25 feb 2015

El BOE afirma "la incapacidad de la persona de alcanzar la felicidad sin ayuda de Dios"

Los alumnos deberán asumir el creacionismo y la incapacidad de ser felices si no creen en Dios.




El Boletín Oficial del Estado (BOE) del 24 de febrero recoge dos resoluciones (1849 y 1850) de la Dirección General de Evaluación y Cooperación Territorial del Ministerio de Educación por las que se publica el currículo de la enseñanza de Religión Católica de Bachillerato.

Resulta inaceptable que el Gobierno asuma punto por punto las imposiciones de la Conferencia Episcopal Española para adoctrinar a los estudiantes en ideas como "reconocer la incapacidad de la persona para alcanzar por sí mismo la felicidad".

"El ser humano pretende apropiarse del don de Dios prescindiendo de Él. En esto consiste el pecado. Este rechazo de Dios tiene como consecuencia en el ser humano la imposibilidad de ser feliz". Éstas son algunas de las frases publicadas en el BOE, que recogen los currículos de la enseñanza de la religión católica determinados por la Conferencia Episcopal.

Entre los criterios de evaluación, además de "reconocer la incapacidad de la persona para alcanzar por sí mismo la felicidad", el alumno debe asumir y "comprender el origen divino del cosmos", además de asumir que éste "no proviene del caos o el azar". Aplicando esto, los estudiantes de la ESO deberían optar por aprobar la asignatura Religión o las de Ciencias de la Naturaleza y Física y Química.

Los estudiantes también deberán "conocer y aceptar con respeto los momentos históricos de conflicto entre la ciencia y la fe, sabiendo dar razones justificadas de la actuación de la Iglesia". Así, los alumnos tendrán que aceptar y justificar las numerosas aberraciones cometidas por la Iglesia Católica en la historia en sus enfrentamientos con la ciencia, entre los que se incluyen numerosas condenas a científicos y los crímenes de la Inquisición Española.

FACUA considera inaudito que el que ha aprobado estos requisitos en la asignatura de Religión sea el mismo Gobierno que eliminó la asignatura de Educación para la Ciudadanía con el demagógico argumento de que incurría en el "adoctrinamiento ideológico" y provocaba "una seria división en la sociedad", según el ministro José Ignacio Wert.

Curiosamente, las resoluciones publicadas en el BOE aseguran que "lejos de una finalidad catequética o de adoctrinamiento, la enseñanza de la religión católica ilustra a los estudiantes sobre la identidad del cristianismo y la vida cristiana".

nuevatribuna.es | 25 Febrero 2015
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Nuestra democracia: una tragicomedia

El título que encabeza este artículo está plenamente justificado. Nuestra democracia, extensible al resto de las democracias de los países de la Unión Europea es una tragicomedia, según el significado del Diccionario de la lengua española: Obra dramática con rasgos de comedia y de tragedia.

En cuanto a la parte dramática, no creo sea necesario insistir, porque es obvio. El pasado día 18 de febrero la portavoz de un Grupo Parlamentario dijo en la tribuna del Congreso de los Diputados “4 millones de españoles no pueden mantener la vivienda a una temperatura adecuada. Según un informe de la Organización Mundial de la Salud, la pobreza energética causa más de 7.000 muertes prematuras al año. El 51% de los desempleados no tienen ningún tipo de cobertura. Hay 13 millones de ciudadanos en riesgo de pobreza y exclusión, y 1.800.000 hogares en los que todos sus miembros están en paro. En definitiva, la desigualdad, la injusticia, el paro, la pobreza por doquier”.

Según el recientemente publicado Tercer Informe de crisis 2015: la pobreza y las desigualdades en aumento de Caritas Europa -institución nada sospechosa de radical, bolivariana o populista- el impacto de la crisis revela niveles preocupantes de pobreza y privación en los siete países de la UE más afectados por la crisis económica: Chipre, Grecia, Irlanda, Italia, Portugal, Rumania y España. Después de más de 6 años de crisis económica la gente pobre todavía está pagando por una crisis que no han causado, y los pobres son cada vez más pobres. La UE y sus Estados miembros como solo se centran en la crisis actual en las políticas económicas - a expensas de las políticas sociales, el resultado de ello, un impacto devastador en los pueblos de Europa. El fracaso de la UE y sus Estados miembros para prestar apoyo concreto en la escala necesaria para ayudar a aquellos que tienen dificultades, para proteger los servicios públicos esenciales, y para crear empleo, significará una prolongación de la crisis.

Este tercer informe analiza en profundidad el impacto humano que las políticas de austeridad están teniendo en las personas en la UE. También documenta el creciente número de personas que luchan contra la pobreza y la exclusión social (123 millones en la UE, o el 24%). Representa una Europa injusta, donde los riesgos sociales van en aumento, los sistemas sociales se están reduciendo y los individuos y las familias están cayendo más en la pobreza. Muestra una Europa donde la cohesión social se desvanece y donde la confianza de la gente en las instituciones políticas es cada vez más débil. Esto crea un riesgo para Europa en una mayor escala a largo plazo, como el racismo, la xenofobia y la propagación del odio se intensifica. El malestar social se ha incrementado en un 12% en los últimos cinco años, más alto que cualquier otra región del mundo. Con el informe, Caritas Europa cuestiona fuertemente el discurso oficial que sugiere que lo peor de la crisis económica ya ha pasado. La crisis no ha terminado.

Ahora pasamos a la parte cómica. Nuestra democracia es una pura farsa. Voy a fijarme especialmente en la nuestra. Los diferentes medios de comunicación nos están obsequiando desde hace tiempo, prácticamente todos los fines de semana con sondeos y prospecciones electorales. De verdad, ya vale. Los ciudadanos de a pie, estamos hartos ante semejante avalancha. ¿Cuál es el objetivo de tantos sondeos? ¿Orientar o desorientar al potencial electorado? ¿O tener entretenido o despistado al personal? ¿Y qué podemos decir de esas tertulias políticas en algunas cadenas de televisión, donde nadie se escucha, y que cada cual va soltar su discurso sin exponer propuesta alguna? ¡Vaya ejercicio de democracia! Es desolador. Es puro teatro.

Cabe pensar que llegarán algún día las elecciones municipales y autonómicas. En tres fechas diferentes. Luego cuando le apetezca al de plasma, las nacionales. Las campañas serán insufribles. ¿O no lo son el soportar durante varias semanas en los mítines a los Floriano, la Cospedal, Aguirre, Soraya Sáenz de Santamaría, Rajoy, Sánchez,  Iglesias, Garzón desgranado sus respectivos programas electorales, que no se van a cumplir, redactados por algún fontanero del partido a base de cortar y pegar de los de las elecciones anteriores, con los correspondientes días de reflexión?  ¿Sirven para algo las campañas electorales? Más teatro.

Y por qué hablo de teatro. Cualquier ciudadano lo puede entender. ¿Sirven para algo las votaciones? ¿Qué decidimos realmente los ciudadanos con nuestro voto? Nada, en todo caso, muy poco. La prueba la tenemos con las últimas elecciones en Grecia, en las  que una parte del electorado en base a un programa electoral votaron a Syriza. Todo el programa electoral al cubo de la basura, porque la Troika, es decir, la Comisión Europea, el BCE y el FMI así lo han decidido. Y punto. Y esto es un aviso a navegantes.  La conclusión es clara. La ruta está marcada a sangre y fuego, pero no por los ciudadanos europeos. Si las grandes decisiones se toman por estas instituciones, a las que nadie ha elegido, las elecciones sobran. Por ende,  bastaría que unos funcionarios-informáticos en los Ministerios de Economía de cada país miembro de la UE, se limitarán a cumplir las ordenes transmitidas telemáticamente del Sr. Draghi, sobre  el déficit público, la subida de las pensiones, los recortes del Estado de bienestar, dándole a la tecla de un ordenador.

