27 ago 2012

Las luces se apagan en Atenas.

En su último ensayo, una recopilación de artículos publicados entre 2009 y 2012, el escritor griego ofrece un desolador retrato de su país inmerso en la ruina y el desánimo.




Una mujer, en su tienda de muebles en Atenas. /

En Grecia, además de nuestro Parlamento con sus siete partidos políticos, existe un sistema no parlamentario que forman cuatro partidos: son los cuatro pedazos en los que se ha quedado dividida nuestra sociedad después de 18 meses de crisis económica. El creciente agravamiento de la crisis y la lucha diaria por la supervivencia no han logrado acortar las distancias entre estas partes. Muy al contrario, la brecha que las separa es cada vez mayor. Y, aunque se crean coaliciones entre ellas, hay también guerra en las trincheras.

» En primer lugar, encontramos el 'partido de los beneficiarios', al que pertenecen todos esos empresarios que se han beneficiado del mercantilismo político durante los últimos treinta años, especialmente las empresas de construcción. Éstas vivieron su apogeo en el preludio de los Juegos Olímpicos de 2004, cuando se aprovecharon de un Estado que se veía obligado a pagar a un precio inusitado cualquier encargo urbanístico. También pertenecen al partido de los beneficiarios las empresas que abastecían a los servicios públicos, por ejemplo, aquellas que suministraban productos farmacéuticos y equipos médicos a los hospitales estatales. Hasta hace muy poco tiempo los griegos no eran conscientes del volumen de dinero que se ha despilfarrado en este sentido. Hasta ahora eran los hospitales los encargados de comprar las medicinas y los equipos médicos. Ahora el Ministerio de Sanidad ha establecido que la adquisición de productos se realice a través de Internet y ha puesto a disposición de las instituciones 9.937.480 euros, una suma que se adecua al volumen de gasto que se había venido generando hasta el momento. Sin embargo, esta operación ha revelado que el precio real de los medicamentos solo asciende a 616.505 euros, es decir, un 6,2% de la cantidad que se había invertido anteriormente. Sin las nuevas medidas de contención del gasto todo habría continuado como antes, puesto que precisamente estos beneficiarios, las empresas de construcción y los proveedores de las clínicas, formaban una coalición con el partido del Gobierno y con sus ministros que no funcionaba nada mal.
Todos en el aparato del Estado sabían de la existencia de estos contactos y del coste que suponían para la sociedad, pero todos callaban. No solo porque los partidos se embolsaban así enormes donativos, sino porque estos sectores corruptos financiaban campañas electorales a los diputados, quienes a su vez se aseguraban buenos puestos de trabajo para sus familiares.

El desolador paisaje de negocios vacíos comienza a ser un elemento común
Al partido de los beneficiarios también se le podría denominar partido de los defraudadores, pues todos ellos lo son sin excepción, especialmente los trabajadores autónomos con ingresos elevados, como médicos o abogados. Cuando un griego va a la consulta de un médico, éste le informa: “La visita son 80 euros, si quiere factura, entonces serán 110”. Y así, la mayoría de los pacientes renuncian a la factura y se ahorran treinta euros. Debido al acuerdo entre estos profesionales y el partido del Gobierno, las autoridades callan y hacen la vista gorda.
Mientras tanto, el conjunto de los ciudadanos sin recursos no deja de crecer. Muchos de ellos no pueden ni siquiera costearse sus medicamentos. ¿Qué hacen entonces? Recurren a la organización Médicos sin Fronteras, que proporciona de forma gratuita algunas medicinas. Las dos clínicas de Médicos sin Fronteras que existen en Atenas están pensadas para asistir a inmigrantes sin recursos, que llegan a Grecia desde África en barcas de remos. Pero cada vez son más los griegos que piden ayuda. Algunos días hay casi mil personas haciendo cola en Médicos sin Fronteras.
Entre ellos, por ejemplo, diabéticos que ya no pueden permitirse comprar insulina. La miseria de los inmigrantes se extiende a los griegos. Hasta hace apenas medio año, cuando me asomaba a la calle desde el balcón de mi casa, veía a inmigrantes que revolvían entre los cubos de basura, en busca de algo para comer. En las últimas semanas, se han unido a ellos cada vez más griegos. No quieren revelar su miseria, por eso hacen su ronda a primera hora de la mañana, cuando las calles están casi desiertas.

Algunos días hay casi mil personas haciendo cola en Médicos sin Fronteras
Está claro que los beneficiarios y los defraudadores no tienen tales preocupaciones. Apenas sienten que el país está en crisis. Antes de que Grecia entrase en esta situación, ya habían trasladado su dinero al extranjero. Mientras que los bancos griegos han perdido en los últimos 18 meses alrededor de 6.000 millones de euros, los bancos extranjeros —especialmente los suizos— se frotan las manos.
Y también son los beneficiarios quienes abogan por el retorno del dracma. Cuentan con multiplicar su riqueza y poder así comprar, con toda tranquilidad, una importante parte del patrimonio del Estado, que —ya sea con euros o con dracmas— deberá ser privatizado forzosamente, pues el Estado carece de recursos.
Una tercera —y fatal— coalición la forman el Gobierno griego y los agricultores, que también son a su vez miembros del partido de los beneficiarios. Desde la entrada de Grecia en la Comunidad Económica Europea (CEE) en el año 1981 todos los gobiernos griegos se han quejado del destino de sus “pobres campesinos” y han proclamado que éstos merecían una vida mejor. Hace tiempo que estos agricultores se han asegurado una vida mucho mejor, gracias a las subvenciones agrícolas de la Unión Europea.

En muchos bloques de viviendas ya no se enciende la calefacción
Dichas subvenciones se repartían de forma arbitraria, sin revisar y sin comprobar si los subsidios solicitados se correspondían con la producción real. Los agricultores enterraban sus productos, proporcionaban cifras falsas y se llevaban el dinero. Además, el Banco Agrícola Griego les otorgaba generosos créditos que, a día de hoy, todavía no han sido devueltos.
Mientras, en el Gobierno, los amigos de los agricultores no ejercían presión alguna, porque los votos del campo eran muy valiosos. En la actualidad el Banco Agrícola está en quiebra y estos campesinos se pasean por su pueblo en sus Jeep Cherokee.

» El segundo de los cuatro partidos en los que Grecia se divide en la actualidad podría denominarse el partido de los honrados, aunque yo prefiero llamarlo el partido de los mártires. A este partido pertenecen los dueños de pequeñas y medianas empresas, sus trabajadores y los pequeños autónomos, por ejemplo los taxistas o los técnicos. Ellos rebaten la opinión, tan extendida en Europa, de que los griegos son unos comodones y se zafan del trabajo. Trabajan duro y pagan religiosamente sus impuestos. Sin embargo, aunque el partido de los mártires es el mayor de los grupos no parlamentarios, no es lo suficientemente fuerte para aliarse con nadie. Por eso lo explotan por todas partes. Son los que mayores sacrificios realizan a causa de la crisis, por eso me gusta llamarlos mártires.

