Un proyecto muestra la cara de las personas más influyentes del centro bancario de Europa.
El detonante que puso a trabajar a Daniel Mayrit fue un panfleto que la Policía de Londres dejó en su buzón. En ese pasquín aparecían las fotografías de varios jóvenes que habían tomado, supuestamente, parte en los disturbios de Tottenham de agosto de 2011. El licenciado en Comunicación Audiovisual y fotógrafo Daniel Mayrit leyó esas fotografías como lo que eran, “objetivamente hablando no tenemos más que una imagen de muy baja calidad”. Tomadas en su mayoría por cámaras de videovigilancia, lanzaban un mensaje: “culpables”. En los meses posteriores, el primer ministro, David Cameron, lanzó una campaña contra las redes sociales, para dotar de más competencias a la policía y promulgar la privatización parcial de las fuerzas del orden: “A la minoría de los sin ley, a los criminales que se han quedado con todo lo que han podido, os vamos a buscar, os vamos a encontrar, os vamos a acusar ante los tribunales, os vamos a castigar y vais a pagar todo lo que habéis hecho”, profirió Cameron. 20.000 personas fueron detenidas ese verano a raíz de unos enfrentamientos que habían comenzado por el asesinato de un joven a manos de un agente de Policía. Los daños materiales y contra la propiedad estimados ascendieron a 200 millones de libras.
Mayrit decidió darle la vuelta al mensaje que había lanzado el Gobierno británico. Tomó el listado de las cien personas más poderosas del centro financiero de Londres que publica la revista económica Square Mile. Su objetivo fue poner “por lo menos una cara” a estos poderosos. A partir de ahí trató las imágenes para presentar a las personas que mueven los hilos con la misma apariencia que los detenidos en los disturbios de Tottenham. El resultado es You haven’t seen their faces (No habéis visto sus caras), un libro que se presenta estos días, en el que Mayrit publica los salarios, patrimonio y escándalos de cien personas que guían los designios del centro bancario del mundo, la milla cuadrada o “el corazón del monstruo”, como fue bautizada durante las protestas antiglobalización de los 90: su majestad, la City de Londres.
Poder ayer, poder hoy
El origen romano de este establecimiento se recuerda en todos los actos que honran las ceremonias de nombramiento de la Corporación de la ciudad. La Corporación es un gobierno elegido por las empresas –que tienen votos en función de sus trabajadores– y que constituye uno de los cuatro pilares sobre los que se basa el régimen británico, junto a la Corona –que no tiene autoridad sobre el Gobierno de la City–, la Cámara de los Comunes –que da espacio a un representante de la City para hacer tareas de lobby– y la Iglesia anglicana.
La Ciudad Secreta, un documental editado al calor del movimiento Occupy London –u Occupy London Exchange, ya que la acampada se levantó en la Bolsa de la City– muestra cómo se levantó este imperio dentro del imperio. La respuesta: a través de la financiación de las guerras napoleónicas, la financiación de las plantaciones y el tráfico de esclavos y, más recientemente, la especulación sobre todo tipo de derivados, sobre la creación de burbujas o, en las últimas semanas, sobre una posible salida del euro por parte de Grecia. Es una ciudad “construida en torno a los intereses del capital financiero y de aquellos que están a cargo de ese sistema económico”, en palabras del guionista del documental, Lee Salter. “Es un Estado en sí mismo, se hacen las políticas para la City. Si la City está tranquila, el Gobierno está tranquilo, si la City está alterada...”, explica Mayrit. Las alteraciones en la City suben el pan, bajan los salarios, reducen el gasto social, liman los sistemas públicos de pensiones, encarecen el acceso a la sanidad o la educación o cortan la financiación a los países sospechosos de no poder afrontar sus pagos. Pero a los más poderosos de la ciudad, en la que sólo viven 7.000 personas pero donde trabajan más de 300.000, nadie les somete a examen. No hay juicios. “Mi proyecto”, expone Mayrit, “va del anonimato de esta gente. Como no están sometidos al escrutinio viven como viven”.
“Nunca antes debieron tan pocos tanto dinero a tantos”, con este elocuente título el Independent anunciaba un nuevo récord en los bonus alcanzados por los bancos de la City, en el año después de la tormenta financiera generada tras la caída de Lehmann Brothers. Si dos semanas de incendios, robos y peleas en Londres cuestan 200 millones de libras al electorado inglés, introducir a la economía mundial en la recesión más profunda desde los años 70 ha tenido un “premio” en bonus para la banca de ciento treinta mil millones de euros entre 2007 y marzo de 2015, según la campaña Robin Hood Tax, formada por 115 asociaciones y ONG británicas.
Una cantidad “especialmente llamativa”, resume esta campaña, si se tiene en cuenta cómo se han comportado estos bancos. A pesar de que la propaganda de la Corporación destaca el peso que tiene este centro financiero en el PIB y en el comercio británico (alrededor de un 5% y un 34%, respectivamente), no puede escapar de una evidencia: que se trata del primer paraíso fiscal del planeta. Interconectado con antiguas plazas coloniales británicas como las islas Caimán, las Vírgenes, Gibraltar o Hong Kong, la City mueve el 55% del capital que se mueve a través de los circuitos off shore.