Por ello, hablar de democracia en la UE es un sarcasmo. Mi visión  la constatan otros muchos. Álvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia el diciembre  del pasado 2013 en el IV Pleno del Congreso del Partido de la Izquierda Europea dijo "Una Europa que languidece, abatida, ensimismada y satisfecha de sí misma, hasta cierto punto apática y cansada. Atrás ha quedado la Europa de las luces, de las revueltas, de las revoluciones. "No es el pueblo europeo el que ha perdido la virtud ni la esperanza, porque la Europa a la que me refiero no es la de los pueblos". Esa, "está silenciada, asfixiada" y "la única Europa que vemos es la de los grandes consorcios, la Europa neoliberal, la de los mercados y no la del trabajo". "Una democracia sin esperanza y sin fe, es una democracia derrotada. Una democracia fosilizada. En sentido estricto, no es una democracia". Según Daniel Bensaïd “Se ha producido tal degradación de la democracia, que hemos llegado al storytelling en política. Alistair Campbell, consejero de Tony Blair, lo escribió “El objetivo es ganar las elecciones y para ganarlas hay que decirle a la gente lo que quiere oír y encontrar a quien lo dice bien. ¿El programa? Ya veremos luego. El resultado es que no hay debate, no hay convicción, no hay propuestas ni argumentos. Ya no estamos en democracia, estamos en demagogia. Estamos en un plebiscito permanente”.

Por si por lo expuesto todavía alguno anda un poco despistado, termino con las palabras de réplica a la portavoz del Grupo Parlamentario anteriormente citado, por parte del presidente del plasma: “El Gobierno defiende la igualdad de derechos de todos ante la ley, la igualdad de acceso a los servicios públicos y la igualdad de oportunidades, y para  eso trabajamos. Le daré algunos ejemplos. En materia de educación, hemos reducido en tres años la tasa de abandono educativo temprano del 26,3% al 21,9%, hemos aprobado la nueva Ley de Educación y hemos dedicado dentro del presupuesto la mayor cuantía de la historia en materia de becas. Aquí hay una apuesta por la igualdad de oportunidades. En materia de empleo, como usted sabe, el desempleo es el mayor factor de desigualdad en nuestro país. El año pasado por primera vez en seis años se han creado en España más de 400.000 puestos de trabajo, espero que este año sean 600.000, con lo cual en los dos últimos años se habrán creado en España un millón de puestos de trabajo, que es el mayor golpe, en este caso positivo, que se le puede dar a la desigualdad entre españoles. En materia de acceso a los servicios públicos, la sanidad es universal, gratuita y pública para todos. Lo mismo ocurre con el sistema de pensiones, la gente recibe sus pensiones en función de lo que ha cotizado, salvo las pensiones no contributivas. Y lo mismo ocurre en materia de educación. No hay desigualdad en el acceso a los servicios públicos.” Hace falta tener desfachatez para emitir tales palabras con los niveles de sufrimiento acumulados en la población española. Solo puede obedecer a puro sadismo. ¿Pero qué es esto?, ¿una tragicomedia?, ¿un circo?, ¿un carnaval?.

por Cándido Marquesán Millán | Profesor de Secundaria. Zaragoza
nuevatribuna.es | 23 Febrero 2015
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22 feb 2015

Andalucía, ¿fin de régimen?

Treinta y cinco años después del 28 de febrero, Andalucía sigue siendo
dependiente en lo económico (quizá aún más que entonces), subalterna en lo político
(sólo se tiene en cuenta como granero de votos o trampolín para carreras personales
dentro de partidos) y degradada en lo cultural (basta con conectar Canal Sur cinco
minutos o comprobar la ausencia de nuestra cultura en las instituciones educativas).
Andalucía no ha resuelto ninguno de sus principales problemas, ni ha convergido con
otros territorios del Estado, ni ha avanzado en términos comparativos respecto a ellos:
estamos donde estábamos, en el último lugar en todas las estadísticas. Ello se debe a que
si bien Andalucía conquistó aquel día de 1980 su derecho a ser reconocida como una
autonomía de primera división, equiparándose jurídicamente a Cataluña, el País Vasco y
Galicia, el Estatuto consensuado luego por UCD, PSOE, PCE y PSA-PA careció de
competencias para las transformaciones necesarias y nunca los sucesivos gobiernos de
la Junta, siempre del mismo partido, quisieron que Andalucía jugara en la división a la
que tenía derecho –la de las nacionalidades- sino en la inferior –la de las regiones-.

Lo que sí ha sido la autonomía andaluza es el medio para la instauración de un
régimen. El sueño de Alfonso Guerra de hacer del PSOE un doble del PRI mejicano sí
se ha cumplido en Andalucía. Su partido nos viene gobernando un tiempo que ya
equivale prácticamente al del franquismo. Por supuesto que debido a los resultados
electorales, por lo que nadie debe cuestionar su legitimidad de origen pero sí la
legitimidad de función: lo que se ha construido ha sido una trama político-clientelar,
una urdimbre económico-política y un monopolio de los medios de comunicación
públicos que tiene como resultado la corrupción que emerge por todas partes y una
forma prepotente de gobernar que está en las antípodas de una democracia real, aunque
a veces esto se enmascare con la retórica o, como ahora, con un populismo barato.

Hace casi tres años, el PSOE no consiguió el necesario apoyo en votos pero allá
que fue Izquierda Unida para servirle de muleta de apoyo, ofreciendo sus diputados,
como en otras legislaturas ya hiciera el PA con resultado de suicidio, para garantizar la
permanencia del régimen a cambio de tres consejerías y un “pacto de 28 leyes”, que
ahora ha sido burlado como era fácil de prever. Cuando ya no han sido necesarios para
el régimen, una vez aprobados los presupuestos de este año, los de IU han sido puestos
de patitas en la calle y todavía hoy, a la vez que critican a quien los ha expulsado (sólo
faltaría que aplaudieran a Doña Susana), no cierran la puerta a posibles acuerdos
postelectorales con la justificación de siempre: cerrar el paso a “la derecha”. Por lo que
se ve, siguen pensando que el PSOE es un partido de izquierda.

Más allá de donde cada quién situemos ideológicamente a cada partido político
(si es que alguien piensa que estos responden hoy a ideologías y no son sólo lobbies de
intereses), el mantenimiento en el poder de un mismo partido, durante treinta y cinco
años, no es sano. Ni en Andalucía ni en ninguna otra parte, porque el territorio se
convierte en cortijo y los ciudadanos en clientes. Incluso si no hubiera alternativas, es
decir, propuestas que respondieran a una lógica centrada en los derechos de las personas y los pueblos, en la lucha contra las desigualdades, la interculturalidad y el derecho a
decidir a todos los niveles, y no en facilitar los beneficios a bancos y multinacionales,
la ocupación por largo tiempo de instituciones y cargos de poder por una misma
organización o unas mismas personas es siempre negativa, entre otras cosas porque,
como afirma una frase bien conocida, el poder corrompe y el poder absoluto corrompe
absolutamente. Y aquí nunca ha habido ni alternativa ni siquiera alternancia.

El adelanto electoral, posibilitado porque somos, aunque nadie lo tenga en
cuenta salvo para esto, una autonomía de primera división, y la defenestración de los
socios ¿o peones? de ocasión en el gobierno de la Junta sólo tiene una clave: evitar que
las elecciones andaluzas tengan lugar tras dos sucesivos descalabros electorales del
PSOE para tratar de mantener, por otros cuatro años, el régimen pesocialista en
Andalucía, apuntalando también al partido, si se consiguiera este objetivo, en las
municipales y generales. La debilidad aquí de los adversarios en este momento (el PP
tiene que esconder a su candidato bajo la chaqueta de Rajoy, Podemos está a medio
construir, IU sigue con su posibilismo entreguista) hace ahora más factible esa
posibilidad que dentro de un año. Si estas elecciones no significaran el fin del régimen,
Andalucía será utilizada como la nueva Covadonga para la reconquista de España por el
partido que inventaron Felipe González y Guerra, teledirigidos por Willy Brandt. Y esa
guerra en modo alguno nos interesa a los andaluces.

por ISIDORO MORENO
Catedrático Emérito de la Universidad de Sevilla
Para Diario de Sevilla y otros diarios del Grupo Joly. Entregado el 15 de febrero de 2015

TODO LO QUE PODEMOS HACER SÓLO CON PONER 192.168.0.1 EN EL NAVEGADOR DE INTERNET

Es la IP más habitual para configurar nuestro router doméstico

Todo lo que podemos hacer sólo con poner 192.168.0.1 en el navegador de Internet

Lo primero que se debe saber para acceder a la configuración de un router doméstico es que llevan unas direcciones asociadas que suelen ser 192.168.0.1 o 192.168.1.1, y que sólo con introducirlas en cualquiera de los navegadores Internet Explorer, Chrome, Mozilla Firefox, Safari, etc, se mostrará la pantalla de acceso en la que hay que introducir el usuario y contraseña.

