"Visto lo visto, conviene no solo pensar en cómo saldremos de la crisis: hay que tratar de anticipar en qué nos convertiremos. Y un ámbito de interés es en qué puede acabar convirtiéndose España en términos de estructura social. Para abordar el tema empezaré hablando muy simplificadamente de las clases que componen la estructura social (sin ser particularmente preciso en el uso de los términos), de las necesidades de una sociedad como sistema (conservación e innovación), de cómo han operado los actores de la estructura social española y, por último, del pronóstico de qué tipo de estructura social podemos acabar teniendo.
De manera resumida, para no acabar escribiendo un tratado sobre la estructura social, y procurando evitar hablar desde mi perspectiva ideológica, nuestra sociedad puede analizarse en términos, al menos, de élites, clases medias y clases subalternas.
Las élites pueden ser completamente autoseleccionadas (y perpetuadas a lo largo del tiempo) o renovarse en función de una movilidad social ascendente (y descendente). Pueden también desarrollar su gestión orientándose a la obtención del beneficio propio y de los suyos, o actuar desde la perspectiva del bien común (siendo conscientes de una natural tendencia a confundir el beneficio propio con el colectivo, sin embargo existen ejemplos de élites no corruptas y preocupadas por el mejor desempeño posible del sistema que gestionaban). Y pueden, o no, ser fiscalizadas (transparencia, justicia y medios de comunicación independientes,...).
Las clases subalternas pueden tener sus herramientas de defensa y presión (sindicatos -que en ocasiones dan lugar a las "élites obreras"-, medios de comunicación propios o al menos mínimamente afines, y partidos políticos con al menos cierta sensibilidad de clase), o encontrarse desestructuradas y sin capacidad de influir de manera colectiva.
Las clases medias (con su habitual fragmentación e inestabilidad: según su relación de dependencia con el Estado, su capital intelectual vs patrimonial..., que les llevará a adoptar actitudes más o menos conservadores, liberales, progresistas..., o incluso alianzas con las clases subalternas), en una sociedad que permite la movilidad social ascendente, son las que en mayor medida permiten insertar innovación en el sistema, frente a la tendencia naturalmente conservadora de las élites y a los límites que el menor capital, cultural y patrimonial, impone a las clases subalternas.
A nivel de sistema, una sociedad tiene dos objetivos: integración como generadora de cohesión (condición de supervivencia) e innovación (para responder a las condiciones cambiantes del entorno)
Algunas claves de una sociedad integradora moderna son, además de un sistema político representativo, contar con unos medios de comunicación que reconozcan y recirculen los discursos e intereses de todas las clases, unos mínimos servicios sociales que favorezcan la integración (sanidad y educación al menos), herramientas de defensa de los propios intereses en manos de todos los actores (partidos, sindicatos, asociaciones,..), y un respeto a las condiciones del juego (control de los poderes públicos, ausencia de corrupción, legislación estable,...). Y para, además de integradora, resultar mínimamente dinámica y competitiva en un entorno globalizado, debe dejar espacio a la innovación y permitir la movilidad social (reconfigurar las élites y permitir el acceso a las clases medias de las clases subalternas generación a generación).
Si esto es así, ¿de dónde venimos en términos de estructura social en España? Tuvimos una oportunidad gracias al contexto peculiar de los 70´s del flanco sur de la OTAN de convertirnos en una sociedad integrada e integradora. La hemos desaprovechado. Excepto unas pocas excepciones, claramente hemos tenido unas élites ineptas y/o irresponsables y/o corruptas ("el mejor país para hacerse rico" según Solchaga, que solo han "supurado" a los suyos cuando han resultado demasiado evidentes o amenazaban sus propios equilibrios: véase Mario Conde o Jesús Gil), preocupadas por hacer todo lo posible por mantenerse y enriquecerse (nepotismo explícito, o indirecto vía modelo educativo, capitalismo de amigos,...), con un sistema político estancado, una ausencia de renovación de los discursos (como bien señala ese feliz hallazgo terminológico que es "la Cultura de la Transición"), unos medios de comunicación que han sido incapaces de expresar cualquier tipo de disenso (de ETA responsable del 11M mientras los medios internacionales hablaban del terrorismo islámica, hasta la total complacencia de la prensa económica con la burbuja inmobiliaria), unas clases medias acomodadas tratando de diferenciarse en lo que podían de las clases subalternas por la vía de la posesión y el consumo, ignorantes de la cada vez más débil situación de España en los mercados globalizados, y unos líderes de la más potente herramienta de las clases subalternas, los sindicatos, en una dinámica de confort y pacto (por más que, pese a todo, haya sido la izquierda social y política la única que viniese señalando las debilidades del modelo socioeconómico), por no hablar del peso de la inmigración como "facilitador" de la mejora de las condiciones de vida de las clases subalternas nativas.
