30 nov 2015

Ahora o nunca

Hoy, 30 de noviembre, los gobiernos de prácticamente todos los países del mundo se reúnen en París con el objetivo de pactar una solución global a uno de los mayores retos del siglo XXI: el cambio climático.

Llevan años preparando este encuentro, y no es para menos. Hambrunas, sequías, cultivos arruinados, fenómenos meteorológicos extremos… escenarios propios de la ciencia ficción que ya están teniendo lugar y que responden a una causa común: el calentamiento global y el cambio que conlleva en el sistema climático.

El clima ha cambiado siempre, y por muchas razones. Ya cambiaba intensamente antes de que los humanos poblásemos el planeta. Pero en los últimos miles de años se ha dado un período de extraordinaria estabilidad climática —el Holoceno— que ha permitido, entre otras causas, el desarrollo de nuestras sociedades. Esta estabilidad, de una enorme fragilidad, se está viendo afectada por el cambio climático. Esa es una de las conclusiones fundamentales del quinto informe de evaluación (AR5) del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), reunido por Naciones Unidas: “el calentamiento del sistema climático es inequívoco, y muchos de los cambios observados desde los años 50 no han tenido precedentes en los últimos milenios”. Otra conclusión clave del informe es que las actividades humanas son la causa principal del cambio climático observado desde mediados del siglo XX.

El clima está cambiando, lo que ya está impactando en nuestra forma de vida de manera significativa, y no estamos reaccionando. A pesar del trabajo de concienciación y de las movilizaciones de las últimas décadas, las emisiones de gases de efecto invernadero —responsables del calentamiento global— no sólo no se están reduciendo, sino que están aumentando a ritmos cada vez más rápidos. Y sus efectos, especialmente graves en las zonas más vulnerables del planeta, los estamos percibiendo también en Europa, con la contaminación de nuestras ciudades y patrones climáticos —como sequías en zonas áridas— que se intensifican.

El cambio climático ya no puede evitarse. La cantidad de gases de efecto invernadero vertida a la atmósfera ya hace irreversible el calentamiento. Lo que aún podemos hacer es limitarlo, si reaccionamos rápido, a un aumento máximo de 2ºC con respecto a tiempos preindustriales, como ha marcado la comunidad científica, y de eso depende la cumbre del COP21, en París. Nos jugamos mucho en muy poco tiempo. Y no debemos olvidar que si debemos reaccionar no es solo por el planeta, ni por la naturaleza, ni por el resto de seres vivos: la biosfera seguiría funcionando después de un cambio de los ecosistemas a gran escala, incluso habría especies que podrían beneficiarse de un calentamiento semejante. Es la vida humana, principalmente, la que se vería amenazada por ese cambio. No lo olvidemos: lo hacemos por nosotros mismos.

Por Guillermo Rodríguez Robles 
miembro de EQUO
30/11/15
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22 nov 2015

Refugiados contra migrantes: Divide y vencerás

"Las élites llevan años dirigiendo el discurso para criminalizar a las personas migrantes, para hacerlas responsables de la masificación de los centros de salud, de la falta de becas en los colegios o de la escasez de plazas en las escuelas infantiles", defiende Albiol


Divide y vencerás. Sabemos que esta ha sido una de las ideas que ha guiado la estrategia de las clases dominantes a lo largo de la historia. Dividir al pueblo, a los pobres contra los pobres, permite a los poderosos dominar a la mayoría pese a ser muy inferiores en número.

Se trata de un arma de dominación tan vieja como las primeras civilizaciones, pero continúa vigente y se sigue utilizando hoy día. Las élites llevan años dirigiendo el discurso para criminalizar a las personas migrantes, para hacerlas responsables de la masificación de los centros de salud, de la falta de becas en los colegios o de la escasez de plazas en las escuelas infantiles, cuando los responsables del deterioro de nuestros servicios públicos son aquellos que desde el Gobierno, en clara connivencia con las grandes empresas, se han dedicado a recortar los presupuestos destinados a estos servicios y a privatizarlos.