Un usuario y contraseña que suelen venir por defecto preconfigurados para poder acceder con los valores admin/admin o admin/1234. De no conseguir entrar con alguna de estas dos combinaciones, es probable que se tenga que proceder a resetear el router para que vuelve a coger los valores de fábrica.

Una vez dentro del panel de configuración del router se pueden cambiar infinidad de opciones que varían según los modelos y si es libre o asociado a alguna operadora.

Configuración router

Lo más importante a la hora de configurar nuestra red WiFi es conseguir que sea lo más segura posible y que se pueda utilizar de tal forma que se la saque el máximo partido. Para ello nos vamos a centrar en los aspectos más comunes que se suelen revisar dentro de la configuración del router como los puertos que se pueden o se deben abrir que permitan usar todo tipo de aplicaciones pero que a su vez no supongan una puerta de entrada de información no deseada o usuarios no permitidos, detectar si alguien se conecta a la red, cómo cambiar el nombre y la contraseña de la red, añadir filtros MAC y habilitar el UPnP.

Puertos

Cada dirección de internet o IP tiene asignada diferentes puertos o segmentos que pueden servir para recibir o enviar información. Algunos servicios como el correo electrónico o aplicaciones de mensajería, ya tienen asignados por defecto ciertos puertos para sus operaciones y por lo general están abiertos.

Desde la configuración del router se pueden abrir o cerrar estos puertos para evitar entradas o salidas de información que no son autorizadas por petición del usuario o que sirven como una manera de protegerse.
A veces también es necesario abrir algunos puertos si se necesita utilizar alguna aplicación que requiere tener abierto alguno de los puertos no autorizados por defecto del router y por lo tanto se deberá mapear para que la aplicación le pueda usar.

Detectar si alguien se conecta a nuestra wifi

Para detectar si alguien está haciendo uso de nuestra WiFi, se puede proceder de dos formas, o bien a través del menú de configuración de router que se puede encontrar dentro de la sección de red local, donde se mostrará un listado con los dispositivos conectados, su IP y su MAC o bien a través de la instalación de un software específico que detecte a los intrusos y nos de la información de su MAC para poder proceder a bloquearlos y que no puedan volverse a conectar.

Cambiar nombre

Otra de las opciones dentro de la configuración del router es la posibilidad de cambiar el nombre de la misma si se detecta alguna anomalía en su funcionamiento. Para ello hay que ir a la opción de menú WLAN y cambiar el nombre SSID de la red.

Cambiar contraseña

Quizás sea la causa de la mayoría de los accesos a la configuración de los router domésticos. La mayoría de ocasiones los router viene preconfigurados con unas contraseñas que son imposible de recordar y por lo tanto es conveniente por comodidad cambiarla por otra que sea fácil de introducir.
También es conveniente cambiar la contraseña si se detecta alguna anomalía como reducción de la velocidad a determinadas horas o que algún otro usuario pueda haber accedido a la red.
Para cambiar la contraseña se deberá acceder a la opción de menú de la configuración del router WLAN y cambiar el valor del campo WPA pre-shared key.

Filtrado MAC

Se trata de una de las muchas opciones que permite proteger la red WiFi, pero que sin lugar a dudas es una de las mejores maneras de aumentar la seguridad de nuestra red para conseguir que nadie que no se quiera se conecte a nuestro punto de acceso.
Cada dispositivo tiene una dirección MAC única que le identifica, por lo que el filtrado MAC utilizará una lista de direcciones MAC o dispositivos a los que permitirá o no, el acceso a la red WiFi. Existen dos formas de configurarlo, permitiendo la conexión a los dispositivos que se han añadido a la lista o denegando el acceso a los mismos.

El primer caso es bastante útil cuando se quiere que sólo unos determinados dispositivos puedan conectarse a la red WiFi, pero tiene el inconveniente de que si adquirimos un nuevo dispositivo o queremos dar acceso a algún amigo que nos visite, no podrán hacer uso de la red si no se les añade a esta lista.
El segundo caso, sería la forma adecuada para cuando no se quiera permitir el acceso a algún dispositivo del que conozcamos su dirección MAC como por ejemplo el móvil de nuestro hijo o el equipo del vecino que se conecta a la red sin permiso.
Para configurarlo hay que buscar la opción MAC filter o filtrado MAC dentro del panel de configuración del router.

Habilitar UPnP

Es la abreviatura de Universal Plug and Play, una arquitectura de red basada en protocolos de comunicación estandarizados y diseñada para facilitar la conectividad entre los dispositivos de una red. Permite en la mayoría de los casos olvidarse de la tarea de tener que abrir puertos o realizar una configuración más específica para cada dispositivo o aplicación que necesite acceso a red WiFi como videoconsolas de última generación, televisores inteligentes o aplicaciones.

Teniendo habilitado UPnP, que se puede hacer marcando la casilla Enable UPnP en el menú de opciones avanzadas UPnP, el router  será el encargado de proporcionar los recursos necesarios para que todo funcione sin problemas de forma automática con sólo conectarse a la red WiFi. Aunque en ocasiones puede ser que haya algún tipo de problema o conflicto que haga que se deban configurar algunos detalles de forma manual.

por ROBERTO ADEVA 21-02-2015
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16 feb 2015

El PSOE y la deriva totalitaria del Estado español

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Análisis de la labor impagable del PSOE como copartícipe de la deriva totalitaria del Estado español


El establishment del Estado español estaría formado por las élites financiera-empresarial, política, militar, jerarquía católica, judicial y mass media del Estado español que serían los herederos naturales del legado del General Franco y que habrían fagocitado todas las esferas de decisión (según se desprende de la lectura del libro “Oligarquía financiera y poder político en España” escrito por el ex-banquero Manuel Puerto Ducet), iniciando asimismo una deriva totalitaria que habría ya convertido a la seudodemocracia española en rehén del establishment y que tendría como objetivo último la implementación del “Estado Tardofranquista”.


La distopía del régimen del 78

El término distopía fue acuñado a finales del siglo XIX por John Stuart Mill en contraposición al término eutopía o utopía, empleado por Tomas Moro para designar a un lugar o sociedad ideal. Así, distopía sería “ una utopía negativa donde la realidad transcurre en términos antagónicos a los de una sociedad ideal”. Las distopías se ubican en ambientes cerrados o claustrofóbicos enmarcados en sistemas antidemocráticos, donde la élite gobernante se cree investida del derecho a invadir todos los ámbitos de la realidad en sus planos físico y virtual e incluso, en nombre de la sacro-santa seguridad del Estado, a eliminar el principio de inviolabilidad ( habeas corpus) de las personas, síntomas todos ellos de una posterior deriva totalitaria del sistema hacia la progresiva implementación del nuevo Estado Tardofranquista que beberá de las fuentes del centralismo jacobino francés y del paternalismo de las dictaduras blandas.

La deriva totalitaria del estado Español arranca con la implementación de la doctrina de la alternancia en el Poder del bipartidismo PP-PSOE como defensa y garante del citado establishment dominante. Dicha doctrina sería fruto del acuerdo tácito entre los partidos políticos tras el simulacro de golpe de mano de Tejero (23-F del 1981) y alcanzó su mayoría de edad con la llegada al poder del PSOE y el nombramiento como Presidente del Gobierno de Felipe González (1.982), con quien asistimos al finiquito de la idílica Transición y al inicio de la deriva totalitaria del sistema mediante la implementación del llamado “terrorismo de Estado” o “guerra sucia” contra ETA y su entorno, del que serían paradigma los Grupos Armados de Liberación (GAL).

Un hito fundamental en la espiral involucionista del régimen del 78 sería la implantación por el PSOE de la Ley Antiterrorista de 1.985, definida por José Manuel Bandrés en su artículo “La Ley antiterrorista: un estado de excepción encubierto”, publicado en el diario “El País”, como “la aplicación de facto del estado de excepción encubierto”. Dicha Ley Anti-terrorista (todavía vigente a pesar de la ausencia de actividad por parte de ETA), sería un anacronismo propio de la dictadura franquista, un limbo jurídico que habría convertido los sótanos de cuartelillos y comisarías en escenarios distópicos de naturaleza real (no ficitica) y en Guantánamos virtuales refractarios al control de jueces, fiscales y abogados y que facilitarían la labor de los Cuerpos de Seguridad del Estado para obtener evidencias delictivas mediante prácticas inadecuadas (léase tortura), prácticas confirmadas por las declaraciones de Luis Roldán, Director General de la Guardia Civil con Felipe González.