Por todas partes es posible ver largas colas de taxis a la espera de clientes
El mayor golpe para la pequeña y mediana empresa es la recesión. El desolador paisaje de las tiendas o negocios vacíos comienza a ser un elemento común en todos los barrios de Atenas, incluso en las zonas comerciales más elegantes. Por ejemplo, la calle Patission. La Patission, como la llaman los atenienses, es la más antigua de las tres calles en las que se divide el centro de la capital y se considera el bulevar de la clase media. Como vivo por esa zona, conozco muy bien la calle. La Patission estaba siempre muy mal iluminada, pero no importaba porque los escaparates brillaban con luz propia. Estos días, por la noche la calle está oscura como boca de lobo: uno de cada dos comercios ha cerrado y los que todavía siguen abiertos, intentan sobrevivir a golpe de ofertas especiales.
En la calle Aiolous, una vía también situada en el centro y que siempre había constituido un destino comercial para aquellos con menos ingresos, la situación es aún más terrible. Quedan todavía algunas tiendas, pero están vacías, los clientes no acuden a comprar. Así que la calle Aiolous se ha convertido en una zona peatonal sin peatones. “¿Cuánto tiempo podré aguantar?”, me preguntaba la dueña de una pequeña tienda de ropa de caballero en la que entré a comprar calcetines. “Pueden pasar días hasta que aparece un cliente”. En los últimos tiempos, uno vacila mucho antes de entrar en un comercio, porque, tan pronto como se ha cruzado el umbral, el dueño o los dependientes le bombardean a uno con lúgubres noticias.
La dueña de la tienda de ropa de caballero no aguantó mucho: cuando el sábado pasado regresé a la calle Aiolous, su negocio también había cerrado. Una amiga de mi hermana trabaja en una pequeña empresa especializada en la construcción de viviendas. Es la única empleada: el dueño se ha visto obligado a despedir al resto del personal. ¿Quién quiere construir casas cuando por todas partes hay viviendas en venta que tampoco compra nadie? Hace siete meses que la amiga de mi hermana no cobra su sueldo, sin embargo, está feliz porque, al menos, conserva su puesto de trabajo.

Un sistema basado en su nepotismo tóxico ha destrozado al pueblo
Lo peor para los miembros del partido de los mártires es el desánimo. Han perdido la esperanza. Para ellos, tras la crisis no se esconde perspectiva alguna de alcanzar un futuro mejor. Cuando uno habla con ellos, no es posible dejar de pensar que solo están esperando a que llegue el final. Cuando una gran parte de la sociedad no logra reunir el optimismo necesario, significa que la vida es en verdad agobiante. En muchos de los bloques de viviendas en los que viven ciudadanos con ingresos escasos o moderados ya no se enciende la calefacción. Las familias carecen de dinero para gasóleo, o prefieren utilizarlo para otras cosas. Yo no conduzco. Tengo un taxista que me lleva o me recoge del aeropuerto. Su nombre es Thodoros, no está casado y vive solo. “Mire yo pago por el alquiler de este taxi 350 euros a la semana. Trabajo los siete días, pero solo me llega para pagar el alquiler. Muchas veces tengo que poner yo mismo dinero”.
A los griegos les gusta ir en taxi, porque es muy barato. Por 3,20 euros se puede llegar a cualquier lugar en el centro de Atenas y una carrera un poco más larga nunca cuesta más de seis euros. Hasta hace medio año, en las horas centrales del día era casi imposible encontrar un taxi libre. Ahora por todas partes es posible ver largas colas de taxis a la espera de clientes, no solo al mediodía, sino también por la noche y durante el fin de semana. Y esto no es lo peor.
La recesión no es la única preocupación de los mártires. A pesar de que sus negocios ya no rinden, están obligados a pagar sus tributos por partida triple: primero, el Impuesto sobre la Renta, después diferentes impuestos adicionales y, por último, un complemento de solidaridad. Un impuesto este, el de solidaridad, que el año próximo deberán abonar en dos ocasiones, mientras que otro impuesto indirecto, el IVA, se incrementó dos veces durante el año pasado. Mientras que los defraudadores no pagan nada o casi nada de estos impuestos adicionales o del complemento de solidaridad, porque muchos no presentan la declaración de Hacienda o disfrazan una gran parte de sus ingresos, los ciudadanos honrados no pueden casi ni respirar.

Vamos a sacrificar a tres generaciones en nombre de la crisis
Al grupo de los mártires pertenecen también los empleados y los trabajadores en paro del sector privado. En la actualidad, son muy pocos los trabajadores griegos a los que se les paga puntualmente su sueldo. La mayoría lo cobra en pequeñas cantidades y con un retraso de varios meses. Y todos pasan grandes dificultades y, sobre todo, viven angustiados, con el temor de que la empresa donde trabajan se vaya a pique de un día para otro.
La contención del consumo y la falta de créditos ha frenado el crecimiento económico del país y, por este motivo, son muchas las pequeñas empresas que se hunden estos días. Desaparecen, pero no se llevan consigo las numerosas deudas contraídas. Mi cuñado, representante de moda infantil, me contaba entristecido que solo la pasada semana había vivido tres casos semejantes. Es desesperante. Ahora, delante de las oficinas de empleo, se ven largas colas de parados que cada mes aguardan pacientemente la orden de pago con la que el banco debe transferirles su subsidio. Sin embargo, nunca pueden tener la certeza de que el pago llegue a principios de mes. A veces, tienen que esperar algo más para cobrar sus 416,50 euros, pues el número de parados no deja de crecer y a las oficinas de empleo se les termina el dinero.
Tras el colapso del aparato estatal y, sobre todo, del sistema fiscal, el Ministerio de Hacienda tuvo la brillante idea de cobrar impuestos a través de la factura de la luz. A quien no paga sus impuestos, se le corta la luz. He visto imágenes en la televisión griega de personas mayores que hacían cola en las oficinas de la compañía eléctrica para pagar el primer tramo de sus impuestos. Me entraban ganas de llorar. “El primer tramo asciende a 250 euros”, decía un hombre de unos sesenta y tantos años a la cámara. “A mí me dan una pensión de 400 euros, ¿cómo voy a vivir durante todo un mes con los restantes 150?”.

La contención del consumo y la falta de créditos han frenado el crecimiento del país
En ese momento, recordé mi regreso a Grecia en los años sesenta. Entonces me recibió una de las más curiosas estampas que uno pueda imaginar: de los tejados de alquitrán de muchas de las casas de una planta que poblaban los barrios obreros sobresalían llamativas varas de hierro. Eran horribles, pero representaban una promesa: el sueño de la segunda planta. El sueño del apartamento para el hijo o la hija en el piso de arriba. Durante toda su vida esa gente había ahorrado dinero para hacer realidad ese sueño, sacrificando cada céntimo. Y ahora se lo están quitando. Un sistema político en ruinas basado en su nepotismo tóxico y su falsa riqueza ha destrozado la dignidad de un pueblo.

» Otro partido es el partido de los Moloch, cuyos miembros han sido reclutados entre las filas del aparato estatal griego y sus empresas. El partido se divide en dos grupos. Al primero de ellos pertenecen los funcionarios y los empleados de los servicios públicos y las empresas estatales. En el segundo grupo se encuentran los sindicatos. El partido de los Moloch es el brazo no parlamentario del gobierno y el garante del sistema mercantil, pues está compuesto principalmente por cuadros y funcionarios del partido.
El sistema tiene una historia muy larga, que se remonta al final de la guerra civil, en los años cincuenta. Fue entonces cuando los nacionalistas, ganadores en la contienda, llenaron la Administración de compañeros de trinchera y fieles correligionarios. Era el premio por su lealtad a los ideales nacionalistas.