Quieren que busquemos al enemigo en el vecino, en las compañeras de pupitre de nuestros hijos, en la persona que compra a nuestro lado en el mercado y que tiene que hacer tantas peripecias para llenar la nevera como nosotras. Quieren que nos enfrentemos entre nosotras para que no nos enfrentemos todas juntas a ellos, a los responsables, a los que se enriquecen a nuestra costa, que no se llaman Mohamed, ni Alina, ni Karim, sino Ortega, Roig o Pérez.

Veíamos hace pocos meses cómo organizaciones de extrema derecha repartían alimentos solo para “nacionales” con la consigna de “los españoles primero”. Ese es su pequeño privilegio, un plato de comida caliente que pretende situar a unos por encima de aquellos que son tan pobres como ellos, pero que nacieron en Malí o Senegal, y que ha dado como resultado que representantes de la extrema derecha se sienten en ayuntamientos de municipios, como en Alcalá de Henares, con altas tasas de paro y pobreza.

Y el mismo divide y vencerás es la estrategia que están utilizando en las fronteras de Grecia, Italia, Eslovenia, Serbia o Hungría, donde intentan enfrentar a refugiados contra migrantes (ahora les ponen el apellido de “económicos”). Llevamos semanas escuchando a líderes europeos hablar de la necesidad de acoger a refugiados y a la vez reforzar el control de fronteras para que no entren los inmigrantes económicos. El mismo texto que apruebó el Parlamento Europeo en septiembre exigiendo que los Estados miembro cumplan con su obligación internacional de acoger a los refugiados y refugiadas, insiste en agilizar las deportaciones de aquellos que no tienen derecho a asilo.

Incluso algunos parlamentarios han afirmado en Bruselas que en sus países, para acoger refugiados, primero deben expulsar a los inmigrantes que llaman ilegales. También en sede parlamentaria se escuchan afirmaciones como que “entre los refugiados se esconden inmigrantes”, situando a la migrante como una persona de escasa bondad y sin derechos que trata de aprovecharse de aquellas personas que huyen de la guerra.

El domingo, la reunión de jefes de Estado para abordar la situación en los Balcanes dejó claro que la prioridad ahora es registrar y separar a aquellas personas que tienen derecho a asilo de las que no, con el objetivo de deportar rápidamente a quien no llega desde Siria. Incluso proponen firmar acuerdos de repatriación con Afganistán para devolver a quienes huyen de las consecuencias de una invasión en la que el Gobierno español participó.

Además, ya no separan sólo a refugiadas de migrantes, sino que entre aquellas que huyen de la guerra, también hay refugiadas de primera, sirios y sirias, y refugiadas de segunda, iraquíes, afganas o eritreas.

La imprescindible protección internacional que deben tener las personas cuya integridad física corre peligro en su Estado de residencia y por ello deben buscar refugio en otro, que está recogida en la Convención de Ginebra, no puede convertirse en el arma que les niegue a los migrantes el derecho a no morir de miseria en su país o el derecho a buscar una vida más digna para los suyos.

Ahora nuestros gobernantes están proponiendo una solidaridad con el refugiado que es falsa e hipócrita, que sólo abanderan para disparar contra el inmigrante porque luego, cuando han de ejercer esta solidaridad, cuando han de poner recursos para la acogida, ya hemos podido observar cómo regatean con cifras y presupuestos el cumplimiento de la legislación internacional en materia de asilo.

Las buenas palabras que tienen hacia los refugiados cuando se trata de diferenciarlos de los migrantes también se esfuman cuando comprobamos cómo permiten que en Hungría o Eslovenia se vulneren los derechos humanos, también de aquellos que llegan desde Siria o Irak.

La solidaridad de la clase trabajadora europea debe extenderse a las personas que migran desde un país en guerra y que, afortunadamente, tras años de lucha de organizaciones sociales y políticas, cuentan con ese derecho de protección internacional. Pero debemos tener en consideración también a las personas que huyen del hambre, de la pobreza y de enfermedades que en Europa se curan con una simple inyección y que lamentablemente ahora se enfrentan a una legislación europea racista y xenófoba que les considera un enemigo del que protegerse.

No nos pueden dividir, necesitamos estar unidas para vencer, unidas por un interés común: el reconocimiento de los derechos universales de todas las personas del mundo, simplemente por el hecho de ser personas. Defenderemos el derecho a tener pan, trabajo, techo, educación y sanidad, vengamos de donde vengamos. Debemos permanecer unidas frente a quienes nos niegan este derecho, frente a los que hacen leyes injustas para beneficiar a la banca, frente a los que promueven guerras por intereses económico, expolian los recursos naturales de los países del sur o recortan en sanidad y educación en Europa.