La deriva regresiva tendría su continuación con la Ley Orgánica 7/2000 del Gobierno Aznar que incluyó como novedad la aparición del llamado “delito de exaltación del terrorismo” y prosiguió su escalada con la firma por Aznar y Zapatero del llamado “Pacto por la Justicia y las Libertades” de 2003 que instauraba de facto “la cadena perpetua estratosférica” al elevar la pena máxima de cárcel hasta cuarenta años, (superando la “crueldad del régimen de Franco“ que contemplaba los 30 años de cárcel como pena máxima). En el paroxismo de la involución, hemos asistido a la reciente modificación del Código Penal para constriñir hasta su nimiedad los derechos de expresión (Ley Mordaza) y a la ultimísima firma entre Rajoy y Sánchez del llamado “pacto antiyihadista” que bajo la falacia de combatir el terrorismo yihadista “convierte en delitos terroristas infracciones menores o conductas lícitas y supone un ataque a la línea de flotación del sistema constitucional” en palabras de Manuel Cancio Meliá , no siendo descartable que tras la decable electoral de un PSOE sumido en un catártico proceso de crisis identitaria tras perder en el camino incontables jirones del primigenio ideario socialista de su fundador Pablo Iglesias, consume la perpetuación del Tardofranquismo en el Estado español mediante un Gobierno de coalición con el PP (PPSOE).

Mientras, las voces críticas del PSOE, (siguiendo el atavismo de la servidumbre a los poderes fácticos del momento y de su adicción a la poltrona). seguirán ignorando la gravedad de la aplicación de dichas medidas regresivas en la creencia de que no serán los siguientes, pero para que no puedan alegar como atenuante ante el juicio de la Historia el desconocimiento por miopía intelectual, me permito parafrasear el poema “Cuando los nazis vinieron” del pastor protestante alemán Martin Niemöller (1.892-1.984): “Primero vinieron a buscar a los filoterroristas y yo no hablé porque no era filoterrorista. Después, vinieron por los separatistas y yo no hablé porque no era separatista. Después, vinieron por los troskistas y yo no hablé porque no era lo uno ni lo otro. Finalmente, vinieron por mí y los demás socialdemócratas y ya para ese momento no quedaba nadie que pudiera hablar por mí”.

por GERMÁN GORRAIZ LÓPEZ- Analista
kaosenlared.net/
16 febrero, 2015

12 feb 2015

Asignatura pendiente

Un potente ejército formado por una ingente acumulación de capital e información, comandado por corporaciones no gubernamentales y agrupaciones de interés transnacional, hace tiempo que inició una guerra para uniformar los usos políticos, económicos, culturales y de consumo en todo el planeta. 

Es evidente que la están ganando. Para ello no han dudado en usar todo tipo de estrategias. Han sometido a las naciones poniendo a su servicio a los partidos políticos que las gobiernan y a los que tienen posibilidad de hacerlo.

Aquí, sin ir más lejos, la última convención municipalista del Partido Popular intentó vender como grandes éxitos, tanto la reducción del déficit municipal, como la aprobación de una ley que recorta la capacidad de prestación de servicios locales. Ya sólo se habla de dinero, de cifras, y de reformas que ponen los servicios a la ciudadanía a los pies de los caballos de la privatización.

De política ni palabra. En esta guerra el ciudadano no es sino un daño colateral más que puede ser inmolado en aras a la victoria final. El triunfo del pensamiento único parece inevitable, pero aún es posible intentar tímidos contraataques a través del resquicio que ofrece la política municipal. Las administraciones locales, y más específicamente los ayuntamientos, tienen en sus manos un instrumento de primer orden, el principio constitucional de autonomía local, que les faculta para poner en práctica formas de gobierno y de relación con los administrados radicalmente distintas a las que propugnan los abanderados del uniformismo político.

Es de suponer que conforme nos acerquemos al inicio de la campaña electoral escucharemos de todo. Como nos tienen acostumbrados, van a intentar convertir las elecciones en un yo o el caos en el que se intentará dar más importancia a los líderes y a los números que a los ciudadanos y su bienestar. Como siempre, oiremos promesas de las que nadie se acordará apenas cerradas las urnas y menos quienes las hacen.

Por si acaso a alguien se le ocurre ir un poco más allá, ahí van cuatro aspectos de la política municipal que merecerían especial atención de quienes pretendan gobernar los ayuntamientos en el próximo periodo.

Un urbanismo al servicio de los intereses generales

Se hace necesario pasar página y dejar atrás las políticas urbanísticas hasta ahora imperantes. La funesta creación de la figura del urbanizador privado, ha resultado especialmente dañina para el desarrollo urbanístico en general, y para muchos ayuntamientos en particular. A la larga se ha demostrado que poner en manos privadas el planeamiento, ha degenerado en políticas urbanísticas ajenas al bien común. El desarrollo urbanístico en manos privadas se ha dirigido a satisfacer intereses espurios y ha sido la fuente de la que ha manado todo tipo de corruptelas, sin que aquí importe el tamaño del municipio o las siglas gobernantes.

Hay que recuperar la concepción de un urbanismo al servicio de los intereses generales y del sostenimiento del entorno. Para ello es necesario que los ayuntamientos renuncien a los sistemas de gestión privada del planeamiento y opten por tramitar las actuaciones que se emprendan, porque así lo demande el interés municipal, con sus propios medios. Como máximo, y allí donde no pudiese hacerse así por insuficiencia de instrumentos materiales y humanos, debería optarse por un sistema de gestión mixta, en el que se conserve en todo momento la capacidad de decisión en las diferentes fases del desarrollo.

Ayuntamientos participativos 

La administración local cuenta con una ventaja decisiva a la hora de establecer sistemas innovadores de participación y transparencia: su tamaño. Al tener como campo de actuación un número limitado de ciudadanos, se hace menos compleja la implantación de políticas de participación que generalicen iniciativas ya puestas en práctica en algún municipio, (presupuestos participativos, participación ciudadana en plenos y comisiones informativas etc.), o que exploren nuevas vías de cogestión ciudadana.

Podemos imaginar órganos mixtos que gestionen las políticas culturales, deportivas, de juventud y, en general, todas aquellas que cuenten con colectivos vertebrados a través de asociaciones, clubes y otras formas de participación colectiva.

Allí donde existan medios de comunicación de titularidad municipal, podrían existir consejos rectores que garanticen, tanto la participación de los colectivos con presencia activa en el territorio, como la difusión de la libre opinión personal de todos aquellos que deseen manifestarla por tales medios.

Pero también deberían ensayarse vías de corresponsabilización ciudadana en la gestión de determinados servicios como la limpieza viaria, mantenimiento de zonas verdes, recogida de resíduos, ecoparques, etc. Allí donde sean favorables las condiciones geográficas (por existir núcleos separados de población, barrios definidos, etc), o las subjetivas (por la presencia de grupos sociales vertebrados a través de asociaciones o grupos vecinales, etc.), se trataría de que fuesen los mismos vecinos, bajo la supervisión municipal, los que llevaran a cabo una parte de las tareas de mantenimiento mencionadas, a partir de una adecuada dotación de medios materiales y una asignación económica proporcionada.

Igualmente, el tamaño reducido de las administraciones locales, favorece la puesta en marcha de políticas de transparencia tanto en lo que respecta a la información interna que se ponga a disposición de la ciudadanía (gastos, sueldos, contratos, etc.), como a la respuesta individual de solicitudes de información, que no debe tener más límite que la reserva legal de secreto respecto de algún tipo de datos especialmente sensibles. Ni que decir tiene que las tecnologías de la información facilitan enormemente estas cuestiones, y que en el fondo no se trataría más que desarrollar al máximo la obligación legal de contar con sedes electrónicas para que, además de ser un medio de información y gestión administrativa, sirvan de instrumento a través del cual encauzar la participación ciudadana en la política local mediante la recepción de propuestas, iniciativas, quejas o sugerencias.

La local, una administración de servicios 

La esencia de los ayuntamientos, su razón de ser, es la prestación de servicios a sus vecinos. La administración local juega un papel esencial a la hora de “cambiar” impuestos por servicios. La cercanía existente entre los ciudadanos y sus munícipes, hace que la exigencia de servicios abundantes y de calidad sea más intensa. Por eso es especialmente sangrante el intento de cercenar, con la excusa de control del déficit, esa capacidad prestadora con la introducción en el mundo local de las figuras de las “competencias impropias” y “duplicidad en la prestación” que pretende imponer la última reforma de la Ley local.