Todos los Gobiernos griegos han comulgado con la política de enchufes
Después, en 1981 —poco después de la entrada de Grecia en la CEE— llegó al poder el primer gobierno del partido socialista, el Pasok.  Según este partido, tras el largo dominio de los partidos de derechas, el aparato estatal estaba condicionado para rechazar las fuerzas liberales y resultaba imposible gobernar si su gente de confianza no ocupaba los puestos clave en la Administración. Sin embargo, no se conformaron solo con los puestos clave, y muy pronto todo el aparato estaba en manos de miembros del Pasok y sus contactos. Casi uno de cada dos militantes del partido obtuvo durante estos años un puesto en la Administración.
Desde entonces, todos los gobiernos han comulgado con esta política de enchufes, hasta los primeros meses de la crisis. Hasta entonces había suficiente dinero, gracias a las subvenciones de la CEE y más tarde de la Unión Europea. Cuando el dinero escaseaba, se cubrían los agujeros a golpe de crédito.
La mayoría de los miembros del partido en la Administración no trabajan o hacen solo lo indispensable. Una amiga, ingeniera en un organismo estatal, me contaba su experiencia: hace un año llegó un nuevo compañero a la oficina. El primer día anunció: “Queridos compañeros y compañeras, he olvidado todo lo que aprendí en la universidad”. No trabajó ni un solo día y aquello no pareció contrariar a ningún superior.

La mayoría de los miembros del partido en la Administración no trabajan, o hacen solo lo indispensable
Pero el partido de los Moloch está dividido. Una parte se sentiría mucho más cómoda en el partido de los mártires. Se trata de esos funcionarios que no accedieron a sus puestos a través de contactos en el partido, sino que tuvieron que realizar una oposición. Son los únicos funcionarios que trabajan de verdad, en ocasiones llevando la carga de dos o tres compañeros que son miembros del partido. Son las víctimas del sistema.

» El cuarto y último partido de la sociedad griega es el que más me preocupa. Es el partido de los desesperanzados: los jóvenes griegos, sentados todo el día frente al ordenador, buscando en internet, desesperados, un trabajo, sea donde sea. No son emigrantes como sus abuelos, que en los años sesenta llegaron a Alemania desde Macedonia y Tracia para buscar trabajo. Estos jóvenes han ido a la universidad, algunos incluso tienen un doctorado. Sin embargo, cuando terminan la carrera se van directos al paro.
Ya sea a causa de la recesión, de las medidas de contención del gasto, del recorte de la deuda o de las reformas, el caso es que vamos a sacrificar a tres generaciones en nombre de la crisis. Hoy son los jóvenes los que más pierden; mañana lo seremos nosotros, porque en algunos años nos faltarán las fuerzas para seguir luchando.
Las generaciones nacidas después de 1981 no han crecido en una época de verdadera miseria, sino de falsa riqueza y les entra un ataque de pánico cuando tan solo se insinúa la palabra “renuncia”. La pobreza les resulta tan ajena como el desierto.

La espada de Damocles se publica en septiembre en español y está editado por Tusquets
Petros Márkaris
27 AGO 2012 -



26 ago 2012

Las Hurdes urbanas de hoy.

 

Acabo de terminar Donde Las Hurdes se llaman Cabrera, de Ramón Carnicer, una de mis lecturas de estas vacaciones. El texto, un libro de viajes y de denuncia social, fue publicado por primera vez en 1963, y armó cierto revuelo. Carnicer -leonés del Bierzo de origen, profesor en la Universidad de Barcelona- había recorrido a pie y con los ojos muy abiertos la paupérrima comarca leonesa, había hablado con todo el que se encontró en su camino y lo contaba en una prosa sencilla y muy eficaz, casi periodística por la mucha información que daba sobre las duras condiciones de vida de los habitantes de aquella remota zona. A las fuerzas vivas del régimen, sobre todo las más próximas, las de Astorga y León, no les gustó nada el retrato, probablemente porque se dieron por aludidos como responsables últimos de aquellas penurias.

El libro, reeditado ahora por Gadir, al cumplirse el centenario del nacimiento de Carnicer, ha envejecido bien tanto en su forma como en su contenido. Parece incluso un texto reciente. La injusticia social, las desigualdades, el aumento de la brecha entre clases sociales… vuelven por desgracia a estar de actualidad entre nosotros.

Los libros de viajes con denuncia social formaron casi un género literario en la España de hace algo más de medio siglo. Fueron uno de los pocos reductos desde donde la literatura le sacó los colores al franquismo. Muchos autores de novela del llamado realismo social frecuentaron también esta fórmula. Algunos expertos sostienen que el libro que abre la saga es el Viaje a La Alcarria, de Cela, es de 1948, pero a mí me parece que tiene demasiado costumbrismo y poca denuncia social.

Veo que Gadir también ha rescatado recientemente a otro clásico del género: Caminando por Las Hurdes, de Antonio Ferres y Armando López Salinas, que es de 1960. Las Hurdes era el sinónimo principal del atraso económico y de la pobreza desde mucho tiempo atrás, desde Les Jurdes. Étude de géographie humaine, publicado en 1927 por el hispanista francés Mauricio Legendre, y Tierra sin pan, el estremecedor documental de Luis Buñuel de 1932. Con las imágenes de Buñuel recientes, vistas en la Filmoteca, y el libro de Ferres y López Salinas en la mochila, mi amigo Juanjo Calvo y yo recorrimos a pie Las Hurdes en marzo de 1978, y escribimos también un libro… que no encontró editor.

Anterior a Caminando por Las Hurdes es otro clásico de la denuncia social disfrazada de libro de viajes para sortear a la censura franquista: Campos de Níjar, de Juan Goytisolo, en el que el escritor barcelonés retrata los paisajes y sobre todos los paisanajes de la comarca almeriense de Cabo de Gata, que hoy es boyante y exporta turismo de naturaleza y agricultura innovadora bajo plástico, pero que entonces era muy pobre y solo exportaba mano de obra barata al desarrollismo catalán. Goytisolo lo publicó en 1954, y unos años después volvió por Almería con un libro de viajes diferente, La Chanca, en el entonces mísero barrio de ese nombre al pie de la alcazaba, muy cerca del centro de la ciudad: de la Rambla, el Paseo o Puerta Purchena. Lo publicó en 1962, pero en París, ignoro si porque aquí se lo impidió la censura.

La Chanca tenía, por tanto, una novedad técnica, una innovación para el género. No era un libro de viajes a una zona rural más o menos remota, a una comarca inhóspita y pobre, sino a un barrio de una ciudad donde se vivía de modo miserable a pocos metros de donde habitaban los más acomodados. Quizás hoy habría que hacer lo mismo. Un libro de viajes, calle a calle, a cualquier barrio pobre de alguna de nuestra grandes ciudades, a Las Hurdes o las Cabrera de hoy. Caminar, mirar, preguntar, conversar… y contar cómo se vive en la España de los recortes y de la galopante desigualdad. Es probable que al régimen no le gustara el retrato.

Arsenio Escolar.
23 agosto 2012

La trampa de la antipolítica.