Tenemos un enemigo común y solo unidas podemos derrotarlo.


Por Marina Albiol.
Diputada de Izquierda Unida en el Parlamento Europeo
28/10/2015 
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15 nov 2015

La violencia humanista de Occidente, ayer en Paris

Cuando empezó el ataque a Siria, ahora directamente relacionado con los acontecimientos de ayer de París, escribí sobra una idea que ha trabajado mucho Preciado. La idea de que toda tecnología de gobierno necesita inscribirse dentro de un aparato de verificación y que la violencia, en este sentido, es también un aparato de verificación.

Para justificar en su momento el ataque de Siria, Estados Unidos dijo, en boca de Kerry: “Tenemos pruebas que verifican la utilización de armas químicas” decía primero, haciendo ver al mundo que han aplicado el método técnico-científico para producir verdad, es decir, para producir hechos: “Es un hecho que han utilizado armas químicas’, por tanto, decía después, ‘tenemos derecho a atacar’ , es decir, la violencia (igual que la verdad) ha de aplicarse, y ciertos cuerpos han de pasar (morir, sufrir…) por esa violencia (igual que cuando la Inquisición producía verdad mediante la tortura).

Ahora, en respuesta a los ataques de París, veremos el mismo discurso funcionar: se usará la violencia porque es “necesario” (matar, excluir a cierta gente) ya que no hay otra forma para gobernar mejor a la gente (dígase democracia, dígase libre mercado…). Es decir, la violencia humanista es aquella que tiene una justificación democrática: para gobernar mejor hay que matar.

Por tanto, la violencia humanista no es simplemente una consecuencia de intereses (o de acciones de individuos semi-racionales), sino un conjunto de técnicas de muerte y de técnicas de gobierno.

El humanismo es un movimiento que surge hacia 1300 en Europa y, resumiendo en extremo, trataba de recuperar los elementos más característicos de la antigüedad clásica. Es la ideología-práctica por excelencia del Renacimiento y su papel será fundamental en la configuración tanto de la Modernidad como de Occidente y su (o nuestra) forma de entender la razón, la religión, la moral, el Estado, el individuo, la verdad, la ciencia… Y ahora vayamos a lo que no dicen las enciclopedias.

El humanismo nació, y se desarrolla, como un tipo de violencia, mediante un conjunto de técnicas de gobierno y de muerte específicas.

En realidad, para Foucault, el humanismo se ha desarrollado sobre todo en el núcleo de técnicas de muerte. Técnicas de muerte entendidas como formas de gobierno, es decir, prácticas y dispositivos dirigidos a gobernar a la población mediante la muerte, desde el ahorcamiento habitual en la plaza pública, pasando por la también tradicional pena de muerte y el confinamiento, las torturas, pasadas y actuales, la guerra, las muertes por deshidratación, malaria, hambre, etc. Todo ello son maneras o técnicas de gobernar la población, propia y ajena.

Dichas técnicas de muerte (que se solapan con técnicas de vida, por ejemplo, en el control de la reproducción de la vida; nacimientos, abortos, anticonceptivos, inseminación artificial, etc.) se llevan a cabo mediante determinados aparatos de verificación que varían a lo largo de la historia.

Los aparatos de verificación son el resultado de la articulación de discursos, representaciones y prácticas sociales que permiten decidir sobre lo verdadero y lo falso, son las máquinas históricas que producen verdad. El aparato de verificación dominante de nuestra época es el técnico-científico.

Volvamos a Siria y a París: todo el proceso de investigación técnico-científico que en su momento se llevó a cabo en Siria (para verificar si se han lanzado armas químicas entre la población), y la que se está ahora llevando a cabo en París, donde Hollande ha dicho que ‘los bárbaros son ellos y los civilizados nosotros, y que nadie tenga ninguna duda de que el Estado de Derecho (es decir, la democracia) será implacable (es decir, matará) pero, eso sí, siguiendo un discurso y una práctica técnico-científica mediante la que “descubrirán a los verdaderos (verdad) responsables” sin decir jamás que es el aparato técnico-científico que usan lo que produce verdad. No la descubre. Los terroristas se producen (financiándolos o invadiendo pueblos y territorios ajenos como Siria). Los terroristas no se descubren, se producen. Y el ISIS en este caso se produce además mediante el aparato técnico-científico (industrial) de, entre otros, París. Ya que en su momento, recordad a Kerry, justificaron la creación del ISIS (implícitamente) con el objetivo de gobernar mejor a la gente (democracia). Y ahora se pone sobre la mesa el mismo argumento, pero para matarlos.

