27 feb 2013

Se rompe el saco

Sin duda alguna la cuestión palpitante ahora en nuestro mundo es la crisis. En los hogares y en las empresas se sufren las consecuencias; en los parlamentos, en los medios y en las tertulias se analizan sus efectos y, sobre todo, sus causas. Pero la explicación clara y definitiva nos la ofrece la sabiduría tradicional: LA AVARICIA ROMPE EL SACO. Pese a no ser sinónimos, hoy la palabra “codicia” se asocia inevitablemente con la palabra “crisis”.

La crisis, por supuesto, es la financiera. Hay otras, algunas tan graves como la alimentaria o la climática, pero la financiera las eclipsa. Prueba de ello es la conferencia mundial de la FAO: no consiguió reunir ni siquiera veinte mil millones para aplacar el hambre de los países pobres mientras que para enmendar los disparates y estafas de la gente rica han salido cientos de miles de millones (y todavía siguen saliendo) de los paraísos fiscales, las cajas secretas, las hábiles contabilidades y otros ardides de la ingeniería financiera. Los banqueros aparecen como “los malos de la película”, pero se olvida que no operan en el vacío sino dentro de un sistema y en estrecha interdependencia con él, lo mismo que el corazón en el cuerpo humano. Los banqueros se han excedido, sin poder evitarlo, porque el sistema es codicioso por naturaleza. Esta crisis no es una enfermedad en un cuerpo sano y robusto, sino al revés: toda la estructura de ese cuerpo social está desquiciada. La crisis no es una fiebre juvenil sino una deficiencia senil.

No es que el capitalismo sea malo sino que está agotado y se revela incapaz ante un mundo diferente del que le hizo nacer. En sus comienzos, hace cinco siglos, su codicia radical le impulsó a descubrir océanos, colonizar continentes, alentar un humanismo frente a oscuridades teológicas, sembrar ideas con la imprenta y fomentar el pensamiento y la riqueza: el sistema de vida occidental se hizo con el dominio del mundo. Pero esa misma codicia ha socavado la prosperidad con su exageración permanente, convirtiéndose hoy en la avaricia del anciano que se abraza a su bolsa llena con temor de perderla pero todavía ansioso de aumentar el botín.

La codicia siempre exagerada y el capitalismo insaciable carecen del sentido del límite. En la antigua Grecia respetaban a una diosa, Némesis, guardiana de los límites y perseguidora de sus transgresores. Otras culturas han ensalzado la serenidad y el equilibrio, la vida tranquila o la armonía con la Naturaleza, pero la codicia capitalista no está satisfecha y llama progreso al aumento constante de bienes y productos. La población mundial se ha triplicado a lo largo del siglo XX, sin que los recursos naturales hayan podido crecer lo mismo. Diversos estudios, que coinciden en lo esencial, muestran que desde fines del pasado siglo la regeneración de los productos naturales de la Tierra ya no restituye el consumo. Se piensa más o menos que sólo para dar a toda la población el nivel de vida de España haría falta tres planetas como el nuestro.

La palabra CODICIA tiene una acepción taurina que alude al ímpetu con el que embisten algunos toros y, ese significado es aplicable al capitalismo, que es esencialmente predatorio, sin respeto a la naturaleza ni tampoco a las personas. Desde que en sus orígenes el hombre se erigió en el Rey de la Creación, ha explotado sin reserva los recursos del planeta. Todavía en los primeros tiempos el famoso médico y filósofo, Paracelso insistía en que a la naturaleza se la vence obedeciéndola, pero esa precaución pronto quedó olvidada, en contraste con otras culturas, que consideran sagrados un árbol o una fuente. Ni siquiera se respeta siempre al prójimo, se violan los derechos humanos a pesar de proclamarlos. Con la globalización el dinero, valor supremo del sistema, circula sin barreras, mientras el movimiento de las personas se restringe con métodos tan anacrónicos como erigir vallas y muros.

Ante tanta prosperidad en las grandes urbes de los países desarrollados muchos se resisten a admitir la decadencia de tal poderío. Olvidan con eso la experiencia histórica de todos los grandes imperios. Desde Asiria y Babilonia hasta nuestros días, tuvieron su decadencia y ocaso. Fenómeno descrito magistralmente hace ya seis siglos por Aben Jaldún, un musulmán cordobés autor de una historia de los bereberes. Otro andaluz, el poeta Rodrigo Caro, acuñó ante las ruinas romanas de Italica estos hermosos versos “Las torres que desprecio al aire fueron/a su gran pesadumbre se rindieron.”

El capitalismo se rinde ya a su codicia. Hace cinco siglos Europa era una explosión de afanes en aventuras creadoras. Las gentes se embarcaban en frágiles navíos y cruzaban océanos para llegar a tierras ignotas; los mercados prosperaban en las ciudades, las universidades se multiplicaban y la imprenta sembraba ideas nuevas y audaces. Aquel espíritu de aventura se ha convertido hoy en un afán de seguridad y en un repliegue a refugios protectores sacrificándose las libertades a una supuesta seguridad. Occidente vive ahora en el miedo y hasta los ciudadanos del país más poderoso de la tierra viven en constante temor, soportando controles y restricciones.

También Roma, dominadora del mundo de su tiempo acabó desmoronándose y cayendo en un estado de barbarie y desorden. No estamos muy lejos de una situación semejante, porque la barbarie consiste en la destrucción de los valores básicos de una cultura y eso precisamente está ocurriendo en nuestro tiempo. Asistimos a violaciones de la Justicia y los Derechos Humanos, ataques a la libertad, simulaciones de democracia, deconstrucciones de la familia y hasta las mismas religiones y sus iglesias tienen sus crisis. Pero, imperturbable, la codicia continúa.

¿Caerán en saco roto estas observaciones? Es de temer que sí, como la de tantos otros, pues no soy el único en formularlas. Ya lo dijeron los clásicos: “los dioses ciegan a aquellos a quienes quieren perder”, pero lo vean o no, la codicia está rompiendo el saco.

Miradas.
José Luís Sampedro.

Contra el paro

La lucha contra el paro no es técnica sino política.