“Los medios no critican a los bancos porque son el verdadero poder”
 

21 ago 2012

Sobre vagos, corruptos.

La prensa de la derecha insulta a los andaluces "por votar lo que no debían" en las autonómicas

 
No es usual insultar a los votantes en los análisis de voto de cualquier elección. Los analistas políticos suelen centrar sus comentarios en la capacidad demostrada por los candidatos. Lo lógico es oír o leer que A ha sido un mal candidato y ha hecho una mala campaña o su oferta era mala, mientras que B lo ha hecho mejor u ofrecía una alternativa más creíble, más afín a los votantes. Porque tiene su aquel acusar a los votantes porque han ejercido el voto de una u otra manera. A quién se le ocurre, vienen a decir quienes así razonan, depositar el voto para aquellos que ustedes han elegido, cuando debían haberlo hecho a favor de este otro, que era el nuestro. Y como nosotros no nos equivocamos, son ustedes lo que están en el error. Y han votado de esta manera, además, porque son ustedes unos vagos, unos corruptos y unos mafiosos. Así ha sido, exactamente así, la reacción de una parte muy importante de la derecha ante el resultado de las elecciones andaluzas. Y su prensa, la que ha estado durante meses haciendo la campaña electoral a Javier Arenas, ha reaccionado de esta forma ante lo que un reputado columnista del Diario de Cádiz, Rafael Sánchez Saus, llamó el “vómito de las urnas” del domingo 25 de marzo. Es lo que tiene ser demócratas y liberales.
No recuerdo que ante las autonómicas de la Comunidad Valenciana y el refuerzo de la mayoría del PP, con todos los casos gúrteles en candelero, por ejemplo, alguien haya acusado a los ciudadanos valencianos de ser tan corruptos como los acusados, gentes que no saben diferenciar a los políticos honestos de los deshonestos o, mejor aún, de vivir tan contentos hozando en la inmundicia y la desvergüenza. Pero es que los andaluces son distintos, gente de escasa formación, iletrados en su mayoría, acostumbrados al hambre y que suelen obtener los mendrugos para sobrevivir gracias a que el Señor les ha dotado de un duende especial para el cante, el baile y la torería. Ya lo dice un conspicuo comentarista de tertulias variadas en El Mundo, Salvador Sostres: “Cada pueblo da lo que da, y los andaluces quedaron bien retratados el pasado día 25”.
Porque, ¿cómo se vive hoy día en Cádiz, Málaga, Sevilla? Un antiguo socialista, Antonio Guerra, que lo fue en sus años mozos, hoy afirma que “si no fuera por Cáritas, Andalucía sufriría una situación de hambruna callejera”. Otro comentarista, Hermann Tertsch, en Abc, ve así el panorama, que según él, se vive con “la pobreza irreversible, el paro irremediable, la desidia, la ignorancia, el fracaso escolar, la falta de expectativas, el deterioro general del entorno, los rasgos inequívocos de la miseria”. Por eso el director de El Mundo, Pedro José Ramírez, esperaba en la mañana del día 25 que el pueblo andaluz remontara “el estercolero de inmundicia que le ha legado el PSOE”. O que el conocido columnista de Abc, dueño de un gracejo fácilmente descriptible, Antonio Burgos, dudara la misma mañana “si hacia las 9 o las 10 de esta noche tengo que avergonzarme como andaluz o no, porque los gobernados sean tan corruptos como sus gobernantes”.
Así que entonces, ese pueblo andaluz, votó lo que no debía, tan alegre de seguir en la cochiquera, que es su sitio natural. Un sevillano de pro, Ignacio Camacho, escribía esto en Abc: “Ese trantrán conformista ha devenido en una especie de seña de identidad colectiva (…), los ciudadanos se dejan mecer en una enorme hamaca de proteccionismo clientelista y no quieren que nadie los despierte con sacudidas aventureras”. Ya ven, unos vagos tumbados en la hamaca y viviendo de la sopa boba. Más o menos lo que opinaba un comentarista habitual de El Mundo, Santiago González: “Cabe la posibilidad de que haya todavía una masa de votantes que no ha perdido la esperanza de verse beneficiado en esa versión moderna de la multiplicación de los panes y los peces que ha sido el milagro de los ERE”. Más sopa boba, al parecer. Lo que corrobora otro articulista, Emilio Campmany: “Y han [votado así] porque esperan seguir recibiendo las migajas de ese sistema clientelar que los socialistas montaron en Andalucía porque no les importa que, con tal de seguir recibiéndolas, los del PSOE se quedan con la parte del león”.
Los ultraliberales de Libertad Digital también tienen su explicación. “Andalucía, una Sicilia sin luparas pero con padrinos en cada capital de comarca cuya perentoria desinfección sanitaria habrá de esperar otros cuatro años más”, dice uno. O, todavía mejor, lo que escribe un segundo: “La andaluza es una sociedad que no ha carecido de (…) grandes valores, pero, por desgracia, fueron reduciéndose a su mínima expresión, después de 32 años de un sistema político basado en la reducción de la pluralidad humana a una multiplicidad animal”.
Todo este estiércol lanzado a la cara de los andaluces parte, como ellos bien saben, de mentiras basadas en datos falsos. Porque no es cierta esa complacencia del electorado con la presunta corrupción socialista. De 2008 a 2012 el PSOE ha perdido medio millón de votos y nueve escaños. Ahí es nada. Lo que pasa es que el PP, en el mismo periodo, ha bajado 200.000 votos y solo ganó tres escaños. O sea, que esos pancistas andaluces castigaron al PSOE. Pero no les dio la real gana de premiar al PP. Los culpables, a lo mejor, no son los votantes.

José María Izquierdo.
6 ABR 2012 -

20 ago 2012

Un chiste español.

