Los científicos piden cambios "radicales" para mitigar los efectos del cambio climático. AFP |
El último informe del Panel Intergubernamental de expertos sobre Cambio Climático (IPCC), la mayor organización científica sobre la materia, ya ha alertado de que son necesarios cambios “radicales” para mitigar sus efectos. “Tenemos que despedirnos del sistema económico actual”, ha advertido uno de sus investigadores, el catedrático de Economía del Cambio Climático de la Universidad Técnica de Berlín, Ottmar Edenhofer.
Pero por el momento, parece que el “sistema económico actual” al que se refiere Edenhofer se resiste a abandonar. Sobre todo porque más allá de los efectos perniciosos, el cambio climático supone una buena oportunidad para hacer caja, unas veces con mejor intención que otras, a veces con mayor acierto que otras. Ante este panorama, empresas, investigadores, gobiernos, industria e inversores trabajan ya en el amplio mercado surgido de la necesidad de mitigar los efectos del calentamiento global, pero también de adaptarse a sus posibles consecuencias, o adelantarse a ellas. Una carrera a contrarreloj para asegurarse un puesto en el escenario de futuribles ganadores.
Alemania, líder mundial en energías renovables, es uno de los que tiene garantizada buena parte del pastel energético, un sector clave para los cambios que se avecinan, y en el que tiene puestas grandes expectativas. El ministerio de Medio Ambiente de la Cancillería proclama en su página web: “La protección del clima abre una masiva oportunidad para las empresas alemanas que ayudará a fortalecer la posición de liderazgo como país exportador de tecnologías.
En efecto, el mercado de las renovables en Alemania, que da empleo a más de 380.000 personas en el país, ya movía 25.000 millones de euros en 2010 por venta de maquinaria y tecnología y 12.000 sólo en concepto de exportaciones. Según la Agencia Alemana de la Energía, el país ya tiene el tercer sector de energía eólica más importante del mundo y el primero de energía solar.
Esto no significa que otros mercados energéticos estén abocados a la ruina. La nuclear, por ejemplo, que ha perdido apoyo de sociedad y gobiernos desde el accidente de Fukushima en 2011, podría tener importantes posibilidades en un futuro cercano. El lobby nuclear, advierte Raquel Montón, del área de Energía y Cambio Climático de Greenpeace, está trabajando para conseguir subsidios y ampliar el parque nuclear de algunos países, basándose en el escaso dióxido de carbono que, en teoría, expulsa a la atmósfera este tipo de energía.
La presión por reducir las emisiones de CO2 ha abierto un mundo de posibilidades comerciales. EEUU ya vende algunos proyectos de captura y almacenamiento de carbono, una nueva tecnología para concentrar el gas contaminante y enterrarlo bajo tierra que no cuenta con el visto bueno de los ecologistas. Y el dueño de la empresa Virgin Records, el británico Richard Branson, lanzó en 2007 un concurso científico internacional que ofrece 25 millones de dólares para quien consiga inventar un mecanismo que elimine los gases de efecto invernadero de la atmósfera y que sea económicamente viable y sostenible a largo plazo. Después de recibir miles de propuestas, el reto ya cuenta con once finalistas.
También el deshielo progresivo del Ártico supone una mina aún por explotar para la industria petrolera y gasística mundial, en especial para Rusia y EEUU. Según estimaciones del United States Geological Survey, esta zona del planeta alberga alrededor del 22% de las reservas no descubiertas de petróleo (90.000 millones de barriles) y el 30% de las de gas natural. Es, por tanto, un sabroso pastel al que hincar el diente. Rusia, con la compañía Gazprom, es sin duda quien lidera la carrera (su plataforma Prirazlomnaya ha sido la primera en conseguir extraer petróleo a 50 grados bajo cero y bajo una capa de hielo de tres metros de espesor), pero otras compañías de EEUU, Holanda, Francia, Alemania, Reino Unido o Corea del Sur pelean de igual modo por colarse en el reparto. También la española Repsol tiene ya licencias de explotación bajo su custodia. Además, la subida de las temperaturas en el Ártico podría abrir nuevas vías de transporte comercial, como la Ruta Marítima del Norte que Rusia pretende poner en marcha.
No obstante, no todos los inversores lo tienen claro: “Va a haber cambios muy relevantes en el panorama del mundo, pero es muy difícil para una empresa hacer planes de negocio con perspectiva de aquí a 30 años”, asegura Arturo Rojas, socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI). La consultora, sin embargo, reconoce que existen fondos cada vez más sensibles a los efectos del cambio climático y sectores con una enorme proyección de rentabilidad para los inversores.
Quizás el caso más flagrante de todos es el del agua, un recurso vital con graves problemas de abastecimiento, distribución y composición a los que hacer frente, es decir, de los que hacer negocio. Frente a las sequías de algunas zonas, aumentará el nivel del mar por el derretimiento de los polos. Habrá más agua, pero su ciclo natural variará, provocando lluvias torrenciales y mal distribuidas. Según la empresa de inversiones Sustainable Asset Management, la desalinización es una de las actividades con mayor potencial de crecimiento. Sólo en India, este mercado tiene previsto triplicar su crecimiento para 2017 hasta los 1200 millones de dólares. La química estadounidense Dow Chemical (responsable del accidente de Bhopal), Saline Water Conversion Corporation y el gobierno de Arabia Saudí ya han llegado a un acuerdo para investigar sobre nuevos procesos y tecnología.