Es así porque el paro no constituye un problema para todo el mundo. Lo es para quienes no encuentran trabajo remunerado en los mercados. Pero, curiosamente, lo que supone un grave problema para los grandes empresarios no es el paro sino el pleno empleo.

Es así porque, cuando se alcanza, los trabajadores son fuertes y están en condiciones de negociar con éxito las condiciones laborales, es decir de hacer frente al poder del que depende el bienestar y el beneficio de unos y otros. Aunque cueste creerlo, es por ello que a los capitalistas les interesa que haya niveles de paro elevados, pues así (aunque en conjunto ganen menos) tendrán en su mano el poder que necesitan para controlar a la fuerza de trabajo y su retribución.

Eso es especialmente necesario cuando los empresarios no están dispuestos a competir a través de la calidad o la innovación, como desgraciadamente ocurre con la mayor parte de la clase empresarial española. Entonces tienen que recurrir necesariamente a reducir salarios aunque es evidente que esa estrategia, empobrecedora, deben revestirla de algún modo para que sea fácilmente aceptable por la población trabajadora y por la sociedad en general.

El discurso que les permite eso es muy antiguo y consiste en afirmar que los salarios son uno de los costes principales de las empresas y que si éstos son elevados no podrán crear empleos. Así que si se quiere que los haya, habrá que aceptar que los salarios sean más bajos.

Por añadidura, se afirma que si los salarios son elevados, las empresas no tendrán más remedio que subir los precios, de modo que se producirá un peligroso proceso inflacionario que siempre hay que evitar. Y la conclusión será que deben establecerse normas que garanticen, por un lado, que los empresarios puedan reducir costes laborales constantemente, y, por otro, que todas las políticas del estado (y la fiscal y la monetaria, principalmente) deben dirigirse a combatir la inflación. Lo cual, dicen, se consigue reduciendo gastos, elaborando normas que flexibilicen los mercados y no permitiendo que los tipos de interés sean bajos.
Repetidas hasta la saciedad, estas ideas convencen pero la realidad es que son falsas porque se sostienen en un principio que carece de fundamento.

Parten, efectivamente, de una idea liberal del siglo diecinueve que afirma que el nivel de empleo solo depende de lo que ocurra en el mercado de trabajo. Si hay paro, dirán, es porque hay exceso de oferta de trabajo. Pero si los salarios bajan, entonces los empresarios contratarán a más trabajadores y desaparecerá el paro. Si éste existe será entonces “paro voluntario”, es decir, producido solo porque los trabajadores no quieren aceptar salarios más bajos.

Desde hace muchos años sabemos que esas ideas son falsas (incluso matemáticamente insostenibles) y que en realidad solo producen incrementos del beneficio empresarial. Podría ser que fuesen aceptables para una empresa en particular pero, a nivel de toda la economía, el nivel de empleo depende no solo de lo que ocurra en el mercado laboral sino, sobre todo, en el mercado de bienes y servicios. Por muy bajos que sean los salarios, si las  empresas no tienen clientes (demanda) no contratarán a nadie. Y la mayor parte de la demanda la componen los salarios.

Aplicando estas ideas a la situación española deduciríamos que para combatir el paro son imprescindibles dos cosas. La primera, limitar el poder político de las grandes empresas que imponen su voluntad (su preferencia distributiva) al resto de la sociedad. Es decir, las que, para ganar más, en realidad están empeñadas en crear escasez artificialmente, escasez de actividad productiva que realmente satisfaga necesidades reales y escasez de empleo estable y de calidad. La segunda, garantizar demanda suficiente a las empresas que de verdad pueden crear empleo, que hoy día son las pequeñas y medianas que fundamentalmente viven del ingreso de los trabajadores nacionales.

Por tanto, lo mejor que se puede hacer para crear empleo en España es elevar los salarios, cambiando la pauta de distribución de la renta para hacerla no solo más justa sino más eficiente económicamente.

Ahora bien, esto no se podrá hacer si no se abordan otras dos cuestiones (para lo cual también se necesita anular el poder político de los grandes grupos oligárquicos). La primera, sustituir las actividades productivas que vienen actuando como motores insostenibles de la economía por  otras que utilicen los recursos de otro modo y permitan consumir de forma más satisfactoria, equilibrada y humana. La segunda, controlar el dinero y las fuentes de financiación para ponerlas al servicio de la sociedad.

Juan Torres
18 febrero 2013
Publicado en Madrid 15m. Periódico de asambleas del 15M, nº 11, febrero de 2013
Ganas de escribir 

Los minijobs son (más) miseria

Por si la reforma laboral se había quedado corta, el gobierno ha anunciado una nueva medida que precariza más y más las condiciones de las jóvenes: la creación de ‘minijobs’ para incentivar la contratación a tiempo parcial con vinculación a la formación a los menores de 30 años.


Con esta medida “castigo” del neoliberalismo, la juventud pagará, una vez más, “su parte de la crisis”. Los minijobs, que sólo aumentan la precariedad y maquillan las estadísticas de desempleo, serán aprobados hasta que el desempleo baje al 15%.
 
Pese a la versión del gobierno, la evidencia muestra que los minijobs no generan nuevos puestos de trabajo, no son una herramienta para luchar contra el desempleo sino para precarizar más a los trabajadores. Por ejemplo, en Alemania han destruido empleo regular sustituyendolo por contratos precarios sin derechos.
 
Mientras a los banqueros les premian con grandes incentivos sin condiciones, a las jóvenes nos castigan porque los empresarios son incapaces de crear trabajo de forma legal. Estamos hartas de economía sumergida, de salarios en negro, de no cotizar, de becas que ocultan puestos de trabajo.
 
Sabemos que la solución al desempleo no es el subempleo; las soluciones pasan por permitir a las personas desarrollar sus proyectos de vida. No es vicio por trabajar, ni aspiración por estar produciendo para el 1%. Se trata de disponer de recursos suficientes para vivir con dignidad.
 
La única solución viable pasa por reformular el modelo: necesitamosrepartir el empleo para que se eviten las jornadas inhumanas mientras el desempleo sigue subiendo. Además, deben evitarse las contrataciones ilegales, con más y mejores inspecciones de trabajo y, paralelamente, fomentar el autoempleo bajo fórmulas democráticas para que los propios trabajadores sean quienes tomen las decisiones sobre sus condiciones laborales.
 
