31 ene 2015

"Policía Nacional: Os dejamos esto, aunque no nos vais a hacer ni caso"







Desde la cuenta de Spanish Revolution en Facebook han colgado una recopilación muy ocurrente de tuits que proponían hacer alguna 'chiquillada' en la Puerta del Sol, aprovechando que estaba llena de personas asistentes a la Marcha del Cambio de Podemos.

Los autores han dejado un aviso a la Policía Nacional por si quieren hacer algo, "aunque no nos vais a hacer ni caso", han escrito en un comentario. Y han añadido: "Nosotras nos vamos a guardar esto para cuando detengan a alguien por enaltecimiento del terrorismo".

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31/1/15









¿Qué será de nuestras fotos dentro de 10 años?

-Muchas de las numerosas imágenes y vídeos que hoy hacemos corren el riesgo de desintegrarse por completo.  La vida media de un disco duro son 6 años


Diego Collado analiza la estética de las fotos digitales dañadas en su exposición Data Recovery.

El fotógrafo estadounidense Levi Bettweiser reveló recientemente 31 carretes de fotografías de la Segunda Guerra Mundial que adquirió en una subasta. A pesar de las décadas transcurridas las imágenes permanecían en bastante buen estado. No son las únicas fotos que Bettweiser ha rescatado del olvido, pues en su proyecto Rescued Film difunde en internet fotos de carretes que le han sido donados.

Las extraordinarias imágenes de la fotógrafa anónima Vivian Maier, o las que guardaba la maleta mexicana de Robert Capa, han llegado hasta nosotros gracias a la perdurabilidad de la plata de los negativos. ¿Lograrán nuestras imágenes digitales sobrevivir dentro de 10, 20 o 50 años? Al margen de si las guardamos en un disco duro o en la nube, no está nada claro que superen el paso del tiempo de la misma forma que las registradas en un negativo fotográfico.

En la exposición Data Recovery del fotógrafo Diego Collado, que estos días puede verse en la Escuela Blank Paper de Madrid, es posible comprobar que las fotos digitales pueden deteriorarse. Las imágenes que se pueden ver en la muestra provienen de tarjetas de memoria de segunda mano compradas por Collado. Aunque sus propietarios originales pensaron que las imágenes que almacenaban en ellas desaparecieron al borrarlas, Collado las trajo de vuelta usando el programa que da título a la exposición.

Aunque en principio buscaba solo recuperar fotos intactas por correo electrónico, Collado cuenta que “sucedió lo inesperado: una de las imágenes se recuperó parcialmente y el vacío resultante aparentaba ser rellenado con arbitrariedad. Éste es el momento que me lleva al orgasmo mental. Reconocer que el relleno no era arbitrario, sino subjetivo (...) Podemos comenzar a pedirle a los ordenadores y programas respuestas que anteriormente habíamos considerado ser cuestión de opinión. Por ejemplo, qué color le va mejor al amarillo”.

La elección de las imágenes que realizó Collado no fue aleatoria, pues escogió aquellas que “contenían un vacío en la porción crucial de la imagen, que permitiría de otro modo, comprender exactamente qué ocurría en ellas, un vacío que permite a cada lector malinterpretar cada relato”, explica. Pero ese vacío del que habla este creador puede llegar a ser total. Pues muchas de las numerosas fotos y vídeos que hoy hacemos corren el riesgo de desintegrarse por completo.

¿Es segura la nube?

Hace unos meses, el servicio de copias de seguridad en la nube Backblaze intentaba responder a una pregunta que tiene difícil respuesta: ¿cuál es la vida útil de un disco duro? A partir de datos estadísticos y a las conclusiones de diversos estudios, entre ellos uno que realizó Google en 2007, se llegó a la conclusión de que la vida media de estos dispositivos de almacenamiento es de seis años. Eso no quiere decir que no haya discos que sigan funcionando durante mucho más tiempo, aunque en ningún caso su vida útil será comparable a la de soportes analógicos, como un disco de vinilo o una película fotográfica.

Tampoco la nube parece un lugar completamente seguro para almacenar nuestros datos a largo plazo. El mayor cataclismo en el almacenamiento de datos en internet que se ha dado hasta la fecha fue el del cierre de Megaupload. A pesar de que sus servidores se usaban en gran medida para compartir películas y series, muchos también los usaban para almacenar sus fotos en el servicio especializado Megapix. Todo ese material se perdió cuando el FBI clausuró el servicio. Otros casos menores, pero también significativos, fueron los del cierre por causas económicas del espacio de almacenamiento Ubuntu One o el del servicio de publicación de imágenes Fotopedia.