Por eso decimos que la violencia actual es la que gobierna a través de técnicas de muerte inscritas en el aparato de verificación técnico-científico.

Se trata de analizar la violencia como una práctica de gobierno. Y esto es aplicable al gobierno entre Estados (y entidades transestatales). En este punto os pido un pequeño repaso mental por el mapamundi para recordar que la violencia es una práctica de gobierno en todas partes y lo que se trata es de entender su carácter específico en cada época y lugar.

El humanismo es un tipo de violencia caracterizada por determinados aparatos de verificación y determinadas maneras de gobernar las cosas y las personas: la democracia liberal y el capitalismo son sólo un ejemplo de dichas maneras de gobernar.

Opino que analizar el humanismo como un tipo de violencia, un conjunto de técnicas de gobierno y de muerte, ayuda a la hora de entender algo de lo que está ocurriendo no sólo en Siria o Francia, sino en Estados Unidos, en Egipto, en Israel, Turquía, España, Rusia, Grecia… y también lo que sucede entre unos y otros cuando se rozan mal.

Dicen por ahí que vivimos en sistemas tanato-políticos, sistemas donde el soberano gobierna mediante la muerte. Fuera, muy fuera, de casa. Y dentro, muy dentro, también.

Por Jule Goikoetxea
14-11-15
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13 nov 2015

Cuando bancos y multinacionales imponen su política: Gran mentira y gran negocio

Desde hace un tiempo bastantes economistas -sobre todo británicos- y diversos movimientos ciudadanos como Attac o la propia Alternativa Socialista humildemente, estamos advirtiendo que la crisis, no solo no se ha ido, sino que tiene todas las papeletas para regresar, a España sí, pero también en Europa así como globalmente, pues las potencias emergentes están igualmente en su diana, de hecho, están siendo sus impulsoras.

Nos preguntamos ¿Pero qué pasa en el mundo? Pues se trata de un contagio mundial. Ocurre que 2000 billones de deuda son insostenibles y el sistema financiero apunta nuevamente al colapso pues necesita más inyecciones de liquidez. La única conclusión posible es el fallo del capitalismo, hablemos con propiedad. Es tal y como ya predijo Karl Marx la crisis de un sistema basado en la desigualdad, la explotación de las personas y el consumo sin tregua ni medida de todas las energías y materias primas de la tierra. De la explotación de la naturaleza sin miramientos, cuidado ni tregua y de sacar todo lo posible de las personas, en beneficio de minorías poseedoras. No podemos hablar de otra manera, ni disimular, ni seguir engañando a las gentes. Es lo que hay y punto. No es demagogia, los demagogos son los que ocultan, engañan, niegan y cantan la fortaleza del capitalismo. Pero para salvaguardarlo deben recurrir a fondos públicos y a restringir derechos y democracia.

La dirección del mundo occidental, está en manos no de parlamentos, eso es falso(al menos en Europa y las potencias centrales), sino de grandes empresas, conglomerados y fondos financieros. Estos son los propietarios de los medios de comunicación e imponen su cultura y su visión -la de sus propietarios- al objeto de imponer leyes, modas, partidos o destruyen lo que les estorba. Siempre encuentran recambios. Por tanto pretender luchar contra la austeridad por ejemplo y no tener un programa socialista, una organización socialista superadora del capitalismo, es pretender gobernar, para hacer la caridad que las multinacionales te permitan. Hablemos de una vez con crudeza, pues no estamos para juegos.