Sin dejar de reconocer que los años del exceso han endeudado en demasía a determinados ayuntamientos, también hay que recordar que el déficit municipal es un mínima parte del estatal (en los últimos ejercicios se habla ya de superávit), por lo que de poco valen los argumentos Que se ponga freno a la capacidad prestadora de los entes locales. Por otra parte, si los ayuntamientos prestan servicios que no le son originalmente propios (por poner dos ejemplos la educación infantil no obligatoria, o los servicios sociales), lo hacen porque las administraciones obligadas a ello, o no los prestan en el municipio, o lo hacen de manera muy deficiente.

Dado que el que los ayuntamientos dejen de prestar estos servicios, no implica necesariamente que lo hagan otras administraciones, el resultado de esta “batalla competencial” será una derrota en toda regla de los vecinos.

Los ayuntamientos deben seguir ofreciendo a sus vecinos todos aquellos servicios que demande su población y que no presten las administraciones central o autonómica, le sean propios o no. Una norma legal no debe anteponerse al deseo de bienestar ciudadano y si un ayuntamiento está en disposición de ofertar un servicio, debe hacerlo aunque la legislación lo señale como impropio. Es indudable que la capacidad económica es un límite, pero si es necesario se habrá de acudir a la financiación, a la reordenación del gasto, o a formas mixtas de prestación en las que se conserve el poder de decisión.
En este aspecto, se hace necesario evitar por todos los medios la privatización de servicios. Esta fórmula, tan atractiva para muchos, no implica más que sustraer del interés público la gestión de determinados servicios en los que pasa a primar el interés privado del prestador. No faltan ejemplos de que, a la larga, las privatizaciones cuestan dinero, y no poco, a la administración local.

Hay actualmente un terreno que está especialmente necesitado de abono en forma de servicios: el de la población excluida o en riesgo de exclusión por haber sido expulsada del sistema laboral o social. En esta faceta toda intervención municipal en forma de asistencia, promoción o integración es poca. Faltaría al compromiso que contrae con su vecindad, la corporación que, excusándose en pretextos legales, dejase de actuar allí donde es más necesario, si dejase desamparados a sus vecinos más necesitados, por lo que las políticas locales de prestación y promoción deben incidir especialmente en este sector de población, independientemente de quien ostente en cada caso la competencia.

La hacienda local necesaria 

No debe quedar nadie que no reconozca que el principio constitucional de “suficiencia de las haciendas locales” es a día de hoy una broma pesada. No hay corporación local que cuente con ingresos suficientes, no ya para prestar servicios impropios, sino para afrontar con eficiencia y eficacia los propios.

Desgraciadamente el margen de actuación en la materia es tremendamente angosto. El respeto al principio de igualdad, ha puesto en manos de la administración central el poder de regular todo aquello que respecta a las haciendas locales. Y cuando se pretende igualar, la experiencia dicta que se deja la imaginación a un lado y se establece el rasero por el punto más bajo.

Queda fuera de toda posibilidad que los ayuntamientos puedan implantar medidas para mejorar sus ingresos que no estén previamente autorizadas por alguna norma estatal. La fuente de financiación tiene un caudal tan escaso que aparte de la (exigua) participación en los presupuestos estatales y los ingresos tributarios propios (heridos de muerte por centrarse exclusivamente en el uso del suelo), sólo queda como medio de financiación la cesión del patrimonio municipal para usos particulares. Hasta que el sistema se modifique, las nuevas corporaciones deberán llevar a cabo una reordenación del gasto en el que, a partir de un análisis que determine la incidencia social de los servicios prestados, y las necesidades vecinales, se eliminen todos aquellos gastos superfluos o que no beneficien directamente a la población, especialmente la más necesitada. Esto podría llevar al cese en la oferta de determinados servicios o actividades, para destinar los fondos a ellas destinados, a financiar otros más necesarios como los de asistencia.

Es necesario diseñar de nuevo todo el sistema financiero municipal. La aprobación de una nueva ley de haciendas locales que ponga en manos de los ayuntamientos los instrumentos financieros necesarios para el cumplimiento de sus funciones, está permanentemente aparcada en el congreso. Todo esfuerzo que desde los ayuntamientos se dedique a este objetivo, será poco.

Es evidente que los actuales ayuntamientos no son los de antaño, pero en la laboriosa construcción de un estado democrático como la que estamos viviendo, la asignatura pendiente es el diseño de poderes locales autónomos, participativos, cercanos a su tierra, y que no sean correas de transmisión de las políticas de los grandes partidos a nivel estatal. Tenemos una nueva oportunidad de aprobar en la convocatoria de mayo. Debemos aprovecharla que cada vez nos quedan menos.

por RAMÓN SORIANO CEBRIÁN 
elecciones municipales
infolibre.es
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10 feb 2015

¿Seguimos siendo de izquierdas?

Hace unos días (24/1/15) publiqué en estas mismas páginas un artículo titulado Podemos: ¿ni de izquierdas ni de derechas?, en el que criticaba la decisión de ese partido al rechazar la importancia de las ideologías y declarar que su política no se encuadra en el eje derecha-izquierda.

El texto suscitó más comentarios que los habituales, algunos de los cuales cuestionaban mis opiniones y otros las aprobaban. Entre ellos, una larga discusión entre lectores acerca de las implicaciones del tema con la teoría evolutiva, que requeriría un tratamiento aparte. En todos los casos, los comentarios razonaban sus argumentos y evitaban cualquier insulto o descalificación, lo cual es de agradecer: toda opinión necesita este tipo de críticas. Y vaya por delante que el artículo no pretendía cuestionar el programa ni la trayectoria de Podemos, sino hacer un aporte positivo, señalando un aspecto que me parece incoherente con sus propuestas.

Muchas de las objeciones a mi artículo se resumen en dos argumentos relacionados entre sí. En primer lugar, que las etiquetas de izquierda o derecha no significan nada por sí mismas y que lo realmente importante es la política concreta que el partido propone. En segundo lugar, que el término “izquierda” ha sido vaciado de contenido por las políticas que desarrolló el PSOE y otros partidos en España y en toda Europa y que más vale dejar de utilizar esos términos para evitar confusiones. Sería mejor hablar de “arriba y abajo” o de “oligarquía y democracia”. No son las palabras las que importan, sino los hechos.

Creo que ambas objeciones no carecen de fundamento: ya en el mismo texto se afirmaba que la mera adscripción verbal a la izquierda no significa nada por sí misma y que las recientes políticas aplicadas en su nombre habían deteriorado su sentido. Pero me parece un error renunciar por ello a identificarnos con una larga historia y dejar el término de izquierda en manos de quienes lo aprovechan para llenarlo del contenido que les conviene, aunque no sean las palabras lo más importante. Y mucho menos para sustituirlo por otros conceptos más tergiversados aún, como el concepto de democracia (recordemos la democracia orgánica), de ciudadanía o de oligarquía.

No es el momento de renunciar a la defensa de la izquierda, sino el de rescatar ese término de manos de aquellos que lo emplean vaciándolo de contenido. Y la razón principal para rescatarlo consiste en que su significado no se limita a expresar una opción política —aunque también—, sino que define una manera de entender las relaciones sociales que consiste en lo que los filósofos llamarían una manera “de estar en el mundo”.

Las posturas que se suelen caracterizar como “de izquierdas” o “de derechas” expresan actitudes distintas frente a muchos problemas sociales, económicos y morales. Ante temas como la cooperación al desarrollo, la inmigración, la ecología, la xenofobia y el racismo, la eutanasia, el aborto, el hambre en el mundo, el terrorismo, los anticonceptivos, el islamismo, la marginación, el laicismo, la sanidad y educación pública, los derechos de la mujer, el tercer mundo, los impuestos, la pena de muerte o la homosexualidad, las posiciones suelen agruparse de modo relativamente coherente en dos grupos diferenciados: no es frecuente, por ejemplo, que una misma persona defienda la legalización del aborto y se oponga al matrimonio homosexual, o que adopte una actitud racista y xenófoba y defienda el feminismo. Como tampoco lo es que quien defiende la privatización de los servicios públicos luche por los derechos de los inmigrantes y promueva la cooperación con el tercer mundo.