 
Se abre el telón y aparecen, en un mismo escenario: el ex presidente de Bankia firmando su propia indemnización; dirigentes de la Caja Castilla La Mancha, de la CAM y de Banco de Valencia revisando extractos bancarios para comprobar si han cobrado sus respectivos finiquitos; consejeros de ex Cajas de Ahorro hoy convertidas en banco añadiendo ceros a la derecha de diversas cantidades; concejales de urbanismo estrechando manos de promotores mientras con la otra mano se guardan un abultado sobre en el bolsillo; los mismos concejales y otros cuantos más aprobando en plenos municipales nuevos barrios para duplicar o triplicar la población local, urbanizaciones sobre la arena de las playas, campos de golf en zonas resecas, palacios de congresos, auditorios y puentes colgantes de renombrados arquitectos; concejales tránsfugas cambiando de sillón y de voto; presidentes de Diputación inaugurando aeropuertos sin aviones, autovías sin tráfico y museos sin contenido; presidentes y consejeros autonómicos firmando falsos ERE, fraccionando contratos para no sacarlos a concurso, entregando hospitales públicos a empresas constructoras, haciéndose trajes a medida, hablando por teléfono con amiguitos del alma, poniendo primeras piedras de parques temáticos, velódromos, ciudades de las artes, ciudades de la justicia, ciudades de la luz, ciudades de la ciencia, ciudades de la hostia; dirigentes tan defensores de la familia que contratan a la propia hasta varios grados de consanguinidad; directores generales cargando copas, putas y coca al presupuesto; consejos de ministros firmando indultos a banqueros y aprobando amnistías fiscales; bancos perdonando deudas a partidos; gobernantes incrementando su patrimonio a ritmo exponencial; tesoreros firmando contratos fantasma para financiar el partido; empresarios ofreciendo sobornos para conseguir contratos públicos; concejales exigiendo sobornos a empresarios para otorgarles contratos públicos; diputados votando en bloque para impedir comisiones de investigación y comparecencias; empresas privatizadas y entregadas a compañeros de pupitre; palcos futbolísticos donde se cierran negocios; un presidente de la patronal quebrando empresas, dejando agujeros millonarios y a cientos de trabajadores en la calle; grandes fortunas haciendo la declaración de la renta y saliéndole a devolver; aviones con destino a paraísos fiscales que despegan con dificultad por lo cargadas que llevan las bodegas; noventa y nueve mariachis cantando corridos en la junta general de una Sicav; obispos marcando la X en la casilla de la declaración de la renta; obispos disfrutando vacaciones eternas en el paraíso fiscal español; un presidente del Tribunal Supremo cenando de lujo con su amigo en Marbella; el yerno del rey, la hija del rey, el rey; Don Vito saliendo de la cárcel; Jaume Matas usando la escobilla…
¿Cómo se llama la película?
¿Crisis? Frío, frío. ¿Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades? Frío, mucho frío, helado. ¿Burbuja? Frío, frío, seguimos lejos. ¿Estafa? Templado, templado. ¿Robo? Calentito, calentito. ¿Corrupción? Caliente, muy caliente. ¿Corrupción masiva? Cada vez más caliente, a punto de quemarte. ¿Corrupción sistémica? Cuidado, cuidado, que te quemas…
Se cierra el telón. Aplausos y risas.
(Se ruega no traduzcan este chiste al alemán, no sea que lo lean en Berlín y acaben mandándonos a tomar por…).



18 ago 2012

La década perdida de España.

 
En España, la crisis actual ha producido un marcado descenso del PIB por habitante, medido en poder adquisitivo. Por primera vez desde 2001, en que llegó a la media de la UE-27, había caído a finales de 2011 a un 99% (el punto más alto fue 105% en 2007), según los últimos datos de Eurostat. Y nueve puntos menos en comparación con la media de la eurozona. Es decir, un retroceso de una década.
En términos absolutos, la pérdida de renta a finales de 2010 era de 1.500 euros respecto a 2007, es decir, que había retrocedido a niveles de 2004. La renta media disponible neta de los hogares por persona, según el Barómetro Social de España del INE, cayó de 11.120 euros en 2009 a 10.066 en 2010, (en euros constantes, base 2000), es decir al nivel de 2005-2006 Esta caída es de las mayores de Europa.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), la población en situación de pobreza ha pasado de un 19,6% en 2007 a un 21,8% en 2010. Y el 40% de los usuarios de los servicios que presta Cáritas son ahora familias que recientemente se sentían de clase media y acomodada. Cáritas ha pasado de atender a 400.000 personas en 2007 a más de un millón en 2011.

Las clases medias representan la mitad de todos los ocupados
Un estudio de 14 economías europeas publicado por la revista del Banco Central de Irlanda señala que, tras los irlandeses, los hogares españoles son los que en Europa más perdieron entre 2007 y 2010 en valor neto como proporción del ingreso disponible, seguidos de Dinamarca, Noruega, Reino Unido y Francia. Las excepciones fueron Suiza, Luxemburgo, Lituania, Austria, la República Checa y Alemania. Con el pinchazo de la burbuja, el patrimonio inmobiliario por persona, según el INE, había caído en 2010 a niveles de 2003-2004.
Como indica el Barómetro Social, también se han registrado caídas importantes de los activos financieros en manos de las clases medias. El patrimonio financiero por persona llegó a su punto máximo (34.150 euros) en 2006, pero en 2010 había bajado a 28.592, en un país en el que en 2009 había 4,5 millones de accionistas de bancos. Han bajado toda la bolsa y muchos fondos de inversiones y de pensiones, con lo que se han evaporado parte de los ahorros de amplias capas sociales.
En cuanto a renta disponible, a los datos que se manejan hay que restarles las subidas en impuestos y tasas decididas por el Gobierno actual. Según cálculos del fiscalista Andrés Casían, un contribuyente de clase media alta, casado con dos hijos, que percibe unos intereses de inversiones financieras de 4.000 euros anuales y que gana 45.000 euros brutos anuales, que consume bienes y servicios gravados por IVA por importe de 10.000 euros anuales y que, de acuerdo con sus hábitos de consumo, el incremento del IVA le ha afectado en un 1,2%, el incremento de lo que paga en impuestos sería de 475 euros más en concepto de Renta General en el IRPF, 80 euros más en concepto de Rentas del Ahorro y 120 euros suplementarios más en concepto de aumento del IVA. Es decir, que dispone de 675 euros menos al año para gastar. A ello habría que sumar en muchos casos una reducción del salario y un aumento de las tasas municipales y universitarias de sus hijos y del coste del transporte público.

La subida de impuestos y tasas habría restado 675 euros al año
Las clases medias representan la mitad de los ocupados en España, pero el paro les afecta ya de lleno (aunque el INE ya no recoge ese dato), y puede hacerlo aún más por la persistencia de la crisis y de la aplicación de la reforma laboral en época de recesión. La sensación de retroceso se está acelerando. Según datos de Millward Brown, en diciembre de 2011 el 20,1% de los individuos de clase media pensaba que sus ingresos podrían bajar durante el año siguiente. En febrero de 2012 este porcentaje había subido al 33,1%. La sensación de riesgo y de descenso social se expande a gran velocidad
Es importante señalar, indica José Saturnino Martínez, sociólogo de la Universidad de La Laguna, que las clases medias están también siendo “atacadas” en tanto que el empleo público es un espacio natural de este grupo. Los despidos de interinos y las bajadas de sueldo a funcionarios les están haciendo daño.
Pesa, además, la disminución de ingresos que alcanza a muchos hogares, con las crecientes estrecheces económicas de las familias agravadas por la expulsión mediante prejubilación o despido en el sector privado de los asalariados mayores de 45-50 años, hasta ahora paraguas de la crisis a la hora de asumir los costes de los desempleados y de los jóvenes. La pérdida de empleo en este sector de edad de clase media y trabajadora con la persistencia de la crisis y las posibilidades para las empresas de la nueva ley laboral “puede desencadenar un drama social”, según el profesor de la Universidad Carlos III Juan Antonio Gómez Yáñez.

El Pais.