 
Para ello tenemos que reivindicar un modelo de redistribución que se desarrolle en dos fases: parar el expolio que significan las privatizaciones, los rescates bancarios y los recortes impuestos por las políticas de austeridad de la Troikaromper la idea de que sólo mediante el empleo podemos acceder a los derechos (sanidad, educación, vivienda, pensiones…). Esto último sólo será posible aumentando los impuestos sobre los beneficios empresariales, grandes fortunas y operaciones especulativas, para poder financiar un modelo de derechos universales desligados del empleo.

25 feb 2013

Todo es falso

estafa
Es falso que la crisis sea sinónimo de depresión económica, y que esta sea un fenómeno meteorológico pasajero. La recesión es solo el síntoma del pasaje a un nuevo escenario, reflejo de un conflicto político entre quienes queremos vivir bien en sociedad y los que insisten en vivir mejor que los demás a costa de ella.

Es falso que alguien “nos vaya a sacar” de esta crisis. Mucho menos quienes la aprovecharon para forzar la creación de una sociedad más injusta.

Es falso que las deudas haya que pagarlas. No si esto implica la tiranía. No si seguimos sin incluir todos los costes en el balance, especialmente el coste ecológico y social.

Es falso que lo que necesitamos para llevar una vida digna, más allá de la mera supervivencia física, pueda ser deficitario. Los que preconizan esta falacia son los mismos que no ven problema alguno al consumo ilimitado -subvencionado si hace falta- de lo que no es necesario. Si no hay recursos disponibles es por voluntad política.

Es falso que el crédito se haya secado, las empresas hayan cerrado y el desempleo haya aumentado por culpa de un elevado gasto público. Por más veces que nos hayan contado esta mentira, no está de más repetir que es exactamente al revés. Es más, el reciclaje selectivo de la inmensa deuda privada en deuda pública no solo no ha devuelto el crédito sino que representa un auténtico saqueo colectivo.
Es falso que haya una crisis española, una crisis griega, otra portuguesa. Claro que existen particularidades territoriales, pero lo que hay es una crisis europea, que forma parte de otra sistémica cuyo alcance real apenas percibimos. Países en una situación coyuntural favorable pueden verse de pronto afectados por la suerte de los vecinos, por la sequía financiera o por la súbita sed de los poderosos. Las economías bailan al compás del movimiento de los capitales. Pero también de las luchas de sus productores.

Es falso que haya que “cumplir los deberes” que nos impone un ente lejano llamado Bruselas. La principal institución que los promueve es el Consejo, formado por gobiernos como el español.

Es falso que la política sea el problema y que la economía o lo público deban estar libres de influencias políticas. Son precisamente los que se presentaron como gestores y como técnicos los que nos han llevado al desastre. Falta politizar más, pero la política no puede ser reserva de una casta.

Es falso que la corrupción sea solo cosa de dos, el que corrompe y el corrompido. Suele haber terceros que creen beneficiarse de este arreglo, y que votan en consecuencia.

Es falso que la reforma laboral sirva para crear empleo. Su principal objetivo siempre fue disciplinarnos y fomentar la servidumbre voluntaria.

Es falso que el empleo nos haga libres y permita proveer por sí solo a nuestras necesidades básicas. Para la mayoría, el salario necesita compensarse siempre por otras vías: o mediante el gasto público (sanidad, educación), o mediante el crédito, o con una combinación de ambos. El neoliberalismo apostó todo al crédito y acabó provocando la mayor crisis financiera en décadas.

Es falso que el mérito asigne a cada uno en la posición en la que está. La producción es una tarea colectiva: que a muchos no les alcance para vivir ya es un robo.

Es falso que el dolor que nos infligen sea necesario, como afirmó sin sonrojo Mario Draghi en el Congreso de los Diputados. Cuando Draghi dice que la solidaridad consiste en “asegurar que la carga no sea soportada desproporcionadamente por determinados sectores o grupos de personas” se refería a los más ricos.

Es falso que el Banco Central Europeo tenga como principal objetivo “la estabilidad de precios”. La manera en que ha intervenido durante la crisis y las declaraciones de sus presidentes muestran cómo ha servido de instrumento para aplicar una política económica antisocial.

Es falso que la alternativa al “ajuste” sea el crecimiento económico, si por tal entendemos la producción exponencial de bienes y servicios socialmente innecesarios, cuyo valor se apropian unos pocos sin consideración alguna de su coste medioambiental.

Es falso que la crisis económica pruebe que la dominación de clase sea más importante que la de género, racial, que la destrucción ecológica, o viceversa. Se puede y se deben afrontar todas.

Es falso que la izquierda partidaria pueda garantizar por sí sola una alternativa real a la cleptocracia. Las movilizaciones suelen producirse contra la derecha y apagarse tras el acceso al gobierno de fuerzas “progresistas”. Pero es entonces cuando en realidad las movilizaciones deberían ser más potentes y a favor de una agenda común.

Todo es falso, salvo alguna cosa.
La realidad que producen las mentiras.
Lo que vivimos. Todo lo bueno que ya hacemos en común. Y lo que todavía podemos lograr juntos.

25/02/2013
Texto de @Quilombosfera

21 feb 2013

Récord de empleo en Alemania... ¿a qué precio?

-Casi 42 millones de habitantes tienen un empleo, un máximo histórico desde la reunificación

-Los salarios reales de los alemanes han descendido un 1,8% en la última década

-Los famosos minijobs emplean a uno de cada cinco trabajadores en Alemania

La buena salud del mercado laboral "enferma" a los alemanes
Una oficina de empleo en Alemania.

Hace un par de días se publicaron los datos de ocupación de la Oficina Federal de Estadística alemana (Destatis). Los mismos indican que en Alemania se registró en el último trimestre de 2012 un máximo histórico de empleo desde la reunificación. Casi 42 millones de habitantes tienen un trabajo. Sin embargo, numerosas voces críticas alertan de que los datos pueden conducir a hacerse una idea equivocada de la situación del mercado laboral alemán.