Pero la desaparición de un servicio de esa clase no es el único riesgo para los que lo usan. Aunque no es frecuente, en ocasiones también se producen fallos y se pierden datos. Flickr, por ejemplo, eliminó por error la cuenta de un usuario con 4.000 fotos. Algo similar sucedió con un número indeterminado de cuentas de Dropbox. Otro riesgo de la nube es que alguien pueda acceder a nuestra información sin nuestro consentimiento, como sucedió en el celebgate.

A pesar de todo, cada vez se confía más en Internet como soporte para almacenar recuerdos. Tanto es así que se acaba de anunciar el lanzamiento de Narrative Clip 2, una pequeña cámara que se lleva adherida a la ropa y que capta una foto cada 30 segundos. Las imágenes tomadas con ella se pueden almacenar en un servicio online creado específicamente para este dispositivo.

La mejor estrategia para que nuestras imágenes digitales no terminen desapareciendo con el paso del tiempo es realizar copias de ellas en dispositivos físicas y en la nube. Incluso no está de más crear nuestra propia nube personal. Diversas marcas de dispositivos de almacenamiento ofrecen pequeños servidores domésticos para que podamos guardar y consultar desde un ordenador, móvil o tableta nuestra información.

Entre los más interesantes están los de la empresa Synology, sobre todo por su software DiskStation Manager. Usándolo con modelos de esta marca destinados a un uso personal, como DiskStation DS115j, podemos prescindir, o al menos no depender completamente, de servicios online de almacenamiento privado. Pero además de almacenarlas digitalmente, lo que también resulta bastante seguro es obtener copias fotos en papel, al menos de las más importantes, y pegarlas en uno de esos álbumes que pasan de generación en generación. A día de hoy, ese sigue siendo el método más infalible para que una foto no se extravíe.

El País Tecnología
Ramón Peco
27-01-2015

22 ene 2015

Las elecciones griegas y la posibilidad de un gobierno Syriza


Las elecciones griegas y la posibilidad de un gobierno Syriza   Tras el fallido intento del primer ministro, Andonis Samarás, en designar a su candidato, Stavros Dimas, a la presidencia del país en tres votaciones sucesivas en el Parlamento, el gobierno se vio obligado a anticipar las elecciones.


La pérdida de la mayoría en el Parlamento del gobierno en la elección presidencial fue tan solo la expresión de la división y crisis de la coalición ND-PASOK ante  el nuevo paquete de medidas exigidos por la Troika, este hecho es lo que en verdad  explica la anticipación de las elecciones.

En el pasado diciembre los Ministros de Economía de la eurozona acordaron una prórroga, hasta finales de febrero del “rescate a Grecia”, mientras tanto, la liberación del último tramo del “rescate”: 1.800 millones de euros estaría subordinado a la aprobación por el Parlamento de nuevos recortes en los salarios y pensiones, aumento del IVA y tasas que inciden en los medicamentos, alimentos, facturas del agua, energía, despidos de funcionarios… el gobierno de Samarás/Vernizelos ya estaba con la pluma en la mano para firmarlo.

El anuncio del Memorándum fue rechazado ampliamente por una población ya expoliada y desesperada. La huelga general de noviembre contra las nuevas medidas anunciadas indicaba que los trabajadores estaban dispuestos a resistir. A este hecho se agrega la ruptura del PASOK – el grupo parlamentario liderado por el exprimer ministro Papandreou, que retiró su apoyo a la coalición, y su nuevo partido (Movimiento de los Socialistas Demócratas) rompió con el dúo Samarás (ND)–Vernizelos (PASOK) cuestionando la mayoría parlamentaria del gobierno confirmada en las presidenciales.

Así el estallido del gobierno resulta de su incapacidad de imponer una nueva ronda de ataques a los trabajadores que refleja una división en la clase dominante. Grecia vuelve a ocupar el centro de la coyuntura europea, sin embargo, en una coyuntura distinta, las luchas ahora no se concentran en los países del “sur”: la huelga general de los trabajadores belgas e italianos y la manifestación contra el paquete de reformas en Francia y las movilizaciones contra los recortes en Holanda se aúna con la apertura de un nuevo “frente” para el imperialismo europeo.

Dicho lo cual, lo que se dirime hoy en Grecia trasciende con mucho los límites de la península helénica. La derrota de los partidos del Memorándum, la victoria de la izquierda griega y la conformación de un gobierno que se oponga a la Troika, sería una victoria para todos los trabajadores europeos, marcaría para todos ellos que es posible derrotar a Troika y abriría un espacio mucho más favorable para la resistencia al ajuste.