VIDA&ARTES: El declive de las clases medias
 

Carta al ministro del Interior



Carta al ministro del Interior sobre los sucesos de Écija del teólogo jesuita Gonzalez Faus




Religion Digital 09.08.12
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Mi querido señor ministro: Acabo de oír por radio sus declaraciones a propósito de los sucesos en el supermercado de Écija. Reconoce Ud. que hay mucha gente que lo está pasando mal, pero arguye con el clásico axioma moral: el fin no justifica los medios.
Como el ideario de su partido apela a “los principios del humanismo cristiano”, me permito recordarle que según esos principios no hubo en aquella acción ningún uso de medios moralmente ilegítimos (en su legalidad no entro ahora).
Los principios del humanismo cristiano proclaman que “en casos de extrema necesidad todas las cosas son comunes” (in extrema necessitate omnia sunt communia). Porque “la distribución y apropiación de las cosas que procede del derecho humano no puede impedir que estas cosas remedien las necesidades de los hombres. Por eso todo lo que uno tiene de más lo debe a los pobres para su sustento. Y si la necesidad de alguien es tan grave y tan urgente que hay que remediarla con lo primero que se tenga a mano…, entonces cualquiera puede remediar su necesidad con los bienes de los demás, tanto si los quita de modo público como secreto; y esta acción no reviste carácter de robo ni de hurto”.
Estas palabras no son del alcalde de Marinaleda ni del innombrable Carlos Marx. Son de Santo Tomás de Aquino, uno de los pilares de ese humanismo cristiano al que Uds. dicen seguir. Y puede verlas en la Summa Theologica (2ª 2ªe, cuestión 76).
A ellas añadirá el cardenal Cayetano, gran comentador de Tomás, que un juez puede distribuir entre los necesitados el dinero sobrante de los ricos. Me pregunto, pues, si no están Uds. en el atolladero de aplicar la ley contra unos principios que dicen regular el ideario de su partido, quedando como embusteros ante la ciudadanía.
Entiendo además que si Ud. esgrime ese principio de que el fin no justifica los medios, se volverá inmediatamente contra toda la política de este gobierno: para un fin de suyo legítimo y necesario como es rebajar nuestra deuda, ha recurrido el gobierno a medios inmorales (temo que quizás también anticonstitucionales) como son privar a mucha gente de derechos constitucionales, de los ingresos mínimos indispensables, abocarlos al hambre, a la desesperación, a la falta de asistencia médica indispensable, a tener que recurrir a unas Caritas ya desbordadas y a quedarse sin vivienda después de un enorme esfuerzo y encima con una deuda impagable para la que ni siquiera vale el principio lógico de la dación por pago.
La mayoría de los medios que han aplicado Uds. para saldar la deuda española son inmorales y no se justifican por ese fin tan legítimo.
Hace poco habló el presidente del Gobierno de posibles nuevos recortes en esa misma dirección, para reunir 65.000 millones de euros imprescindibles. Su gobierno debe saber que, en España, hay 16 personas que poseen ellas solitas unas fortunas cercanas a los 60.000 millones. Sólo 16 personas entre más de cuarenta millones de españoles. No creo pues que, a la luz del humanismo cristiano, pueda caber duda de cuáles hubieran sido los medios legítimos.
Porque, por otro lado, se repite ahora que todo el dinero que nos va a prestar draconianamente la UE es “para tapar los agujeros de los Bancos”. Ya habíamos oído mil veces que el problema de nuestra deuda era sobre todo de carácter privado y no público; y ahora lo vemos confirmado al saber dónde van a ir esos primeros 30.000 millones que esperamos recibir el mes que viene. Los Bancos y sus agujeros han sido efectivamente los primeros causantes de nuestro desastre actual (sin negar ahora otros factores exteriores a España).
Y lo fueron porque, para un fin de legitimidad muy discutible (como era el enriquecerse más y más) pusieron en juego medios absolutamente ilegítimos, otorgando préstamos que sabían que no podían ser devueltos pero de los que esperaban resarcirse con expropiaciones forzosas mucho más pingües de lo que se expropió en el supermercado de Écija.
¿Sabe Ud. cuántas viviendas inútiles son hoy propiedad de los Bancos? Un ministro del interior debe conocer ese detalle. Como sabrá también que a bastantes gentes ancianas y no muy letradas que tenían en Bankia unos ahorros de seis mil o diez mil euros que constituían toda su fortuna, se las engañó haciéndoles firmar un papel que “iba a ser su solución”, y se les convirtieron los depósitos en acciones, robusteciendo al Banco y debilitándolas a ellas al impedirles disponer de su dinero ahora que lo necesitan.
Si Ud. está decidido a no permitir que para fines en sí legítimos se usen medios ilegítimos, no dudo de que, antes que al alcalde de Marinaleda y su grupo, llevará Ud. a los tribunales a una serie de banqueros de cuyo nombre prefiero no acordarme para esperar a que los investigue la justicia.
O mejor: déjeme decirle que dudo mucho de que Ud. se atreva a hacer eso que sería tan justo: porque son esos Bancos quienes financian buena parte de sus campañas electorales que, tal como están, son otro medio ilegítimo que no queda justificado por el fin de ganar unas elecciones. Y, por supuesto, esto último no vale sólo para su partido sino también para otros del Estado.
Puedo equivocarme como todo ser humano. Pero siempre he tenido la impresión de que, en su partido, suelen argumentar apelando a grandes principios universales indiscutibles, pero que no se aplican al caso concreto que se discute. Y que además suelen exigir a los demás lo que no se exigen a Uds. mismos. Debo confesar que las declaraciones suyas que acabo de oír por radio, me confirman una vez más en esa impresión.
Gracias por haberme leído. Quedo de Ud. atentísimo
José Ignacio González Faus


16 ago 2012

La segunda fractura.

 

La brecha entre las dos Españas crece a pasos agigantados al aumentar la crisis las diferencias sociales.

Pese a la evidencia de la burbuja inmobiliaria, España se empecinó en negar la crisis durante mucho tiempo, para luego echar la culpa de sus males a los otros. Que de pronto hayamos saltado del bienestar a una penuria que probablemente no ha hecho más que empezar, se debería al egoísmo insolidario de los alemanes. Hace poco más de dos meses que la persona con la que hablase en Madrid descargaba una batería de recriminaciones contra la canciller alemana. Aumentaba la furia de mis interlocutores si me atrevía a decir que echar la culpa de nuestros males a los otros nos retrotraía al franquismo, empeñado en hacer siempre responsables a los “enemigos de España”, que desde el Siglo de Oro no habrían cesado de odiarnos.
Me complació comprobar que en la sesión parlamentaria del pasado 11 de julio el Gobierno, ni la oposición en todos sus variados fragmentos, no hicieran responsables, como hacía la calle, a Bruselas, a los alemanes, a la señora Merkel. No se nombraron como fuente de nuestros males ni al euro, ni al comportamiento de Bruselas o de Alemania. Porque si se hubiese pensado que lo eran, lo aconsejable sería salir del euro lo antes posible, una sugerencia absurda que por suerte todavía pocos defienden. Cierto que tampoco el presidente aclaró qué parte de sus propuestas venían dictadas por Europa, dejando al arbitrio de cada cual concluir si estamos ya intervenidos, y en tal caso, en qué nos diferenciamos de Irlanda, Portugal o Grecia.
Los españoles hemos aguantado siglos agazapados en nuestro rincón, y cuando hace apenas dos decenios empezábamos a sentirnos parte integrante del “Primer Mundo”, la crisis nos descubre que pertenecemos a un continente perdedor —el futuro está en Asia, y Europa se muestra cada vez más parte del problema— sin que ni siquiera en este marco tan poco esperanzador los mejores pronósticos sean para nosotros. Dentro de un contexto de perdedores, pertenecemos a la especie más amenazada.
En estas circunstancias lo más perentorio sería hacerse cargo de la situación, pero sin una mirada retrospectiva, nada se entiende. Ahora bien, volver la vista a un pasado que nos sigue quemando la sangre y que muchos preferirían enterrar sin más contemplaciones exige salvar los muchos obstáculos que se oponen a cualquiera de las interpretaciones que podamos aventurar. Rajoy descartó expresamente preguntarse por las causas, y menos aún señalar a los responsables de haber llegado a esta situación. Habría que abandonar las querellas del pasado, que no traen más que desavenencias, y mirar únicamente al futuro, sobre todo en un momento en el que la unidad de todos los españoles es lo que más necesitamos. Lo malo es que no cabe mirar al futuro, sin previamente disponer de una visión clara del pasado. Los que rehúyen enfrentarse al pasado, nos dejan sin futuro.