En primer lugar destaca la bajada de salarios que se ha vivido en el país desde que se comenzó a aplicar la llamada Agenda 2000 a partir de 2003. Los salarios reales de los alemanes descendieron un 1,8% en relación a lo que se ganaba en el año 2000, según un estudio del Instituto de Ciencias Económicas y Sociales (Wirtschafts- und Sozialwissenschaftliche Institut, WSI, en alemán) publicado el 12 de febrero.
El estudio muestra, asimismo, que el beneficio de empresas y fortunas aumentó en ese mismo periodo en torno al 50%. El experto de dicho Instituto Reinhard Bispinck asegura en una nota de prensa que esta evolución es un indicador negativo para Alemania y para Europa, al dañar la estabilidad económica: "Una subida palpable del poder de compra a través del aumento de los salarios es una condición esencial" (para mantener la estabilidad).

Esta es la razón por la cual la reivindicación de un salario mínimo se ha convertido en uno de los temas centrales de la campaña electoral para las próximas elecciones de septiembre del partido de La Izquierda (Die Linke), así como uno de los campos de batalla de los sindicatos. Mientras estos últimos reclaman unos 8 euros la hora, los políticos de la izquierda piden hasta 10. Tal es el debate que ahora, a pocos meses de los comicios, el Gobierno del partido conservador CDU de la canciller Ángela Merkel parece preocuparse de la cuestión y ha declarado querer introducirlo.

Sin embargo, se trataría de varios salarios mínimos diferentes, dependiendo de la región alemana donde se trabaje y del sector económico. Dicha propuesta ha sido criticada por todos los grupos de oposición y por los sindicatos.

Asimismo hay en Alemania 2,6 millones de autónomos, de los cuales más de la mitad son del tipo denominado "empresa de uno solo" (ein-Mann-Unternehmen), y más de una tercera parte tienen bajos ingresos. El número de autónomos aumentó un 40% entre el año 2000 y el 2010, según el Instituto Alemán para la Investigación Económica (Deutsches Institut für Wirtschaftsforschung).
Por citar un ejemplo de la precarización que supone ser autónomo en ciertas circunstancias, hay que mencionar los contratos de los profesores de idiomas de las llamadas "escuelas populares" de Berlín. A pesar de tratarse de escuelas públicas de idiomas y de que los profesores trabajan en ocasiones únicamente para dichas instituciones educativas, no tienen contratos directos con las mismas, sino que son autónomos y cobran por curso impartido.

Ello supone un ahorro para el empleador (en este caso la Administración) en los pagos a la Seguridad Social y al seguro sanitario, que se vuelven más elevados para el propio trabajador. Además colocan al empleado en una situación de mayor desprotección, ya que tiene las conocidas desventajas de los autónomos, como por ejemplo no cobrar por días de vacaciones.

La cifra de empleo global no detalla tampoco el tipo de actividad del que se trata en cada caso. Según la Agencia Nacional de Empleo (Bundesagentur für Arbeit) a finales de junio había hasta 908.000 trabajadores temporales. Son empleos que dependen de la coyuntura económica y, por tanto, no pueden considerarse estables. La mitad de dichos trabajos duran de media unos tres meses. Eso sí, en cuanto al salario, los trabajadores contratados con estas condiciones ganan alrededor de un 50% menos que los empleados fijos aunque hagan las mismas tareas, según un estudio de la Fundación Bertelsmann.
Los famosos minijobs emplean a uno de cada cinco trabajadores en Alemania. En junio de 2012 hasta 7,4 millones de alemanes tenían un minijob. Con estos trabajos el empleador paga una mínima contribución a la Seguridad Social y el empleado no ha de pagar impuestos. Ello no significa que dichos empleados no puedan tener otra actividad económica o recibir una pensión.

De hecho, solamente en la región de Bavaria son casi 140.000 los jubilados que trabajan para completar su pensión "limpiando, ordenando estanterías en los supermercados o repartiendo periódicos", publica el periódico Suddeutsche Zeitung. El aumento del precio de los alquileres y de la vida, que no se ha correspondido con un aumento paralelo de sus jubilaciones, les obliga. Ellos también cuentan como empleados en la flamante estadística del récord de empleo alemán.

Carmela Negrete
21-02-2013

16 feb 2013

Señores, ¿en qué mundo vivimos?

Los sabihondos se reunieron como siempre en Davos, pero ahora nadie les da bola y ni ellos mismos confían en sus recetas, preocupados como están por la crisis de civilización y por esta crisis estructural del capitalismo que es al mismo tiempo una crisis ecológica.

No faltan, sin embargo, algunos, como Cristina Fernández de Kirchner, que muy sueltos de cuerpo proponen volver al capitalismo de antes, productivo, abandonando el especulativo, como si éste no fuese la consecuencia de aquél. O quienes hablan, como esa misma señora y sus agudos asesores, de volver a la fase anterior al neoliberalismo y a la desenfrenada especulación resultante del papel predominante del capital financiero como si neoliberalismo y especulación no fuesen el resultado de la caída de la tasa de ganancia que llevó a cerrar la fase del llamado Estado del Bienestar y a reducir brutalmente los salarios directos e indirectos de los trabajadores en todos los países y los espacios democráticos y las viejas conquistas sociales (como las ocho horas) en todo el mundo.

Otros, en los gobiernos progresistas (Brasil, de nuevo Argentina, Venezuela), piensan que hay que reforzar el capitalismo con los subsidios del Estado a las grandes empresas, para asegurar a la vez los consumos populares y la rentabilidad de aquéllas y así pagan a pocos con el dinero de todos pero no aumentan las inversiones productivas, porque éstas dependen de las expectativas tanto de los consumidores como de los capitalistas sobre la amplitud y sostenibilidad del mercado, expectativas que no existen.. Por eso las empresas se meten en el bolsillo el dinero de los contribuyentes pero no invierten y, como son monopólicas, aumentan los precios de sus mercaderías pero no los salarios reales, reduciendo así aún más el mercado consumidor e impulsando, al mismo tiempo, la inflación, que también los corroe.