Es verdad que las “nuevas derechas” han alterado considerablemente este esquema, más reconocible en la derecha fascista que en las plataformas de la derecha liberal, pero aun así puede notarse un acento distinto que suele agrupar las opiniones ante estos y otros muchos problemas en dos opciones ideológicas diferenciadas, aunque no sean totalmente excluyentes y admitan muchas excepciones.

Porque hay que recordar que los términos de izquierda y derecha son términos espaciales y por lo tanto relativos: la calificación de derechista o izquierdista depende del término de comparación que usemos (¿a la izquierda o a la derecha de quién?). Hasta el Partido Popular está a la izquierda del Amanecer Dorado de Grecia. Y en mi artículo anterior quizás me apresuraba a incluir sin matices a UPyD y a Ciudadanos en el grupo de la derecha, opinión que despertó la protesta de un lector. Creo que entre sus votantes y simpatizantes hay muchas personas que no aceptarían esa adscripción; los límites siempre son discutibles.

De todas maneras, y aunque los límites sean discutibles, esto no diluye la diferencia entre  izquierda y derecha ni la necesidad de tomar partido. Kant hablaba de la “insociable sociabilidad del hombre”: somos individuos únicos, pero a la vez la sociedad forma parte de nosotros mismos. De este doble aspecto de nuestra condición humana proviene la tensión entre individuo y sociedad, una tensión nunca resuelta, ya que aunque todos estamos de acuerdo en que ambos términos son irrenunciables y se necesitan el uno al otro, la acentuación de uno u otro aspecto da como resultado posturas políticas contrapuestas.

No es fácil armonizar los deseos individuales con las necesidades de los que nos rodean. Margaret Thatcher expresaba claramente su opción: “La sociedad no existe; hay individuos, hombres y mujeres y hay familias”. Pasando por alto la incongruencia de aceptar la sociedad familiar pero rechazar la existencia de cualquier otra, es evidente que la frase expresa una apuesta por el interés particular que relega la sociedad al reino de las abstracciones. La libertad, en este caso, es una propiedad de cada persona, acentuando así su singularidad. Por el contrario, si el acento recae en la sociedad, se entiende la libertad como un modo de relación social que excluye las relaciones de dominación y considera la sociedad como una dimensión inmanente al mismo individuo, poniendo el énfasis en la igualdad de derechos de los ciudadanos.

Cada una de estas opciones tiene su propio argumentario. La derecha liberal argumentará que el libre juego de la iniciativa privada redunda en interés de la sociedad. La izquierda preferirá un modelo en el cual el Estado, como representación del conjunto de los ciudadanos, tenga una intervención más activa en la articulación de las relaciones sociales. Los primeros preferirán pocos impuestos y que cada uno se pague lo que necesite. Los otros optarán por que el Estado gestione los servicios sociales cobrando más al que más tiene (y dejo de lado la descripción de la derecha fascista, que requeriría un tratamiento aparte). Individuo y sociedad no se excluyen, pero frecuentemente exigen opciones que no son fáciles de armonizar y que ponen el acento en uno u otro de los términos por una opción ética. Y cada ideología tiene, por supuesto, sus propias patologías.

En resumen, izquierda y derecha no son meros nombres ni carecen de contenido, aunque no sea fácil definir su significado y establecer sus fronteras, cosa que conviene recordar como prevención ante el sectarismo. Y optar abiertamente por una postura de izquierdas implica sumarse a una manera de ver el mundo desde su dimensión social, una perspectiva que comienza ya entre los viejos griegos y romanos, inspira las utopías renacentistas, toma su nombre en la asamblea de la Revolución Francesa y genera infinidad de movilizaciones y luchas en los dos siglos que nos preceden, luchas que tienen en común su apuesta por el aspecto social de la vida y su rechazo al individualismo y a los privilegios.

¿Tiene sentido entonces que un partido formado por gente de izquierdas, cuyos programas y documentos, y hasta su estética, son claramente de izquierdas, se desvincule de esta historia y evite este término por temor a espantar a ciudadanos que provienen de distintas ideologías? ¿Creen acaso que esos ciudadanos no comprenden su estrategia y no piensan que incluso podrían sentirse ofendidos por ese disimulo? ¿No sería más prudente reivindicar a la izquierda, mostrando que no consiste en la caricatura que pretende identificarla con las dictaduras, la burocracia estatal y el oportunismo político y que constituye una opción que pone por delante la igualdad de derechos de todos los seres humanos?

Es evidente que estos tiempos exigen la superación del sectarismo y la unión de todos aquellos que, vengan de donde vengan,  se sumen a un proyecto capaz de construir una sociedad que asegure la participación de todos los ciudadanos, detenga la creciente desigualdad y elimine los privilegios. Pero, casualmente, en eso consiste la izquierda.

por Augusto Klappenbach
Escritor y filósofo
06/02/2015
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3 feb 2015

Syriza en el laberinto de los movimientos sociales

tsipras

First we take Athens, then we take Madrid. El eco festivo de las calles de Atenas ya es el estribillo bailongo de muchos movimientos sociales del Estado español. Algunos activistas ibéricos (portugueses incluidos) celebran el triunfo de Syriza como si fuese propio. A primera vista parece de cajón: la crisis y la austeridad provocaron fuertes movilizaciones sociales en Grecia. Y así surgió la posibilidad de la victoria de Syriza. Sin embargo, cualquiera que haya pasado por Grecia en los últimos tiempos se ha topado con una realidad más compleja. Alexis Tsipras, para muchos movimientos sociales, es un vendido. Un oportunista pop que no representa a la voz de las calles. En los centros ocupados echan pestes contra Syriza. En los colectivos autónomos no quieren saber nada de una coalición que aspira a aparecer en la foto oficial de la Unión Europea. Y Solidarity4all, la plataforma social de Syriza elogiada por Ada Colau, se lleva palos siderales.

Los movimientos de la izquierda clásica – muchos anarquistas, los militantes exageradamente vintage del KKE, el Partido Comunista – ven a Solidarity4all como un espacio fake creado para cooptar a los movimientos sociales para el planeta Syriza. Muchos indignados que tomaron la plaza Syntagma en 2011 tildan a Tsipras de vieja política. Y si se pregunta por Syriza a las personas que gestionan colectivamente una clínica o crean una cooperativa ecológica las respuestas apuntan a una misma dirección: “los de Syriza son políticos profesionales”, “vienen del PASOK (partido socialista)”, “no tienen un pie en la calle”. Y aquí llega la mala noticia de las elecciones griegas para los mitómanos de los movimientos españoles y/o globales: el éxito de Syriza se debe a múltiples motivos. Nunca a una linealidad de Movimientos y Ciudadanos Que Toman La Calle y Luego Llegan al Poder. También debería ser mala noticia para las fuerzas conservadoras que califican a Syriza de izquierda radical: a Syriza le llueve críticas desde la izquierda y desde la calle.

Tsipras no es calle. No es movimiento. No es activista. Se sentiría tan incómodo en una ocupa o en una asamblea como cualquier político del star system. Los movimientos sociales no le aprecian demasiado. Una buena parte de los barbudos izquierdistas que ocupan edificios en Exarcheia, el barrio anarco de Atenas, forman parte de ese 37% de abstencionistas. Muchos de los habituales en las rojinegras manifestaciones anti fascistas habrán votado nulo o habrán depositado su confianza en el inamovible partido comunista. Y otro porcentaje de esa Grecia colaborativa se ha volcado en Antarsya (algo así como Izquierda Anticapitalista), que obtuvo un 0,62%. Tal vez, algunos hayan votado a Potami o incluso a Griegos Independientes (Anel), también radicales anti Troika y ya embarcados en el Gobierno de Tsipras.

Es innegable: mucha gente de los movimientos sociales, entre la espada conservadora de Nueva Democracia y la pared de la Troika, habrá votado a Syriza. Unos con cierta esperanza de cambio. Otros, a regañadientes. Sin embargo, el importante ascenso electoral de la coalición habría que buscarlo en muchos otros factores: en su estrategia mediática, en sus calculadas indefiniciones, en su narrativa anti austeridad, en sus apelos descarados al votante descontento….