El renacer de España se levantaba sobre un sistemático negar, ocultar, o falsear el pasado
La cura de olvido que hemos practicado en cuatro decenios solo ha servido para que en la crisis quede de manifiesto el grado de descomposición al que han llegado las instituciones básicas del Estado: la Monarquía, el Parlamento, el Poder Judicial, la credibilidad de los Gobiernos y, en general, de toda la clase política. A pesar de los esfuerzos hechos para diluir los crímenes y los errores del pasado, en las nuevas generaciones han ido calando valoraciones discordantes sobre la brevísima república, las represiones salvajes en los dos bandos durante la Guerra Civil, aunque con grados de intensidad diferente según los tiempos y las zonas, y sobre todo sigue pesando como una losa la represión brutal de los vencedores una vez terminada la contienda.
El que se haya ampliado la división de los españoles respecto al pasado vivido ha traído consigo un distanciamiento creciente de una transición que se autodenominaba “modélica”, al haber pasado de la “dictadura” a la “democracia”, sin romper la legalidad. “Milagro” que ha permitido a unos ilustres académicos negar el carácter de dictadura al franquismo, y a intelectuales desplazados, el de democracia al orden político que salió de operación tan impoluta. La ruptura del país en dos bloques cada vez más enfrentados define una situación, que por desgracia no es nueva, pero que cancela la visión beatífica de que la Transición habría reconciliado a las dos Españas.
El renacer de España, que la crisis está aniquilando en pocos años, se levantaba sobre un sistemático negar, ocultar, o falsear el pasado. Esta recuperación de la historia como experiencia vivida —otra cosa muy diferente es la que la ciencia histórica reconstruye, de la que contamos con una bibliografía impresionante en cantidad y calidad— empieza a brotar en la segunda legislatura de Aznar, cuando la derecha tuvo la impresión de que había recuperado definitivamente el poder que le corresponde casi por derecho natural: cuando no se respeta la “mayoría natural” de la que hablaba Fraga, más bien pronto que tarde, se desemboca en la catástrofe.
Solo causas excepcionales, como la permanencia de algunos rescoldos del franquismo, que el 23-F sacó a la superficie, llevaron a los socialistas al poder en 1982. El brutal atentado del 11 de marzo habría facilitado que por segunda vez se torciera el camino de la historia, permitiendo a Zapatero ganar las elecciones contra todo pronóstico y lógica. Sin acontecimientos tan excepcionales no se entendería que la derecha hubiera quedado en minoría ante una izquierda que, al cuestionar el orden natural, no podría producir más que inestabilidad e incertidumbre.
Parte de la derecha llegó incluso a poner en tela de juicio, como posibles encubridores de la conexión que habría existido entre el terrorismo islámico y el de ETA, tanto a la policía, como a la Audiencia Nacional. Si se hubiera demostrado que recriminaciones tan graves hubieran tenido un fondo de verdad, el grado de corrupción que se habría puesto de manifiesto en instituciones fundamentales del Estado hubiera cortado de raíz la más mínima confianza en nuestra democracia. Si las acusaciones eran falsas, quedaba patente algo no menos dramático, que la derecha para recuperar el poder no habría retrocedido ante insidias infames.
A lo largo de 2011 el PP volvió a insistir con especial énfasis en el discurso de que para superar todas las dificultades, incluida la crisis, bastaría con que las aguas volvieran a su cauce natural y gobernase la derecha. La sociedad hizo suyo mensaje tan elemental, porque la política que llevó a cabo el PSOE, atenazado entre un falso izquierdismo de cartón piedra y una sumisión total a los intereses financieros, mostró grandes dosis de supina ignorancia. Suele ser el partido en el poder el que pierde las elecciones y no la oposición la que las gana.

El PSOE trata de evitar el acoso sin cuartel que practicó el PP con la esperanza de recobrar así la confianza perdida
La única luz provenía de que una buena parte de los españoles no se encuadrase en ninguno de los dos bandos. El enfrentamiento sin cuartel de la clase política no se reflejó con la misma intensidad y pasión en la sociedad. Ante la cadena de acusaciones mutuas que se lanzaron los políticos, la gente empezó a manifestar hastío, distanciándose de la política.
Pero esta actitud ha cambiado radicalmente con la crisis. La política de hostigamiento, llevada a cabo por el PP en los años de Zapatero, incide de manera decisiva en el modo en que la población elabora la crisis. La brecha entre las dos Españas, no solo crece a pasos agigantados, sino que sobre la fractura social que se ha mantenido hasta nuestros días entre vencedores y vencidos, se instala una nueva entre ganadores y perdedores de la crisis.
El PSOE trata de evitar el acoso sin cuartel que practicó el PP con la esperanza de recobrar así la confianza perdida. Esta política solo dará sus frutos, si retorna un crecimiento significativo antes de las calendas griegas. Si la crisis dura tan largo como parece, la política socialista de colaboración y concordia despertará mayor inquina entre sus votantes y no aportará los votos perdidos de las clases medias que, proletarizadas, serán las primeras en radicalizarse en los extremos.

Ignacio Sotelo es catedrático de Sociología.

14 ago 2012

Un cañón en el culo.

 

La primera operación que efectúa el terrorista económico sobre su víctima es la del terrorista convencional, el del tiro en la nu




Si lo hemos entendido bien, y no era fácil porque somos un poco bobos, la economía financiera es a la economía real lo que el señor feudal al siervo, lo que el amo al esclavo, lo que la metrópoli a la colonia, lo que el capitalista manchesteriano al obrero sobreexplotado. La economía financiera es el enemigo de clase de la economía real, con la que juega como un cerdo occidental con el cuerpo de un niño en un burdel asiático. Ese cerdo hijo de puta puede hacer, por ejemplo, que tu producción de trigo se aprecie o se deprecie dos años antes de que la hayas sembrado. En efecto, puede comprarte, y sin que tú te enteres de la operación, una cosecha inexistente y vendérsela a un tercero que se la venderá a un cuarto y este a un quinto y puede conseguir, según sus intereses, que a lo largo de ese proceso delirante el precio de ese trigo quimérico se dispare o se hunda sin que tú ganes más si sube, aunque te irás a la mierda si baja. Si baja demasiado, quizá no te compense sembrarlo, pero habrás quedado endeudado sin comerlo ni beberlo para el resto de tu vida, quizá vayas a la cárcel o a la horca por ello, depende de la zona geográfica en la que hayas caído, aunque no hay ninguna segura. De eso trata la economía financiera.