China está al borde de una catástrofe ecológica en todo el país porque la opción por el crecimiento económico considerando cero el costo ambiental lleva ahora cientos de millones de personas a no poder salir –literalmente– de sus casas debido a la contaminación. A eso se le agrega la gran ola de movimientos por salarios, condiciones de trabajo o contra el despotismo y la corrupción. China y la India, por otra parte, hasta ahora principales sostenes del capitalismo mundial y en particular de la economía de Estados Unidos, Japón y la Unión Europea mediante la compra de bienes y de empresas, con su presencia en el mercado financiero mundial han acelerado brutalmente la circulación de capitales y el caos especulativo.

Independientemente de que no aparecen en el horizonte los sepultureros de un sistema en crisis estructural, porque los trabajadores, en el sentido más amplio, comparten aún la ideología de sus explotadores y sus valores hedonísticos y egoístas en vez de buscar una alternativa al sistema, el sistema está en una crisis agudísima desde el 2008 y aún no superó lo peor. Al sistema capitalista las inmensas destrucciones de seres humanos y de capitales en las dos guerras mundiales y en la crisis de 1929 le dieron sólo unos 30 años de prosperidad y reconstrucción. ¿Buscará arrasar con los bienes comunes, rapiñar nuevamente el planeta, recolonizándolo, recuperar mediante una nueva gran guerra para Estados Unidos la hegemonía perdida de modo de instalar un mundo futuro para un quinto de la población mundial, eliminando de un modo u otro a los sobrantes (con guerras locales, dictaduras, hambrunas, siembra de enfermedades mortales)? No hay nada que el capitalismo no pueda intentar… si se lo deja y si tiene la fuerza social suficiente.
Por eso hay adoradores académicos o no del sistema, nuevos doctores Pangloss, que dicen que el sistema siempre se recuperó de sus crisis y volverá a hacerlo, porque no se presenta una alternativa. Pero si la historia fuese una simple continuación indefinida de los sistemas, Europa viviría todavía la pax romana, los mayas seguirían dominando media Mesoamérica y en Tenochtitlán-DF se seguirían haciendo sacrificios humanos. El derrumbe del mundo antiguo y del Estado romano, su cultura, y sus relaciones de dominación fue el resultado de una larga crisis que duró más de tres siglos y que amenazó a la civilización, cuyo nivel más alto sólo fue reconquistado mil 200 años después con el Renacimiento. No está escrito en ningún lado que el capitalismo sea como Anteo que al caer al suelo reconquistaba su vigor.

Porque esta crisis estructural está acabando con las bases de una cultura material basada en el despilfarro del agua, de los alimentos, de los recursos naturales de todo tipo y en la producción masiva de desechos que la naturaleza no puede reciclar. Los gobiernos progresistas o no, como el de Bolivia, Brasil, Ecuador, Argentina o el de México, Perú, Chile fingen creer que el crecimiento se puede lograr con el despojo de las tierras arables que se convierten en monocultivos, con la depredación del agua y de la tierra por la gran minería, por el extractivismo neodesarrollista pero ese crecimiento de las ganancias es enemigo del desarrollo y de los bienes comunes.

Por lo tanto, o se acaba con la producción para la ganancia, produciendo de modo diferente, fabricando otros productos, elaborados de otro modo, para otras necesidades o terminan por acabarse los bosques, los mares, el agua, el aire puro, el equilibrio natural del planeta… y la especie humana, reducida a pequeños grupos, vuelve al estado natural o, reducida a cerca de un tercio de sus integrantes actuales, vive en una dictadura tecnocrático-fascista como la que pintara Jack London en El Talón de Hierro. Suena apocalíptico, pero enteras civilizaciones y grandes culturas han vivido antes apocalipsis semejantes.

La alternativa no es ya capitalismo o barbarie. Desde los campos de concentración nazis, los goulags stalinistas, Hiroshima y Nagasaki y los bombardeos a Vietnam vivimos en la barbarie. La alternativa es o acabar con el capitalismo o ver cómo éste acaba con las bases materiales de nuestra civilización.

Guillermo Almeyra
15-02-2013

15 feb 2013

Confesiones de un cardenal

Ningún cardenal va a pronunciar el nombre de otro como posible papable, porque cada uno de ellos piensa que es el mejor candidato



El Papa preside una audiencia en San Pedro mientras dos obispos conversan a su espalda. /

En el cónclave en el que sería elegido Papa el polaco Karol Wojtyla, en octubre de 1978, este diario llevaba poco más de dos años en la calle. Yo era su corresponsal en Italia y en el Vaticano. La dirección del periódico me pidió que preparara un reportaje, hablando con algunos cardenales residentes en Roma, para tener una idea acerca del nombre del candidato más barajado para sustituir al Papa relámpago, Juan Pablo I, que solo vivió 30 días de oscuro pontificado.
Empecé con un cardenal de la Curia ya anciano. Me recibió en su palacio a dos pasos del Vaticano. Una monjita tímida me sirvió un café. El cardenal se arrellanó en su sillón de terciopelo rojo dispuesto a responder a mis preguntas. Al explicarle el motivo de mi reportaje, me dijo, con esa elegancia que reviste a los cardenales italianos que conservan todos un halo del renacimiento, que desistiera de mi propósito.

“Tiene que entender una cosa, hijo mío”, me explicó paternalmente, “y es que ningún cardenal le va a pronunciar el nombre de otro como posible papable, por la sencilla razón de que cada uno de nosotros piensa en su fuero íntimo que es el mejor candidato. Se llega a cardenal soñando con el papado”. Y siguió en su confesión al joven periodista: “Si acaso, nos podemos reunir algunos cardenales más afines, para evitar que alguno que no nos gusta, pueda convertirse en papable, nada más”.

Al final me fue desgranando la lógica que han seguido los cardenales en los tiempos modernos. “Como ninguno de nosotros, aunque lo digamos en público, nos sentimos incapaces y poco preparados para ser papa, lo que hacemos, sobre todo en los días en que nos reunimos aquí en Roma antes del cónclave, es analizar en qué situación se encuentra la Iglesia y el mundo en la sede vacante [periodo entre un Papa y otro], y quién sería el mejor candidato para afrontar los desafíos actuales de dentro y fuera de la Iglesia”.

