento de terroristas (una alusión a las políticas por las que las personas no identificadas en el extranjero que muestran comportamientos llamados distintivos son objetivo de «ataques distintivos»). Foto: Tomas Van Houtryve
Con un pequeño dron comprado en Amazon, y adaptado para desarrollar el proyecto, Van Houtryve viajó por todo Estados Unidos para fotografiar acontecimientos exactos a los que se han convertido en el objetivo de los ataques aéreos de las fuerzas armadas de ese país. Su objetivo era plasmar bodas, funerales y/o gente que reza o hace ejercicio desde la misma perspectiva con la que los servicios militares y de inteligencia avistan desde hace años amplias zonas de Somalia, Afganistán o Pakistán. Organizaciones como The Bureau of Investigative Journalism y las aplicaciones Dronestre.am y Metadata, desarrolladas por el activista Josh Begley estiman en más de 620 los ataques realizados hasta finales de agosto de 2015, ataques que han causado más de 2.010 muertos, entre los que se encuentran más de 1.275 civiles y cientos de heridos. Todas estas incursiones a distancia son tan aparentemente limpias y asépticas que no forman parte de la iconografía antibelicista. Lo que no vemos, no existe. Por eso es importante crear conciencia entre los espectadores: Blue Skye Days nos identifica con cualquiera de las personas retratadas. Cualquiera puede sentir cómo la intimidad puede ser violada impunemente. Parques, carreteras…, cualquier espacio público puede ser el espacio desde el que se recopilen datos sobre objetivos de dudosa peligrosidad.
Vehículo de la Policía Fronteriza de EE. UU. en el condado de San Diego (California).
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos utiliza drones Predator desde 2005. Una demanda presentada en 2012 en virtud de la Ley de Libertad de Información reveló que la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza prestó su flota de drones a otras entidades del gobierno (entre las que se incluyen la Administración para el Control de Drogas, el FBI, los Rangers de Texas y departamentos de policía locales) casi 700 veces entre 2010 y 2012. Foto: Tomas Van Houtryve.
Su punto de vista refleja la esencia de Llega un grito a través del cielo: Drones, vigilancia de masas y guerras invisibles, exhibición desarrollada en LABoral Centro de Arte de Gijón a finales de 2015, y que ya recogimos en El Asombrario. En ella se abordaba “el impacto y el terror generados por los conflictos armados en los que se emplean drones, abordando además la ambigüedad ética y legal de los vehículos aéreos no tripulados (VANT)”. Creadores como James Bridle, Martha Rosler, Alicia Framis o Lot Amorós criticaban en ella el distanciamiento de la sociedad civil ante los conflictos contemporáneos gracias a la utilización de tecnología y las metodologías militares punteras.
por Paloma G. Díaz
01.09.2015
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