Las consecuencias ya son sabidas en términos de crisis económica. Pero en términos de estructura social, ¿hacia dónde vamos? Pues, o lo evitamos, o aún a peor: las élites no tienen intención de corregirse (distribuyendo su responsabilidad en el "hemos vivido por encima de...", dañando aún la representatividad política, buscando "consensos" e insistiendo en la necesidad de "mirar adelante"), clases subalternas desestructuradas (pérdida de relevancia del factor trabajo -por el paro, las condiciones laborales,...., y por los ataques a los sindicatos) y, dentro de las clases medias, las más dinámicas, las mejor formadas, las que más capacidad tenían para renovar discursos, modelo productivo, ..., van a emigrar. De no remediarlo, nos acercamos a un modelo de estructura social que se asemeja al de las sociedades coloniales: dependencia del exterior, caciques en lugar de élites, clases medias pedigüeñas de lo que el Estado o el capitalismo de amigos pueda aún ofrecer, tejido productivo desarbolado y clases subalternas siempre amenazadas de exclusión social. Marruecos, quizás, pero sin ni siquiera su tibia promesa de futuro. Un modelo social escasamente integrador y que, además, dificulta cualquier capacidad de innovación endógena. El panorama de la crisis es desalentador: mirar más allá quizás aún da más miedo".
Felipe Romero | 02 de agosto de 2012
http://blogs.elpais.com/
De manera resumida, para no acabar escribiendo un tratado sobre la estructura social, y procurando evitar hablar desde mi perspectiva ideológica, nuestra sociedad puede analizarse en términos, al menos, de élites, clases medias y clases subalternas.
Las élites pueden ser completamente autoseleccionadas (y perpetuadas a lo largo del tiempo) o renovarse en función de una movilidad social ascendente (y descendente). Pueden también desarrollar su gestión orientándose a la obtención del beneficio propio y de los suyos, o actuar desde la perspectiva del bien común (siendo conscientes de una natural tendencia a confundir el beneficio propio con el colectivo, sin embargo existen ejemplos de élites no corruptas y preocupadas por el mejor desempeño posible del sistema que gestionaban). Y pueden, o no, ser fiscalizadas (transparencia, justicia y medios de comunicación independientes,...).
Las clases subalternas pueden tener sus herramientas de defensa y presión (sindicatos -que en ocasiones dan lugar a las "élites obreras"-, medios de comunicación propios o al menos mínimamente afines, y partidos políticos con al menos cierta sensibilidad de clase), o encontrarse desestructuradas y sin capacidad de influir de manera colectiva.
Las clases medias (con su habitual fragmentación e inestabilidad: según su relación de dependencia con el Estado, su capital intelectual vs patrimonial..., que les llevará a adoptar actitudes más o menos conservadores, liberales, progresistas..., o incluso alianzas con las clases subalternas), en una sociedad que permite la movilidad social ascendente, son las que en mayor medida permiten insertar innovación en el sistema, frente a la tendencia naturalmente conservadora de las élites y a los límites que el menor capital, cultural y patrimonial, impone a las clases subalternas.