La crisis que seguimos sufriendo en el estado español, ha pasado de los seis millones de paradas en 2009 a las tres millones de personas pobres sin ningún apoyo social, los millones de trabajadores y trabajadoras pobres y precarias y el empobrecimiento general de las clases populares. ¿Qué es lo que ha urdido el sistema para perpetuarse en España?: romper la izquierda e inventar Ciudadanos. Seguir apoyando a Rajoy, pero buscar un sustituto por si acaso, capaz de gobernar con PSOE o PP para que nada cambie.

La crisis sigue y lo hace imponiendo la desigualdad. Una desigualdad creciente en su España. La marca España PP y grandes empresas, más partidos afines es la que permite construir un Estado, con una economía débil; sumisa a la Europa alemana y que depende para la inversión casi exclusivamente de los capitales extranjeros. Un estado con un débil mercado interior excepto en periodos ocasionales, excepcionales y con un empleo nuevo de tan mala calidad y mal pagado que no permite a su vez crear más empleo por parte de pymes y negocios familiares de servicios, comercio e industria ligera. Empleo de mala calidad, a pesar de las mentiras de Rajoy es empleo que no crea empleo, pues las empresas necesitan clientes y los clientes solo pueden sobrevivir y cuantos más jóvenes son las personas, en peores condiciones.

Con respecto a 2013, Rajoy y las políticas impuestas por “el mercado” y la Unión Europea como todo logro exhiben que se han creado sobre el papel 434.000 empleos. Pero las cotizaciones sociales con respecto a esa fecha solo han sido de un 0,96% superiores, lo cual indica la pésima calidad de los trabajos y como una gran parte de ellos son en negro. Obreras y obreros pobres para sustentar una economía pobre en la que sin embargo se enriquecen los ricos, los empresarios sin escrúpulos, los inversores extranjeros, los productores de comida basura barata y los delincuentes de cuello blanco o chupa y coche de gran cilindrada.

Lo que se ha impuesto es una devaluación salarial sin precedentes que encima impide la creación de buenos empleos y de paso pone en peligro el sistema público de salud y el futuro de las pensiones.

Por tanto, lo prioritario es la lucha contra la austeridad, lo cual significa también denunciar el capitalismo y volver a hacer propaganda socialista. Volver a ilusionar a las clases trabajadoras con un futuro mejor y con la recuperación de su dignidad, sus derechos, su seguridad, seguridad en una educación pública, una sanidad pública y una vejez digna. Las y los jóvenes de nuestros días no tendrán vejez digna de seguir así las cosas. Luego no entiendo como padres que dicen amar a sus hijos puedan votar al tripartito neoliberal, a las derechas conservadoras o al socioliberalismo castrado, que no van a revertir la tendencia pues creen en la necesidad de la austeridad y consideran la inversión pública –en España una de las más bajas de Europa- como un gasto.

Tampoco los inventos. La oligarquía dominante es un clásico. Es cierto que el panorama induce a pocas alegrías. Marketing en lugar de ideas, discurso y trabajo serio. Pero lo cierto es que las palabras que dijera hace ya decenios Pablo Iglesias el gran apóstol socialista y organizador obrero, sin organización de la clase, sin un partido obrero, sin sindicatos combativos y organizados a la vez, nada será posible.

Hemos regresado al capitalismo “manchesteriano” del siglo XIX, nada pues más antiguo que las recetas neoliberales, conservadoras o de Ciudadanos, por ejemplo. Hemos regresado a los jornales, las proletarias que sin saber que lo son trabajan como burras en tiendas de Zara, en grandes superficies o hacinadas en centros comerciales insalubres y repletos de personas, muchas tan pobres como ellas mirando, pasando en tiempo y paseando, pues no pueden comprar y si lo hacen es de rebajas o lo más sintético y barato posible.

Si nos podemos tomar una caña, nos la servirá un camarero que igual es grado en Trabajo Social o Bellas Artes, contratado o contratada por dos horas diarias, un mes de contrato, pero trabajando diez horas y haciendo lo que antes hacían dos camareros profesionales cobrando cuatro veces más. Esa es la sociedad que Rajoy, pero antes Zapatero nos han construido a órdenes del IBEX, las multinacionales privadas, siempre privadas y la banca subvencionada por el Banco Central Europeo.

Por eso desde el socialismo democrático llamamos a derribar esa muralla del austericidio impuesto por los poderosos, por los poseedores.

Por Carlos Martínez García
Miembro de Alternativa Socialista
03-11-15
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