Estamos hablando, para ejemplificar, de la cosecha de un individuo, pero lo que el cerdo hijo de puta compra por lo general es un país entero y a precio de risa, un país con todos sus ciudadanos dentro, digamos que con gente real que se levanta realmente a las seis de mañana y se acuesta de verdad a las doce de la noche. Un país que desde la perspectiva del terrorista financiero no es más que un tablero de juegos reunidos en el que un conjunto de Clicks de Famóbil se mueve de un lado a otro como se mueven las fichas por el juego de la Oca.

La primera operación que efectúa el terrorista financiero sobre su víctima es la del terrorista convencional, el del tiro en la nuca. Es decir, la desprovee del carácter de persona, la cosifica. Una vez convertida en cosa, importa poco si tiene hijos o padres, si se ha levantado con unas décimas de fiebre, si se encuentra en un proceso de divorcio o si no ha dormido porque está preparando unas oposiciones. Nada de eso cuenta para la economía financiera ni para el terrorista económico que acaba de colocar su dedo en el mapa, sobre un país, este, da lo mismo, y dice “compro” o dice “vendo” con la impunidad con la que el que juega al Monopoly compra o vende propiedades inmobiliarias de mentira.

Cuando el terrorista financiero compra o vende, convierte en irreal el trabajo genuino de miles o millones de personas que antes de ir al tajo han dejado en una guardería estatal, donde todavía las haya, a sus hijos, productos de consumo también, los hijos, de ese ejército de cabrones protegidos por los gobiernos de medio mundo, pero sobreprotegidos desde luego por esa cosa que venimos llamando Europa o Unión Europea o, en términos más simples, Alemania, a cuyas arcas se desvían hoy, ahora, en el momento mismo en el que usted lee estas líneas, miles de millones de euros que estaban en las nuestras.
Y se desvían no en un movimiento racional ni justo ni legítimo, se desvían en un movimiento especulativo alentado por Merkel con la complicidad de todos los gobiernos de la llamada zona euro. Usted y yo, con nuestras décimas de fiebre, con nuestros hijos sin guardería o sin trabajo, con nuestro padre enfermo y sin ayudas para la dependencia, con nuestros sufrimientos morales o nuestros gozos sentimentales, usted y yo ya hemos sido cosificados por Draghi, por Lagarde, por Merkel, ya no poseemos las cualidades humanas que nos hacen dignos de la empatía de nuestros congéneres. Ya somos mera mercancía a la que se puede expulsar de la residencia de ancianos, del hospital, de la escuela pública, hemos devenido en algo despreciable, como ese pobre tipo al que el terrorista por antonomasia está a punto de dar un tiro en la nuca en nombre de Dios o de la patria.

A usted y a mí nos están colocando en los bajos del tren una bomba diaria llamada prima de riesgo, por ejemplo, o intereses a siete años, en el nombre de la economía financiera. Vamos a reventón diario, a masacre diaria y hay autores materiales de esa colocación y responsables intelectuales de esas acciones terroristas que quedan impunes entre otras cosas porque los terroristas se presentan a las elecciones y hasta las ganan y porque hay detrás de ellos importantes grupos mediáticos que dan legitimidad a los movimientos especulativos de los que somos víctimas.

La economía financiera, si vamos entendiéndolo, significa que el que te compró aquella cosecha inexistente era un cabrón con los papeles en regla. ¿Tenías tú libertad para no vendérsela? De ninguna manera. Se la habría comprado a tu vecino o al vecino de tu vecino. La actividad principal de la economía financiera consiste en alterar el precio de las cosas, delito prohibido cuando se da a pequeña escala, pero alentado por las autoridades cuando sus magnitudes se salen de los gráficos.

Aquí están alterando el precio de nuestras vidas cada día sin que nadie le ponga remedio, es más, enviando a las fuerzas del orden contra quienes tratan de hacerlo. Y vive Dios que las fuerzas del orden se emplean a fondo en la protección de ese hijo de puta que le vendió a usted, por medio de una estafa autorizada, un producto financiero, es decir, un objeto irreal en el que usted invirtió a lo mejor los ahorros reales de toda su vida. Le vendió humo el muy cerdo amparado por las leyes del Estado que son ya las leyes de la economía financiera, puesto que están a su servicio.

En la economía real, para que una lechuga nazca hay que sembrarla y cuidarla y darle el tiempo preciso para que se desarrolle. Luego hay que recolectarla, claro, y envasarla y distribuirla y facturarla a 30, 60 o 90 días. Una cantidad enorme de tiempo y de energías para obtener unos céntimos, que dividirás con el Estado, a través de los impuestos, para costear los servicios comunes que ahora nos están reduciendo porque la economía financiera ha dado un traspié y hay que sacarla del bache. La economía financiera no se conforma con la plusvalía del capitalismo clásico, necesita también de nuestra sangre y en ello está, por eso juega con nuestra sanidad pública y con nuestra enseñanza y con nuestra justicia al modo en que un terrorista enfermo, valga la redundancia, juega metiendo el cañón de su pistola por el culo de su secuestrado.
Llevan ya cuatro años metiéndonos por el culo ese cañón. Y con la complicidad de los nuestros.

Juan José Millás
14 AGO 2012

Las 10 Estrategias de Manipulación Mediática.

Noam Chomsky
Nacido en 1928 en Filadelfia, es profesor de lingüística en el MIT, Estados Unidos, y una de las figuras más destacadas de la lingüística del siglo XX, con grandes aportaciones en el campo de la informática.
Se podría considerar que su mayor aportación en el terreno político ha sido su análisis de los medios de comunicación, donde con carácter general aparecen enfoques sesgados, o incluso directamente engaños, y que existen detrás de su supuesta neutralidad, hasta en los medios más prestigiosos. Es por eso que ha acuñando la frase: "La propaganda es en la democracia lo que la porra en un estado totalitario". En su libro "Los Guardianes de la Libertad: Propaganda, Desinformación y Consenso en Los Medios de Comunicación de Masas" explora esta situación de manera detallada, siendo un resumen de su contenido las 10 estrategias de la manipulación mediática, redactadas por Sylvain Timsit en 2002, y que compendian el pensamiento de Chomsky.
Así pues, su denuncia de la política exterior de Estados Unidos, las deficiencias democráticas en su funcionamiento interno, y la manipulación de las corporaciones de los medios de comunicación han hecho a este intelectual poner en cuestión los pilares donde descansa el fuerte nacionalismo norteamericano, lo que le ha llevado, a pesar de su gran prestigio internacional, tanto por su actividad científica como por sus ideas políticas, a ser un desconocido en su propio país, ignorado por los grandes medios de carácter general.


El lingüista Noam Chomsky elaboró la lista de las “10 Estrategias de Manipulación a través de los medios”.


1. La estrategia de la distracción

El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes.
La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. ”Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.


2. Crear problemas y después ofrecer soluciones.

Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

3. La estrategia de la gradualidad.

Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.

4. La estrategia de diferir.

Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.

5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad.

La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad (ver “Armas silenciosas para guerras tranquilas”)”.


6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión.

Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido critico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro
emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…


7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad.

Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposible de alcanzar para las clases inferiores (ver ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.


8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad.
Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…


9. Reforzar la autoculpabilidad.

Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se auto desvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución!


10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen.

En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídos y utilizados por las élites
dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.



“Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando.
Millones quieren ser informados.
El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información”.
Rodolfo Walsh