Claro que ahí empiezan las dificultades, dijo, ya que dentro del colegio cardenalicio lo que para uno puede ser un problema eclesiástico o de política mundial, para otros puede no serlo. Cada cual insiste en los aspectos que considera más importantes y acuciantes. Es ahí donde nos dividimos los “prudentes y los más osados”, explicó sin usar la terminología de conservadores y progresistas.

“A veces, los cardenales entramos en el cónclave totalmente divididos en grupos con ideas y exigencias diferentes, lo que hace que el Papa difícilmente sea elegido al primer escrutinio”, recordó. Así ocurrió en aquel cónclave en el que salió elegido por sorpresa el papa polaco Wojtyla, precisamente porque el grupo de cardenales italianos se dividió a la hora de dar los votos al entonces arzobispo de Florencia, Giovanni Benelli, que había sido la mano derecha de Pablo VI.
Viendo que no cedían ni los unos ni los otros, los cardenales austriacos y alemanes defendieron la idea de hacer Papa a un cardenal del Este que estuviera preparado por experiencia propia a la hora en que se desplomara el comunismo. Y la Iglesia sabía que el comunismo estaba agonizando.
Pensaron en el anciano cardenal Wyszynski, primado de Polonia, el cual aconsejó escoger al joven arzobispo de Cracovia, polémico fustigador del comunismo. Y así fue. Es probable que el nombre del que fuera el obispo más joven del Concilio, ni se les hubiera pasado antes por la mente a la gran mayoría de los cardenales que no podían ni imaginar elegir a un no italiano, después de 500 años de pontífices de esa nacionalidad.

¿Ocurrirá lo mismo esta vez? Es muy posible. Los cardenales van a discutir qué tipo de Papa necesita la Iglesia y el mundo tras la renuncia de Benedicto XVI, antes de pensar un nombre. Y es probable que lleguen al cónclave sin un acuerdo, aunque seguramente con algunos nombres en la cabeza.
Algo parecido ocurrió en el nombramiento del sucesor del papa Pio XII, con un pontificado larguísimo vivido entre las zozobras de la Segunda Guerra Mundial. Los cardenales entonces prefirieron elegir a un papa de transición, que viviera poco y les diera el tiempo de encontrar a un sustituto a la altura de Pio XII. Eligieron al piadoso arzobispo de Venecia, Giuseppe Roncalli, hijo de campesinos, ya anciano, que acabaría, sin embargo, sorprendiéndoles con la convocación del Concilio Vaticano II, que revolucionaría a la Iglesia.
Los cónclaves suelen reservar esas sorpresas de última hora, por eso en los tiempos modernos ni siquiera los vaticanistas más expertos han acertado en sus profecías.

Juan Arias.  
Río de Janeiro 13 FEB 2013

7 feb 2013

Spanish Neocon

 La revuelta neoconservadora en la derecha española.

de Observatorio Metropolitano (Pablo Carmona, Beatriz García y Almudena Sánchez) Colección:Útiles 12

Una radical renovación se ha producido en las filas de la derecha española. Se trata de una nueva tendencia política que se muestra extremadamente activa tanto en la acusación a los supuestos culpables como en la presentación de soluciones a una crisis cada vez más desbocada.
Al modo del Tea Party estadounidense, cuenta con políticos, medios de comunicación, lobbies, instituciones y asociaciones civiles. Se autodenominan neoliberales y neoconservadores: intentan restaurar el principio de autoridad, la nación y la religión en las relaciones políticas, al tiempo que defienden el más descarnado antiestatismo y el libre mercado en las relaciones económicas, siempre sin renunciar al conchabeo y a un descarado trato de favor hacia sus socios económicos y su clientela política.

En este libro se analizan los orígenes históricos de esta tendencia en el liberalismo conservador español, al igual que su filiación atlántica con el pensamiento neocon estadounidense. También se estudia el complejo entramado institucional-mediático que dirigió la ola de movilizaciones conservadoras contra la administración socialista, así como las políticas institucionales en el principal de sus bastiones: el gobierno de la Comunidad de Madrid. A partir de este análisis una conclusión resulta evidente: la minoría neocon ha logrado reunir a una comunidad orgullosa de ser de derechas, capaz de movilizar los malestares y las inquietudes de una parte importante de la sociedad. En este sentido, entender tanto su método como sus formas de organización, del mismo modo que sus diferencias internas y sus puntos débiles, se muestra como una tarea imprescindible en la larga década que se abre bajo el mandato «popular».

El Observatorio Metropolitano de Madrid es un colectivo híbrido de investigación e intervención política formado por activistas y profesionales de distintos ámbitos. Su principal propósito es ofrecer síntesis críticas sobre las principales líneas de transformación de las metrópolis contemporáneas. Se trata de una labor desgraciadamente abandonada por la mayor parte del trabajo académico e institucional pero que resulta extremadamente urgente para emprender cualquier acción política democrática digna de tal nombre. Entre sus principales publicaciones se deben mencionar: Madrid ¿la suma de todos? Globalización, territorio, desigualdad (Traficantes de Sueños, 2007) y Fin de ciclo. Financiarización, territorio y sociedad de propietarios en la onda larga del capitalismo hispano (Traficantes de Sueños, 2010).



     

3 feb 2013

La escasez y la división social toman Grecia


Continúan las agresiones a inmigrantes por parte de grupos racistas.
 
La austeridad impuesta por la troika fragmenta a los griegos. Mientras se desmontan los hospitales, donde ya no existen recursos para alimentar a los pacientes ingresados, en la calle se suceden las agresiones a trabajadores inmigrantes.
 
AntenapezTV: El miércoles 16 de enero un grupo de anarquistas entraron en directo en el plató de un canal de televisión de la ciudad griega de Kavala y leyeron un comunicado en el cual denunciaron los recientes desalojos de centros sociales ocupados, el fascismo de la policía y Amanecer Dorado así como la manipulación mediática.
 