Cierto: Syriza bebe de ese hundimiento llamado Pasok, el casi aniquilado partido socialista griego. Pero se alimenta también de una masa de votantes desencantados, históricamente no politizados, que sufren en su día a día el colapso del sistema. La abuela analógica que ve a su nieto desempleado y que tiene miedo de perder su seguridad social ha sido más importante para Syriza que el rojeras de la cooperativa del barrio. Y es la televisión, estúpido. Las imágenes edulcoradas del Tsipras estrella pop haciéndole la rosca al Euro o besándole la mano a padres ortodoxos han funcionado. Syriza sobrevivió al fuego amigo. Y se transformó en un partido de masas gracias a las construcciones del marketing y a las fotografías retocadas en los laboratorios de la vieja política.

Las plazas tomadas y los movimientos tejieron una red-necesaria-pero-no-suficiente para transformar Grecia. Dinamitaron el consenso sobre la política posible. Generaron la brecha subjetiva que abrió el camino al cambio macropolítico. Syriza se apoyó en ese ecosistema. Y supo encontrar la narrativa agregadora para ese nuevo imaginario en un escenario político tan convulso como el griego, donde la ultra derecha también se aprovecha del deseo de cambio.

Los desafíos macro políticos y económicos de Syriza son cruciales y superlativos. Pero también existe otro desafío vital: cómo dialogar con los movimientos sociales. Syriza ha capitalizado electoralmente el malestar social sin un excesivo diálogo con las calles. Y en un país como Grecia, con un exuberante tejido de prácticas ciudadanas, eso puede pasarles factura. Muchos griegos han ido dando las espaldas al Estado en los últimos años. Se han armado de colectividad. Se han sumergido en procesos colaborativos, cooperativos. Han alimentado el tan hablado procomún, sin saberlo. Y ahora se encuentran frente a un nuevo Gobierno que ha llegado al poder usando casi las mismas estrategias y tácticas de la vieja política. El mensaje cambia. El tono también. No tanto la forma.

Pero los detalles simbólicos de la primera semana de Gobierno son muy contundentes. Y hay que aceptarlo: la sociedad civil, en el contexto griego, poco puede hacer contra el rodillo de la Troika. Syriza es la herramienta y el revulsivo para forzar el cambio. Aquí llega la segunda mala noticia para los mitómanos de los movimientos españoles: la tan hablada multitud, la que construye biopolítica en las calles y redes, todavía necesita a la masa para conseguir cambiar las cosas. Syriza ha hecho más en seis días que los anteriores Gobiernos, afirmaba el pasado sábado Pablo Iglesias, en la puerta del Sol de Madrid. Simbólicamente, Syriza ha hecho más que cualquier Gobierno de Europa en la última década. Segunda mala noticia o real politik: el #SíSePuede de las calles necesita una palanca del cambio ejecutiva.

Syriza tiene el desafío de cambiar el rumbo de la Unión Europea. Algo que dificilmente se conseguirá sin más apoyos desde el sur de Europa (también desde el norte). Sin embargo, el desafío de Syriza también pasa por reinventar el formato de la política, los espacios de diálogo, los métodos de creación colectiva, la sensibilidad de la escucha. Sin intentar entender ese nuevo ecosistema ciudadano, que atraviesa al Estado y al mercado, Syriza decepcionará a muchos. Sin prestar atención a ese rumor social que brota en los laterales de la política, en las brechas donde la ciudadanía ha plantado sus brotes verdes, Syriza se verá atrapada por un creciente fuego amigo. First we take Athens, then we take Madrid. Suena bien. Y aunque Grecia no sea España, el laberinto de Syriza y los movimientos sociales sirve para el siempre optimista ecosistema quincemayista. Y también sirve, cómo no, para la oleada de Podemos, Ganemos y las mil y una siglas del 2015 español. El escenario griego debería ser especialmente instructivo para todos aquellos que critican a Podemos y continúan entonando aquel algo desgastado “cambiar el mundo sin tomar el poder”.

blog de Bernardo Gutiérrez
2 febrero, 2015
http://codigo-abierto.cc
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1 feb 2015

Sí a la Renta Básica Universal

En un mundo en el que el trabajo escasea, se hace precario y no es capaz de sacar a los trabajadores de la pobreza. Un mundo en el que un sector cada vez más importante de población se queda en paro por razones tecnológicas o por razones de competitividad. Un mundo en el que hay personas excluidas que no tienen ninguna remuneración (no porque no tengan trabajo o actividad sino porque no tienen empleo) a pesar de que su contribución es útil y trascendente para el mantenimiento y progreso de la sociedad en la que viven. En este mundo que hoy, por desgracia, es nuestra realidad, es obligatorio pensar en alternativas que permitan a la ciudadanía, a todos y cada uno de los ciudadanos, un mínimo de recursos, de bienes, para poder vivir dignamente. Corremos un gran riesgo social y vital si mantenemos un capitalismo totalmente liberado a sus fuerzas, un capitalismo de amiguetes, un capitalismo financiarizado, un capitalismo de casino, que ha hecho de las crisis sistemáticas un hecho excesivamente habitual y consigue empeorar y no mejorar la vida de una gran parte de la población[1].

La renta básica universal (RBU), según la define la Red Renta Básica, es un ingreso pagado por el estado, como derecho de ciudadanía, a cada miembro de pleno derecho o residente de la sociedad incluso si no quiere trabajar de forma remunerada, sin tomar en consideración si es rico o pobre o, dicho de otra forma, independientemente de cuáles puedan ser las otras posibles fuentes de renta, y sin importar con quién conviva. La RBU es una propuesta que ha sido ampliamente denostada y ninguneada, pero es una propuesta valiente y adecuada a las necesidades actuales de la gente, sobre todo en una situación de crisis. Puede, a mi entender, llegar a ser una de esas grandes ideas que se tienen, un ¡aja!, que pueden mejorar muchísimo la gestión de la cosa pública. Sin embargo, poco se conoce de las posibilidades que encierra y mucho se critica sin ninguna base y si ningún conocimiento sobre la misma.

Cuando se habla de RBU, se recurre habitualmente a cálculos fáciles pero muy equivocados ya que se multiplica su importe por el número de habitantes del país. Nada más lejos de las propuestas y los estudios que se están llevando a cabo[2]. Es cierto que todos los ciudadanos del país tendrán derecho a la RBU, pero a la financiación de la misma se llega fácilmente con ajustes en la normativa fiscal. La financiación es precisamente uno de los puntos fuertes del sistema ya que se logra aumentando el porcentaje de contribución que deben hacer los ciudadanos más ricos, lo que se denomina desde algunos sectores un impuesto solidario. Al contrario de las medidas que se vienen tomando para mejorar la economía, no es necesario recortar las prestaciones sociales como la sanidad, la educación, las pensiones, etc.

La RBU que aquí se defiende se caracteriza por: 1) Sustituye a toda prestación pública monetaria de cantidad inferior, 2) aquellas prestaciones públicas actuales que superen su importe se seguirán percibiendo como complemento igual a la diferencia existente, 3) está exenta de IRPF, 4) su importe debe ser una cantidad que cubra las necesidades vitales de las personas y superior al umbral de pobreza, 5) debe ser percibida por todos los ciudadanos.

La medida plantea una serie de ventajas que pasamos a enumerar: 1) Facilita enormemente la gestión de las prestaciones sociales, ya que todas aquellas que estén por debajo de la cantidad asignada no se mantienen. No obstante, se seguiría complementando la RBU con la parte de aquellas prestaciones que superen la RBU, 2) una RBU puede financiarse rápida y fácilmente mediante una reforma fiscal, 3) claramente consigue, como parece obvio, una mejora en los índices de desigualdad que estarían cerca de los que tienen los países menos desiguales, 4) su puesta en marcha es muy fácil y ágil dando rápida solución a las situaciones graves de necesidad, 5) tiene efectos sobre el empleo ya que estimula la demanda interna, 6) es un estabilizador del consumo ya que puede sostener la demanda en tiempo de crisis, 7) mejora la libertad de las personas ya que pueden elegir sus trabajos no obligados por la necesidad, además, por el mismo motivo aumenta el poder de negociación de los trabajadores, 8) evita etiquetar a las personas al ser un mínimo general, no es una limosna es un derecho básico, 9) permite acabar con la exclusión social, 10) evita la corrupción del pobre ante la necesidad, al no requerir el cobro de la RBU justificar ninguna situación personal o familiar, 11) facilita la auto-ocupación, la organización cooperativa y minimiza los posibles fracasos de las mismas, 12) al no centrarse en el trabajo y la productividad, hace más viable la consecución de objetivos de desarrollo sostenible.