El coste del rescate bancario en Reino Unido se estimaba en 2012 en 155.000 millones de euros (31.000 se contaron como pérdidas). Al mismo tiempo, las dudas se convirtieron en deudas: la suma de pública y privada suma un 406% del PIB británico, la deuda pública ha aumentado del 22,5% del PIB al 86,9% en los últimos ocho años. En ese mismo periodo, el número de personas “demasiado pobres para participar en la sociedad” ha aumentado en 2,2 millones de personas. El 40% de la población del Reino Unido vive por debajo del umbral de la pobreza.
Todos los días
Una de las ocurrencias que más éxito ha tenido desde el comienzo de la crisis fue dicha por George Soros. Es su “los mercados votan todos los días”, algo que se demuestra cada vez que se encienden las luces de la City. Un sector de la City aboga por romper amarras con la UE, donde está desde 1973, ante un eventual incremento de la regulación sobre el sector financiero. Otra parte, sin embargo, considera que Europa es un magnífico rehén (o socio) a nivel comercial. La última postura ha salido reforzada con la decisión del Tribunal de Justicia europeo de mantener la posibilidad de que las operaciones bursátiles en euros se hagan efectivas en países fuera de la zona euro, un negocio que cada año mueve 200.000 millones de euros. Una sentencia en contra de los deseos del BCE, interesado en recuperar este negocio sin tensar demasiado las relaciones con Londres.
No en vano, la Corporación gasta alrededor de 75 millones de euros anuales en hacer lobby en la isla, y alrededor de 120 en hacer presión en Bruselas. Son las cifras oficiales; las extraoficiales, que se traducen en acuerdos de pasillo, de puertas giratorias o propiamente de vestíbulo (lobby) no aparecen en los libros.
“La City pide más reformas pese a la incertidumbre política”. El titular, del 15 de marzo, lo publicó Expansión, que juntó a algunos de los trabajadores españoles del sector financiero para analizar el futuro político desde el punto de vista de los brokers. Uno de ellos, Manuel Falcó, de la banca Citi ve “interesante ver qué votan los españoles a final de este año, pero lo más deseable sería una reedición de los Pactos de la Moncloa, donde las fuerzas políticas se pongan de acuerdo para acometer esas reformas estructurales”. Otro de los entrevistados apunta cuáles son las reformas que verían con agrado: la reforma fiscal, de la administración y del mercado laboral ,“limitando las diferencias entre contratos temporales y fijos”, están en la lista de deseos de algunos de los aprendices de los cien más poderosos de la milla cuadrada, el “corazón de la bestia”.
16/04/15
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Mayrit decidió darle la vuelta al mensaje que había lanzado el Gobierno británico. Tomó el listado de las cien personas más poderosas del centro financiero de Londres que publica la revista económica Square Mile. Su objetivo fue poner “por lo menos una cara” a estos poderosos. A partir de ahí trató las imágenes para presentar a las personas que mueven los hilos con la misma apariencia que los detenidos en los disturbios de Tottenham. El resultado es You haven’t seen their faces (No habéis visto sus caras), un libro que se presenta estos días, en el que Mayrit publica los salarios, patrimonio y escándalos de cien personas que guían los designios del centro bancario del mundo, la milla cuadrada o “el corazón del monstruo”, como fue bautizada durante las protestas antiglobalización de los 90: su majestad, la City de Londres.
Poder ayer, poder hoy
El origen romano de este establecimiento se recuerda en todos los actos que honran las ceremonias de nombramiento de la Corporación de la ciudad. La Corporación es un gobierno elegido por las empresas –que tienen votos en función de sus trabajadores– y que constituye uno de los cuatro pilares sobre los que se basa el régimen británico, junto a la Corona –que no tiene autoridad sobre el Gobierno de la City–, la Cámara de los Comunes –que da espacio a un representante de la City para hacer tareas de lobby– y la Iglesia anglicana.
La Ciudad Secreta, un documental editado al calor del movimiento Occupy London –u Occupy London Exchange, ya que la acampada se levantó en la Bolsa de la City– muestra cómo se levantó este imperio dentro del imperio. La respuesta: a través de la financiación de las guerras napoleónicas, la financiación de las plantaciones y el tráfico de esclavos y, más recientemente, la especulación sobre todo tipo de derivados, sobre la creación de burbujas o, en las últimas semanas, sobre una posible salida del euro por parte de Grecia. Es una ciudad “construida en torno a los intereses del capital financiero y de aquellos que están a cargo de ese sistema económico”, en palabras del guionista del documental, Lee Salter. “Es un Estado en sí mismo, se hacen las políticas para la City. Si la City está tranquila, el Gobierno está tranquilo, si la City está alterada...”, explica Mayrit. Las alteraciones en la City suben el pan, bajan los salarios, reducen el gasto social, liman los sistemas públicos de pensiones, encarecen el acceso a la sanidad o la educación o cortan la financiación a los países sospechosos de no poder afrontar sus pagos. Pero a los más poderosos de la ciudad, en la que sólo viven 7.000 personas pero donde trabajan más de 300.000, nadie les somete a examen. No hay juicios. “Mi proyecto”, expone Mayrit, “va del anonimato de esta gente. Como no están sometidos al escrutinio viven como viven”.