Esta posibilidad está planteada. Pero hay dos grandes obstáculos que superar antes que lo dicho arriba se convierta en realidad: Syriza aún debe consolidar su mayoría en las elecciones y no menos importante, en el caso de una victoria electoral: ¿en qué medida Syriza estará dispuesta a resistir las presiones del imperialismo europeo y norteamericano para detener la catástrofe social en Grecia?

La polarización electoral: la presión imperialista antes de las elecciones

Los  últimos sondeos  publicados por los medios de comunicación (hasta el 05/01) sitúa a Syriza como la primera fuerza electoral, entre el 28 y el 30% de los votos.  Por el sistema electoral griego Syriza estaría a un 3% de lograr el “bonos” de 50 diputados, que le daría mayoría absoluta.  Nueva Democracia (ND), oscila entre un 25,1% y el 28%,  seguidos por los neonazis de Amanecer Dorado entre el 6% y el 8%. Los estalinistas del KKE y ToPotami (El Río, un partido populista liderado por el presentador de televisión Stavros Theodorakis), obtendrían el 5%. En el último puesto aparece el Pasok, con un 4%, (algunos sondeos les dan un 2,2%),  mientras el Movimiento de los Socialistas Demócratas  acorta distancias con un 4.8%.

El partido de Papandreou (MSD) intenta evitar la caída en picado de los socialdemócratas que al día de hoy pueden quedarse fuera del Parlamento. En la misma situación se hallan los nacionalistas Griegos Independientes y Dimar (Izquierda Democrática), una escisión de Synaspismos, que es el grupo mayoritario de Syriza.

Pero una vez más, como en 2012, la injerencia de los Estados imperialistas europeos da el tono de las elecciones: Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, ha afirmado que “los griegos, que tienen una vida muy difícil, saben muy bien lo que unos resultados electorales equivocados significarían para Grecia y la zona euro”. Ha dicho además que prefiere ver caras conocidas en la presidencia y que no le gustaría “fuerzas extremas” en el poder.  Y Samarás haciendo eco de la UE chilla: o su partido gana o el caos…como si la mayoría de los griegos vivera en el paraíso.

La representante del imperialismo alemán, Merkel, ha optado por discutir en otros términos la hipótesis de la derrota electoral de Samarás. Según un artículo publicado por la revista Der Spiegel, asegura que el gobierno alemán “aceptará la salida de Grecia, en el caso de que el futuro Gobierno griego así lo decida, una posibilidad que ya fue bautizada en Berlín como ‘Grexit’”. Para Merkel, la decisión de salir del euro es no cumplir con el Memorándum.

Según algunos medios, como Economist, aunque la política del imperialismo, particularmente el alemán, sigue apostando por una mayoría absoluta de Samarás, no descarta negociar con un gobierno Tsipras, puesto que según el articulista,  pese a la crisis europea,  ya no estamos ante las amenazas de explosión del euro como en el 2012, por ello el criterio es: o cumple a rajatabla los acuerdos de los gobiernos anteriores o la hipótesis de una salida de Grecia de la eurozona podría ser absorbida sin más sobresaltos.

La táctica doble de Merkel tiene un sentido claro: presionar a Syriza contra cualquier medida unilateral sobre la deuda. Así dijo Schäuble, el todo poderoso ministro de las financias de Alemania: “Si Grecia emprende otro camino será difícil. Las elecciones no modifican los acuerdos alcanzados con el Gobierno griego y cada Gobierno nuevo deberá cumplir con los acuerdos a que llegó el anterior”.

¿Pero como Syriza está contestando a esta presión del imperialismo?

“Nuestras propuestas fueron calibradas de forma que no violen ninguno de los Tratados”

La frase citada arriba es de Yannis Varoufakis , economista de la Universidad de Atenas y probable miembro del equipo de gobierno de Tsipras, la frase plantea el sentido más general del cambio en el programa de Syriza realizado en su última conferencia en Salónica. Puesto que la moratoria, defendida en las elecciones de 2012 no tiene cabida en los tratados de la UE, Tsipras anuncia que ahora se trata de:

“Negociaremos, en el ámbito de la UE y de las instituciones europeas, el cuadro de un nuevo acuerdo de servicio de la deuda, realista y de desarrollo de la economia real para benefício mútuo, con tal fin deberíamos alcanzar los siguientes objetivos: Supresión de la mayor parte del valor nominal de la deuda para que esta se vuelva sostenible, através de mecanismos que no perjudiquen  a los pueblos de Europa.”

El argumento para cambiar el programa es más llamativo que el cambio mismo: ¿es que dejar de pagar a los parásitos banqueros alemanes y franceses significa perjudicar a los pueblos de Europa? Al cambiar los nombres reales por ficticios: banqueros por “pueblos de Europa”, Tsipras acepta el marco propuesto por Schäuble.