Otra buena prueba del atractivo del mercado del agua es el SGI World Water CW, un índice bursátil creado en 2004 que mide la evolución de las 20 mayores compañías de abastecimiento, infraestructuras y tratamiento de agua del mundo. El 35% de estas empresas pertenece a EEUU, el 20% a Reino Unido y el 10% a Suiza. Según explica el también socio de AFI David Cano en un artículo publicado en la revista Economía Exterior, hasta 2012 el SGI World Water ha acumulado una rentabilidad mucho mayor (114%) a la de otros índices bursátiles del mundo, como el Nasdaq 100 (62%), Standard & Poors 500 (20%) o el Eurostoxx 50 (-12%). Además, advierte de que “sus empresas cuentan con unas expectativas de crecimiento superior a la de la media del conjunto de la economía”.
En consecuencia, Sustainable Asset Management asegura que el sector del agua potable, cada vez más cara y cada vez más en manos privadas, supone “enormes oportunidades a medida que se espera que aumente la demanda de los países en vías de desarrollo”. “SGI World Water ofrece, desde su nacimiento, rentabilidad absoluta, mejor comportamiento relativo e inferior volatilidad: la combinación perfecta que avala la idoneidad de este sector para incluirlo en las carteras”, suscribe Cano.
Mapa con los países donde se están acaparando tierras. LAND MATRIX |
Otro tanto ocurre con el sector de la alimentación, sobre todo los derivados de la agricultura. Los cambios en las temperaturas, el previsible aumento de la demanda para abastecer a una población creciente y el uso cada vez mayor de biocombustibles en sustitución de otros carburantes más escasos, ha acelerado la compra de terrenos por parte de gobiernos y de las principales empresas alimentarias que quieren asegurarse el beneficio ante un bien cada vez más cotizado. El Banco Mundial estima que sólo entre los años 2008 y 2010 fueron vendidas o arrendadas a inversores extranjeros hasta 60 millones de hectáreas de terrenos para la agricultura a gran escala, más del 50% de ellas en África.
Según Land Matrix, una organización que recopila, compara y analiza los datos disponibles sobre la compra y venta de tierras, EEUU, con más de 7 millones de hectáreas cultivables en otros países, es el mayor acaparador de terrenos, seguido de Malasia (3, 5 millones), Singapur (2,9 millones) Emiratos Árabes (2,8 millones), Reino Unido (2,4 millones), India (2.1 millones) o Canadá (2 millones). Del otro lado de la moneda, entre los 10 países donde se están acaparando más tierras, siete son africanos. Nueva Papúa e Indonesia, con más de 3,5 millones de hectáreas vendidas cada uno, son los dos países que encabezan la lista. Les siguen Sudán del Sur (3,4 millones), República Democrática del Congo (2,7 millones), Mozambique (2,2 millones) o el Congo (2,1 millones). Rusia, por ejemplo, se encuentra en ambos lados de la contienda.
En cualquier caso, pocos en el sector de la alimentación se frotan las manos tanto como la industria de la biotecnología, que ya investiga no sólo con semillas transgénicas resistentes a determinadas plagas o herbicidas, sino también que puedan soportar sequías o crecer a bajas temperaturas. "Esta es la herramienta del futuro", dice a este periódico Daniel Ramón, de la Asociación Española de Bioempresas (Asebio), que se queja del casi nulo respaldo de Europa a estas tecnologías. “Europa no es consciente de que está a punto de perder un tren importantísimo y luego nos lamentaremos”, dice.
Aún así, la industria de la biotecnología en el mundo, con EEUU a la cabeza, ha venido experimentando incrementos anuales del 15% y aumentos en la inversión en I+D de alrededor del 34% cada año, según datos de la Comisión Europea. No sólo para alimentación. Los nichos de negocio para esta industria son enormes y variados. Por ejemplo, desarrollando microorganismos que sean capaces de generar plásticos biodegradables o que cambien la flora digestiva del ganado para reducir sus flatulencias. No es baladí. Según los científicos, los gases de los rumiantes representan cerca del 15% de todas las emisiones de metano a nivel mundial.
Aunque la lista de potenciales ganadores seguramente albergue a muchos otros, es aún incierta. Lo que sí parece seguro es quiénes llevan todas las de perder. El cambio climático afectará sobre todo a los países pobres, a pesar de que son los que menos contribuyen a generarlo.
“Tenemos los conocimientos para resolver los impactos del cambio climático, así como para lidiar con oportunidades para la mitigación. Y cuanto antes empecemos mejor será, porque si nos atrasamos el costo se disparará considerablemente”, respondía a Público el presidente del IPCC, Rajendra Pachauri, poco antes de finalizar las negociaciones de la cumbre de Lima el pasado diciembre.
por Lucía Villa
Publicado: 14.02.2015
Fuente