 
 


El partido neonazi Amanecer Dorado, con 18 de los 300 diputados que componen el Parlamento griego, ha conseguido colocar en Consejo de Europa a Eleni Zarulia, casada con Nikos Mijaliakos, líder de este partido ultra. Este hecho Ha levantado una gran polémica en Grecia donde la indignación por el último asesinato racista ha movilizado a cientos de personas.El pasado 17 de enero, dos hombres asesinaron a sangre fría desde una moto al paquistaní Shehzad Luqman, cuando éste iba a trabajar, los asesinos están presuntamente vinculados a Amanecer Dorado.
Dos días después del crimen fue convocada una multitudinaria manifestación por diversos colectivos de inmigrantes para expresar su indignación y el rechazo a estos hechos frente a la pasividad del Gobierno heleno en las cada vez más frecuentes agresiones racistas. No es la primera vez que se producen agresiones y asesinatos atribuidos a militantes de Amanecer Dorado. El pasado 6 de enero la policía detuvo a varias personas implicadas en el ataque a un poblado gitano. Entre ellos se encontraba el diputado Konstantinos Barbarusis, acusado de participar en otros sucesos racistas recientes.
 
Sube el paro
Con un desempleo que sigue batiendo récord, el paro alcanza ya el 26,8% de la población. La precariedad en que se ve sumida la mayoría de la sociedad griega aumenta a marchas forzadas. Además, tras el reciente desbloqueo de una ayuda de 4.520 millones de euros, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha insistido de nuevo en el despido de 150.000 funcionarios públicos en Grecia en un período de tres años, así como en el recorte de salarios y las pensiones.
Las consecuencias de las medidas impuestas por la troika en Grecia se van haciendo notar día a día en situaciones como las que vive Dímitra D, maestra griega que no desea dar su nombre completo. Según relata esta docente a DIAGONAL, cuando ella empezó a trabajar, hace unos dos años, cobraba casi 1.200 euros. “Ahora cobro menos de 900, y de aquí a unos meses me pagarán 600 euros y pico”. Con los precios en aumento, los griegos experimentan cada vez más dificultades para hacer frente a los gastos cotidianos con salarios semejantes a los de la maestra Dímitra D..

Hospitales sin recursos

Por otra parte, en este mes ha salido a la luz que varios hospitales públicos carecen de fondos para alimentar a sus pacientes, e incluso ya escasean productos básicos como el aceite, la pasta o el arroz. Los proveedores de los hospitales se niegan a suministrar dichos alimentos a crédito debido a las deudas que ellos han contraído. Al mismo tiempo, el Gobierno ha anunciado su propósito de poner en marcha un programa para ofrecer una comida diaria a más de 250.000 escolares de primaria, muchos de los cuales acuden al colegio sin almuerzo, según ha constatado un estudio universitario.

Huelgas y privatización

Las movilizaciones en el ámbito laboral continúan en Grecia. A mediados de enero se produjeron diversas huelgas y protestas por parte de los empleados de banca, los profesionales sanitarios y los albañiles. Sus respectivas organizaciones profesionales anunciaron también la inminencia de nuevas acciones para expresar su rechazo a las medidas tomadas por el Gobierno.
Especial impacto tuvo la huelga convocada por la Corporación de Operarios del Metro de Atenas para el día 17 de enero, a la que se sumaron los trabajadores del tranvía y del trolebús. Finalmente la protesta se extendió durante otros tres días consecutivos, colapsando el tráfico de la capital, y se suman a los paros convocados para el 21 y 27 de enero.
La demanda de los trabajadores del metro en Atenas, compartida con el resto de sindicatos del transporte urbano y ferroviario, es la anulación de la equiparación de su nómina con el resto de empleados públicos. Éstos consideran injusta esta asimilación salarial debido al mayor número de días laborables y a la peligrosidad de su trabajo frente al de quienes desempeñan su trabajo desde una oficina.
Todas estas movilizaciones tienen lugar en medio de un clima de creciente polarización política. Según un sondeo realizado por el periódico Efimerida Ton Syntakton, si se celebrasen elecciones ahora, Nueva Democracia (derecha) y Syriza (izquierda) empatarían con un 29% de los votos aproximadamente, mientras que un 12% de los votantes se decantaría por el ultraderechista Amanecer Dorado. Pocos días antes, se produjeron una serie de ataques a diversas sedes de partidos políticos y viviendas de personajes públicos. Uno de los más graves fue el que sufrió la sede de Nueva Democracia, formación conservadora del primer ministro Antonis Samarás, cuyo despacho fue tiroteado por dos personas armadas con Kalashnikovs.

El PASOK y la Lista Lagarde

Además, la caída en intención de voto no es el único problema del PASOK. El Parlamento griego aprobó la creación de una comisión de investigación para determinar la implicación del exministro de finanzas Yorgos Papakonstantinu en el escándalo de la Lista Lagarde. De los cuatro altos cargos relacionados con el ocultamiento de la lista de 2.059 presuntos evasores fiscales, el político del Movimiento Socialista Panhe­lénico (Pasok) será el único al que se le exijan responsabilidades después de que, hace unas semanas, se descubriera que los nombres de tres de sus familiares habían sido eliminados del documento facilitado por la entonces ministra de Economía de Francia, Christine Lagarde, a su homólogo Papakonstantinu en 2010. El exministro socialista mantiene su inocencia y afirma haber sido utilizado como cabeza de turco por parte de los verdaderos culpables.

C. Palma. Atenas
22/01/13

 

1 feb 2013

El juego de dados y las finanzas (sobre méritos y azar)


En el mundo de los negocios y bastante más allá, es bien conocido el ya jubilado Jack Welsh, el que fue director ejecutivo de General Electric entre 1981 y 2001. En el año 2000 Welsh se embolsó por el desempeño de tan alto cargo nada más y nada menos que 144.500.000 dólares. Esta cantidad es inmensa, por supuesto, y más si la comparamos con los ingresos medios de una familia del mismo país, EEUU. Los ingresos de Welsh equivalen a unas 3.500 veces a los que percibieron en el mismo año una familia media. Esta proporción, sin consideraciones adicionales, ya debería ser un indicador para humanos normalmente constituidos de que algo no está funcionando bien para la gran mayoría de la población.
 