A nivel de sistema, una sociedad tiene dos objetivos: integración como generadora de cohesión (condición de supervivencia) e innovación (para responder a las condiciones cambiantes del entorno)
Algunas claves de una sociedad integradora moderna son, además de un sistema político representativo, contar con unos medios de comunicación que reconozcan y recirculen los discursos e intereses de todas las clases, unos mínimos servicios sociales que favorezcan la integración (sanidad y educación al menos), herramientas de defensa de los propios intereses en manos de todos los actores (partidos, sindicatos, asociaciones,..), y un respeto a las condiciones del juego (control de los poderes públicos, ausencia de corrupción, legislación estable,...). Y para, además de integradora, resultar mínimamente dinámica y competitiva en un entorno globalizado, debe dejar espacio a la innovación y permitir la movilidad social (reconfigurar las élites y permitir el acceso a las clases medias de las clases subalternas generación a generación).
Si esto es así, ¿de dónde venimos en términos de estructura social en España? Tuvimos una oportunidad gracias al contexto peculiar de los 70´s del flanco sur de la OTAN de convertirnos en una sociedad integrada e integradora. La hemos desaprovechado. Excepto unas pocas excepciones, claramente hemos tenido unas élites ineptas y/o irresponsables y/o corruptas ("el mejor país para hacerse rico" según Solchaga, que solo han "supurado" a los suyos cuando han resultado demasiado evidentes o amenazaban sus propios equilibrios: véase Mario Conde o Jesús Gil), preocupadas por hacer todo lo posible por mantenerse y enriquecerse (nepotismo explícito, o indirecto vía modelo educativo, capitalismo de amigos,...), con un sistema político estancado, una ausencia de renovación de los discursos (como bien señala ese feliz hallazgo terminológico que es "la Cultura de la Transición"), unos medios de comunicación que han sido incapaces de expresar cualquier tipo de disenso (de ETA responsable del 11M mientras los medios internacionales hablaban del terrorismo islámica, hasta la total complacencia de la prensa económica con la burbuja inmobiliaria), unas clases medias acomodadas tratando de diferenciarse en lo que podían de las clases subalternas por la vía de la posesión y el consumo, ignorantes de la cada vez más débil situación de España en los mercados globalizados, y unos líderes de la más potente herramienta de las clases subalternas, los sindicatos, en una dinámica de confort y pacto (por más que, pese a todo, haya sido la izquierda social y política la única que viniese señalando las debilidades del modelo socioeconómico), por no hablar del peso de la inmigración como "facilitador" de la mejora de las condiciones de vida de las clases subalternas nativas.
Las consecuencias ya son sabidas en términos de crisis económica. Pero en términos de estructura social, ¿hacia dónde vamos? Pues, o lo evitamos, o aún a peor: las élites no tienen intención de corregirse (distribuyendo su responsabilidad en el "hemos vivido por encima de...", dañando aún la representatividad política, buscando "consensos" e insistiendo en la necesidad de "mirar adelante"), clases subalternas desestructuradas (pérdida de relevancia del factor trabajo -por el paro, las condiciones laborales,...., y por los ataques a los sindicatos) y, dentro de las clases medias, las más dinámicas, las mejor formadas, las que más capacidad tenían para renovar discursos, modelo productivo, ..., van a emigrar. De no remediarlo, nos acercamos a un modelo de estructura social que se asemeja al de las sociedades coloniales: dependencia del exterior, caciques en lugar de élites, clases medias pedigüeñas de lo que el Estado o el capitalismo de amigos pueda aún ofrecer, tejido productivo desarbolado y clases subalternas siempre amenazadas de exclusión social. Marruecos, quizás, pero sin ni siquiera su tibia promesa de futuro. Un modelo social escasamente integrador y que, además, dificulta cualquier capacidad de innovación endógena. El panorama de la crisis es desalentador: mirar más allá quizás aún da más miedo".
Felipe Romero | 02 de agosto de 2012
http://blogs.elpais.com/
1 comentario :
No comparto necesariamente todas y cada una de las apreciaciones aquí vertidas. En general, los textos que aparecen en el blog los he considerado interesantes de guardar, y esta es una de las mejores maneras que he descubierto.
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