“Nunca antes debieron tan pocos tanto dinero a tantos”, con este elocuente título el Independent anunciaba un nuevo récord en los bonus alcanzados por los bancos de la City, en el año después de la tormenta financiera generada tras la caída de Lehmann Brothers. Si dos semanas de incendios, robos y peleas en Londres cuestan 200 millones de libras al electorado inglés, introducir a la economía mundial en la recesión más profunda desde los años 70 ha tenido un “premio” en bonus para la banca de ciento treinta mil millones de euros entre 2007 y marzo de 2015, según la campaña Robin Hood Tax, formada por 115 asociaciones y ONG británicas.
Una cantidad “especialmente llamativa”, resume esta campaña, si se tiene en cuenta cómo se han comportado estos bancos. A pesar de que la propaganda de la Corporación destaca el peso que tiene este centro financiero en el PIB y en el comercio británico (alrededor de un 5% y un 34%, respectivamente), no puede escapar de una evidencia: que se trata del primer paraíso fiscal del planeta. Interconectado con antiguas plazas coloniales británicas como las islas Caimán, las Vírgenes, Gibraltar o Hong Kong, la City mueve el 55% del capital que se mueve a través de los circuitos off shore.
El coste del rescate bancario en Reino Unido se estimaba en 2012 en 155.000 millones de euros (31.000 se contaron como pérdidas). Al mismo tiempo, las dudas se convirtieron en deudas: la suma de pública y privada suma un 406% del PIB británico, la deuda pública ha aumentado del 22,5% del PIB al 86,9% en los últimos ocho años. En ese mismo periodo, el número de personas “demasiado pobres para participar en la sociedad” ha aumentado en 2,2 millones de personas. El 40% de la población del Reino Unido vive por debajo del umbral de la pobreza.
Todos los días
Una de las ocurrencias que más éxito ha tenido desde el comienzo de la crisis fue dicha por George Soros. Es su “los mercados votan todos los días”, algo que se demuestra cada vez que se encienden las luces de la City. Un sector de la City aboga por romper amarras con la UE, donde está desde 1973, ante un eventual incremento de la regulación sobre el sector financiero. Otra parte, sin embargo, considera que Europa es un magnífico rehén (o socio) a nivel comercial. La última postura ha salido reforzada con la decisión del Tribunal de Justicia europeo de mantener la posibilidad de que las operaciones bursátiles en euros se hagan efectivas en países fuera de la zona euro, un negocio que cada año mueve 200.000 millones de euros. Una sentencia en contra de los deseos del BCE, interesado en recuperar este negocio sin tensar demasiado las relaciones con Londres.
No en vano, la Corporación gasta alrededor de 75 millones de euros anuales en hacer lobby en la isla, y alrededor de 120 en hacer presión en Bruselas. Son las cifras oficiales; las extraoficiales, que se traducen en acuerdos de pasillo, de puertas giratorias o propiamente de vestíbulo (lobby) no aparecen en los libros.
“La City pide más reformas pese a la incertidumbre política”. El titular, del 15 de marzo, lo publicó Expansión, que juntó a algunos de los trabajadores españoles del sector financiero para analizar el futuro político desde el punto de vista de los brokers. Uno de ellos, Manuel Falcó, de la banca Citi ve “interesante ver qué votan los españoles a final de este año, pero lo más deseable sería una reedición de los Pactos de la Moncloa, donde las fuerzas políticas se pongan de acuerdo para acometer esas reformas estructurales”. Otro de los entrevistados apunta cuáles son las reformas que verían con agrado: la reforma fiscal, de la administración y del mercado laboral ,“limitando las diferencias entre contratos temporales y fijos”, están en la lista de deseos de algunos de los aprendices de los cien más poderosos de la milla cuadrada, el “corazón de la bestia”.
Escándalo tras escándalo en la City
Daniel Mayrit estaba enviando su libro a imprenta cuando saltó a la prensa el último escándalo que salpicaba a la City. El asesoramiento del banco HSBC a sus clientes para la realización de fraude fiscal fue la comidilla de los periódicos en el mes de febrero. El caso Swissleaks se une a otros escándalos: el del Libor,un fraude, cuyas consecuencias aún se desconocen, sobre la tasación de miles de millones de euros en créditos que afecta a 16 bancos, o el caso de los PPI, seguros contra impagos que imponían a los clientes como si fueran obligatorios. Pero las tormentas se cierran con multas que no pasan de ser “irrisorias”, en palabras de Mayrit.
By Pablo Elorduy16/04/15
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