La RBU no ha estado exenta de críticas aunque a veces teñidas de ideología y sin un análisis riguroso. Entre ellas: 1) su financiación incrementa los gastos públicos y pone en peligro el Estados de Bienestar; los estudios demuestran que el incremento del gasto público puede ser nulo, 2) permitiría mantener a vagos y provocaría el aumento de personas sin trabajar; la RBU es un ingreso mínimo y se puede tener un empleo remunerado o cualquier otra actividad lo que fomenta la libertad y el desarrollo de las personas, 3) relegarían a la mujer a las tareas del hogar; evitaría a la mujer y al hombre tener que emplearse por necesidades vitales en trabajos indecentes, precarios y mal remunerados, 4) provocaría un inmenso efecto llamada de la inmigración; con las desigualdades existentes en el mundo las mejoras siempre son un polo de atracción, 5) es una propuesta utópica; pero ya hay experiencias y demostraciones de lo contrario,  6) incrementa la inflación; cualquier incremento de la demanda puede aumentar la inflación pero ésta no es mala a corto plazo si luego se estabiliza y controla, 7) no acaba con las injusticias del capitalismo; claramente no es la única medida a implementar ni es la solución para todos los males del capitalismo.

Actualmente hay un debate entre RBU y el trabajo garantizado (TG). Este último persigue, manteniendo la sociedad del trabajo, el pleno empleo. Así la gente se dignifica, socializa y desarrolla sus potencialidades a través del trabajo. Es una medida a tener en cuenta, pero es más lenta y se queda un paso más acá de lo que persigue la RBU, ésta tiene como una de sus principales características: su aplicación inmediata que conseguiría mejorar la posición de los más débiles y eliminar casi de golpe la pobreza. Por otra parte es posible e incluso se debe compatibilizar con la RBU ya que hay muchos nichos de trabajo sin explotar: dependencia, cuidado de niños, medio ambiente, investigación, transición energética, etc. Por otra parte, el TG además de ser más difícil en su aplicación, no garantiza una masiva creación de puestos de trabajo a corto y medio plazo, siendo, además, más dificultoso el estudio de los recursos necesarios para su puesta en marcha que, con seguridad, tiene que ser progresiva.

Estoy, en consecuencia, con los que piensan que la sociedad no puede estar centrada en el mundo del trabajo asalariado, este sistema provoca desigualdad, pobreza e injusticias. La realidad nos está exigiendo que vayamos un paso más allá, hacia una sociedad post-laboral. El mundo del trabajo da mucho poder a las empresas que tienden, como consecuencia del propio sistema, a hacerse más grandes y poderosas, recortando cada vez más la democracia y la libertad de las personas. En estas circunstancias, estoy convencido de que debemos decir SÍ a la RBU, claro, siempre y cuando ésta suponga la posibilidad de que todas las personas tengan garantizada la existencia material mínima y haga posible un mayor grado de libertad al decidir sobre la vida de cada uno. Para su consecución, no obstante, es necesaria una redistribución de la renta que vaya de aquellos que más tienen a los que tienen menos y pasa ineludiblemente por una decisión política (¡es la política estúpidos![3]) ya que, por otra parte, esta competencia entra dentro de las obligaciones de cualquier gobierno y la debe imponer a la voluntad de aquellos que piensan que estamos en el mejor de los mundos, regido por el mercado de la mano invisible que lo resuelve todo de la manera ideal, pero que, sin embargo, ha demostrado que nos depara sorpresas dolorosas.

Para finalizar un apunte sobre la libertad: ¿De qué libertad hablamos si las personas no pueden tener lo mínimo para cubrir las necesidades básicas de la vida? ¿De qué libertad hablamos si la única opción de una gran parte de los ciudadanos es ser perdedores en una sociedad competitiva y se ven obligados a coger la única opción que la sociedad a veces, no siempre, les da? ¿De qué libertad hablamos si gran parte de las personas no pueden desarrollar si quiera sus capacidades y competencias para poder elegir libremente?

[1] Ver mi anterior artículo La Sociedad del Trabajo.

[2] Este artículo es deudor, entre otros, de los trabajos efectuados por los profesores Jordi Arcarons,  Antoni Domènech, Daniel Raventós  y Lluís Torrens. El lector que quiera profundizar puede acudir a Red Renta Básica y a las páginas de Sin Permiso.info

[3] Se pretende hacer un remedo con  la frase (the economy, stupid),  muy utilizada en la política estadounidense durante la campaña electoral de Bill Clinton en 1992.



por Ernesto Ruiz Ureta |

nuevatribuna.es | 31 Enero 2015 - 

Podemos y el mando

El Samur atiende a 21 personas en la marcha de Podemos en Madrid


El 25 de mayo de 2014 terminó el ciclo de movilizaciones en España que había empezado el 15 de mayo de 2011. Los resultados electorales de Podemos en las elecciones europeas que se celebraron ese día cerraron una fase y abrieron otra. El  centro de gravedad de la política dejaba de estar en la sociedad civil o en grupos ciudadanos para volver al terreno de juego de los partidos.

Desde las elecciones europeas, no ha habido en Madrid ni una sola manifestación masiva que evocara al 15-M, a las huelgas generales o a las mareas. Solo puede ser comparable la concentración contra la monarquía realizada después de la abdidación del rey, y precisamente apenas una semana después de las elecciones europeas. Aquella manifestación fue secundada por líderes de Podemos, pero a última hora se descolgaron formalmente de la convocatoria y conservaron un perfil bajo durante la marcha. Desde el primer minuto, el núcleo de Pablo Iglesias eligió evitar las batallas de la izquierda que no eran hegemónicas y concentrar su discurso en "la casta".

Y ya está. También las manifestaciones más modestas se han reducido. De 2013 a 2014, en concreto, en Madrid se han convocado un 30% menos de concentraciones. Después de cuatro años de movilizaciones, y con el regusto de las 'Marchas de la Dignidad' del 22 de marzo de 2014 sobre la mesa, los exitosos resultados de Podemos en mayo pulsaron el botón de pausa en la calle. Hasta este sábado.

En la fase 15-M el protagonismo de las movilizaciones recaía sobre la multitud anónima. ¿Quiere usted convocar una manifestación? Vale, pero no lo haga en nombre de ningún partido, ningún sindicato, sino como grupo de individuos conectados. Y si ve un titular el uso de la pasiva refleja -"Se convoca una manifestación contra...."- puede usted darse un aplauso: acaba de conseguir más afluencia.

Podemos ha hecho exactamente lo contrario. No ha impulsado con grupos ciudadanos con los que quiere confluir una "manifestación ciudadana", no; no ha convocado siquiera una concentración "contra la casta", que les habría funcionado igualmente y sin duda establece una conexión de apoyo directo con ellos. Tampoco ha elegido su aniversario o alguna fecha políticamente simbólica. Nada de eso. Podemos ha convocado una manifestación "en apoyo a Podemos" de la manera más explícita posible: "Queremos saber qué gente quiere hoy apostar por el proyecto de Podemos". Una demostración de fuerza.

Ni una manifestación multitudinaria como la de este sábado en Madrid puede estar a la altura de esa expectativa. Cualquier cifra de asistentes que pensemos podría ser usada en contra de Podemos, para delimitar su fuerza. Es algo sobre lo que los propios miembros del partido estaban algo preocupados y quizá es por lo que añadieron el sempiterno "por el cambio" en el eslogan de la marcha. Y, sin embargo, la sensación consensuada por casi cualquiera que no les mire con inquina es que la concentración les ha salido bien.

La verdadera demostración de fuerza de Podemos es haber convocado una manifestación a su favor, sin mensaje claro, sin una causa concreta por la que concentrarse, sin enemigo, sin fecha simbólica, sino pura y llanamente una manifestación a favor de un partido político, y haber conseguido el respaldo equivalente a la de una gran movilización social.

Obviamente, las razones por las que la gente acudía a la manifestación van mucho más allá que mostrar su apoyo a Podemos. Y, del otro lado, también es cierto que la concentración no ha sido tan desbordante como por ejemplo la de las Marchas de la Dignidad del 22-M. Pero en esta nueva era que empezó con las elecciones europeas, en este nuevo juego entre partidos, Podemos tiene el mando de la tele, tiene el mando del debate ideológico de la izquierda y ahora ha demostrado que tiene el mando de la calle. Solo les queda darle al fast-forward.

por Juan Luis Sánchez
31/01/2015
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