Francisco Camps, cuando aún era presidente de la Generalitat valenciana, junto a la plana mayor del Partido Popular. PP |
Cuando una mañana de julio del 2013 desayunábamos leyendo en el periódico que el presidente del Gobierno había intercambiado unos SMS con Bárcenas pidiéndole al corrupto confeso que fuera fuerte en la cárcel, que aguantase con ánimo y le prometía que desde fuera iban a hacer todo lo posible para salvarle el pellejo, muchos acabamos de tomarnos el café con las manos en la cabeza y el convencimiento de que con una prueba tan clara de corrupción a su espalda, a Rajoy no le quedaría más remedio que dimitir por la presión que recibiría en lo que le quedaba de mandato. Nos equivocamos y mucho. Hoy sabemos que eso no pasó, que las manos en la cabeza duraron lo que tardó en llegar el siguiente titular.
Nos hace falta un concepto en el diccionario que explique por qué hemos olvidado qué fue de Julian Assange, aquel tío de Wikileaks que pateó las estructuras del poder, siendo perseguido por ello, que se convirtió en icono máximo y definitivo de una serie de ideales durante aproximadamente una semana, hasta el siguiente titular. Gandhi pasó a la historia porque hace 80 años no había Internet. Hoy día, su huelga de hambre hubiera sido trending topic los dos primeros días, hasta que el caso de un Pequeño Nicolás indio de la época se hubiera cruzado en su camino, inundando los platós de televisión de India de imágenes del adolescente reunido con todos y cada uno de los mandos colonos, que jurarían no conocerlo de nada. Hoy en Nueva Delhi se tomaría el té a las cinco.
Nos hacemos expertos en ébola, accidentes de avión, Ucrania, Palestina o la situación de las fronteras en Ceuta y Melilla con la misma velocidad y facilidad con la que metemos en un cajón y quemamos toda la información recibida, para tranquilidad de muchos responsables de ciertas situaciones y desesperación de las víctimas de las mismas situaciones. Necesitamos urgentemente esa palabra que defina y explique qué extraño y nada útil superpoder nos hace olvidar con la misma rapidez con la que tenemos acceso al más gigantesco catálogo informativo diario que haya existido.
Ayer el PP respiró aliviado tras conocerse que el Tribunal Superior de Justicia no juzgará el caso Gürtel en la Comunidad Valenciana hasta pasadas las elecciones. Qué más da que el juicio sea un poco antes o un poco después si ya sabéis desde hace varios años lo que han hecho esos políticos, nos preguntaría una mente con cierta capacidad de retención venida de alguna galaxia lejana. No da igual, le responderíamos nosotros si tuviéramos consciencia de lo que nos pasa. Si no nos recuerdan una semana antes de las elecciones con un juicio televisado y tuiteado que nos han robado, volveremos a votarlos, idiota, nos indignaríamos con la inocente mente venida de lejos.
Dicen que un usuario de Internet permanece de media en una página unos siete segundos. Si por lo que sea ha llegado usted hasta el final de este artículo, le doy las gracias y la enhorabuena.
por Gerardo Tecé
02 de abril de 2015
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