¿Cuáles pueden ser las justificaciones de una remuneración tan grotescamente elevada? Una de las más habituales es que lo que reporta a la compañía un director ejecutivo es tanto, que bien merece una recompensa tan alta. Incluso se argumenta que la diferencia entre el número uno y, pongamos por caso, el número cinco de entre los mejores puede ser muy grande. Obsérvese que este es el razonamiento que la teoría económica estándar aplica a las supermodelos de alta costura (los supermodelos masculinos, mucho menos conocidos que sus colegas femeninas, tienen un mercado más reducido porque se gasta menos de la mitad en ropa masculina que en femenina), y que explica que la diferencia de ingresos entre la modelo número 1 y la cotizada en el número 4, 6 ó 9, sea muy grande. Lo que la supermodelo número 1 y la número 6 hacen ganar a sus respectivos patrocinadores también varía mucho, de ahí las grandes diferencias. Razonamiento que se aplica también, como último ejemplo, a los tenistas de élite en que la diferencia de ingresos entre el primero de la Asociación de Tenistas Profesionales y el, pongamos por caso, 5, 7 ó 10 puede ser de muchos millones de diferencia.
 
Así que, de entrada, lo de la gran aportación a la empresa parece una explicación razonable. La crisis sirvió para que mucha más gente de la que suele interesarse por estas cuestiones, conociera las formas de estafa mediante las que tantos ejecutivos engañaron a accionistas, clientes y trabajadores de la propia empresa. Pero hagamos el esfuerzo de olvidar esta gran estafa sólo por un momento. Vamos a suponer que este embeleco, cuyas consecuencias está padeciendo un número cada vez mayor de personas desde que estalló la actual crisis, no se hubiera producido. Supongamos que los ingresos de estos altos ejecutivos, asesores financieros y demás “magos” de las finanzas se debieran al mérito o a la compensación por las altas ganancias obtenidas por la empresa. Supongámoslo aunque sea por unos breves instantes.
 
Veamos entonces si la mencionada justificación del mérito para una remuneración tan elevada tiene algún sentido. El que fue Nobel de Economía en el año 2002, el psicólogo cognitivo Daniel Kahneman, realizó un estudio hace unos años sobre qué parte era debida a la aptitud y qué parte a la suerte en los resultados obtenidos por 25 asesores financieros a lo largo de ocho años. Disponía de un listado con muy detallados datos por asesor y por año. Los resultados de esta investigación fueron sorprendentes para el propio autor y demoledores para la justificación que discutimos. En palabras de Kahneman, se concluía que “los resultados se asemejaban a lo que se esperaría de un juego de dados, no de un juego de inteligencia”. En ningún caso, mediante el conocido instrumento estadístico de la correlación (en donde el coeficiente de la misma puede estar entre 0, en este caso ninguna correlación, y 1, correlación “perfecta” en ese extremo) se observó nada, que no fuera el puro azar, que tuviera una correlación significativamente superior a 0 entre la gestión de los asesores financieros con los resultados de las empresas. Es decir, que tratándose de la gestión del mercado financiero, la“firma recompensaba la suerte como si fuese una aptitud”. Tirar los dados conllevaría los mismos resultados. Si bien resultaría mucho más barato. Así que no se trata de mérito.
 
Aunque el problema que abordó Kahneman era más general, que él mismo y Amos Tversky llamaron “ilusión de validez” hace ya cuatro décadas, su estudio es muy significativo para lo que aquí interesa. Resulta que, supuesta la honradez de los altos ejecutivos, sus resultados económicos para la empresa respectiva son equivalentes a tirar los dados: aptitud cero y azar total. Pero cuando Kahneman realizó el mencionado estudio, no habían sucedido los hechos que con la crisis económica se han ido conociendo y que permiten afirmar que, para una buena parte de altos ejecutivos de grandes bancos y determinadas grandes empresas, la honradez no es algo que en ningún caso deba suponerse. En palabras escritas hace poco más de 4 años por el que fue candidato a presidente de los EEUU, Ralph Nader: “Olvidaos de Las Vegas. Los jugadores empecinados se hallan en Wall Street, y están jugando con vuestro dinero, con vuestras pensiones y con vuestros medios de vida.”
 
Y quedan muchas preguntas interesantes que quien se obstine en defender la tesis del “mérito” o algo remotamente parecido para justificar las grandes remuneraciones de los altos ejecutivos, tendría muchas dificultades en responder de forma satisfactoria. Por ejemplo, ¿por qué cuando la empresa incurre en pérdidas que en algunos casos son astronómicas, siguen ganando estos ejecutivos cifras tan depravadamente elevadas? Ese es el caso, entre muchos, de Richard S. Fuld, ejecutivo de Lehman Brothers que a mediados de la década anterior se embolsó 40 millones de dólares, cuando las pérdidas reconocidas de la empresa eran de 2.800 millones. Casi nada. Pero volviendo a Jack Welsh, ¿por qué este ejecutivo se llevó a casa en el año 2000 estos 144,5 millones de dólares y su antecesor en el cargo, el legendario para muchos y que fue definido como el “más influyente hombre de negocios en los EEUU”, Reginald Jones, solamente se embolsó 500.000 dólares en 1975? Si el primero, como queda dicho, se agenció una cantidad que equivalía a 3.500 veces los ingresos de una familia media estadounidense, el segundo lo hizo en una proporción no tan insultante, unas 36 veces. La respuesta está en las muchas normas que cambiaron en la configuración política de los mercados desde 1975 al 2000 para beneficio de los ricos y para la desgracia de la mayoría de la población. Y no digamos desde 2000 hasta hoy.
 
Es muy conocida la proverbial sentencia de Balzac “detrás de cada gran fortuna, hay un gran crimen”.Quizás no tanto la del Pulitzer D. C. Johnston, que muchos años después afirmó que si el crimen no es evidente es porque no se ha observado con la suficiente atención.
 
 
 
Daniel Raventós es profesor de la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona, miembro del Comité de Redacción de sinpermiso y presidente de la Red Renta Básica. Es miembro del comité científico de ATTAC.
27/01/13