Es que el presupuesto asumido por el programa es no avanzar en ninguna medida que cuestione “el ámbito de la UE y de las “instituciones europeas” hechas a medida para saquear y someter a los países “periféricos” a los dictámenes del capital financiero.

Al proponer: “suprimir parte del valor nominal de la deuda” el programa es suficientemente ambiguo para no decir el tamaño de la “parte” que Tsipras espera reducir, pero Varoufakis adelanta que:

Naturalmente, el desenlace de ese debate será un compromiso. Alexis Tsipras, el líder do Syriza, sabe eso: Cuando se entra en una negociación, buscamos un compromiso que sea aceptable para todas las partes.  (El subrayado es nuestro)

Puesto que Tsipras ahora mismo ya desestima la moratoria, la pregunta es ¿hasta dónde puede ceder el imperialismo alemán en una negociación con el futuro gobierno de Syriza?

Toda la política del imperialismo alemán al afirmar que la salida de Grecia del euro no conlleva un riesgo “sistémico”, se basa en el hecho de que el mecanismo de “rescate de Grecia” fue una operación para salvar los bancos franceses y alemanes, que concentraban respectivamente 26.300 millones y 19.800 de la deuda griega. Según el Citibank el objetivo del rescate era para que la banca internacional concentrara en 2015 el 8% de la deuda griega. Según los últimos datos publicados: De media, la exposición total de los bancos a la deuda griega se ha reducido un 55% desde 2010. En el caso de la banca europea, el descenso es del 60%. Pero es que en casos concretos, como los de la banca francesa, austriaca, belga, irlandesa o portuguesa, los recortes superan el 90%, con la italiana como principal exponente. Según el BIS, las entidades transalpinas han cancelado totalmente su exposición a Grecia.

Es decir: el dinero del rescate en verdad fue utilizado para comprar la deuda a los bancos y traspasarla para el BCE, FMI y UE que detiene hoy la mayor parte de la deuda griega, a expensa de la miseria de la población.

Por ello en el lenguaje de Merkel, el euro, léase los bancos alemanes y franceses, ya no corren peligro. Ahora se trata de un problema político para el imperialismo alemán: mientras Francia, Italia, Bélgica inicia las medidas más profundas de ajuste, con recortes en el presupuesto y reformas laborales, es improbable que haya concesiones reales, más allá de las que imponga la lucha de los trabajadores griegos.

Es que no hay forma de romper con el espiral de recortes, rebajas de salarios y reformas laborales y de pensiones, de acabar con el paro, sin cuestionar las necesidades más profundas del capital imperialista representado en la UE. Esta es la única perspectiva realista y pragmática, puesto que no existen medidas que puedan aplicar un futuro gobierno de Syriza, que siquiera pueda mermar la catástrofe social en Grecia manteniendo la subordinación del país a los tratados que están saqueando el país.

Tsipras: “No puedes pagar la deuda si no te dejan trabajar”

El lucrativo negocio de la deuda pública, tras la intervención de la Troika sube como espuma: la deuda griega en 2008, llegaba a los 233.000 millones (112,9% del PIB), mientras que en el tercer trimestre de 2014 fue de 321.700 millones (177,7%).  Significaría que el país debería entregar todo lo que se produciría en dos años a los acreedores externos para pagarla.

Pero, todos sabemos que eso es imposible, así la deuda se convierte en una herramienta de saqueo del país y de sobrexplotación de los trabajadores para el capital financiero internacional y sus satélites en Grecia.

Además de la deuda pública, las empresas y los bancos griegos ostentan igualmente una deuda que es pagada con la reducción de los salarios de los trabajadores y la precariedad. Sin embargo, Tsipras afirma que no se trata de acabar con esta espiral macabra sino que:

“… hemos sido claros sobre nuestras intenciones de renegociar los términos de la deuda. Esperamos tener una gran parte de la deuda perdonada, y el repago del restante sujetas a una cláusula de crecimiento. No puedes pagar la deuda si no te dejan trabajar. ”

Pero uno se pregunta ¿trabajar para quién? Y la respuesta es sencilla, para pagar la deuda con las instituciones de la UE destinadas a salvar de la quiebra el Banco Nacional, el Piraeus y el Banco Alpha y de las empresas con los mismos bancos fallidos. Para pagar la deuda la renta de los trabajadores griegos ha descendido en 40% en lo que va del “rescate”, es decir los trabajadores griegos, al contrario de lo que dice Tsipras siguieron trabajando para pagar la deuda de los banqueros y empresarios.

Pero Yannis Varoufakis, probable miembro del equipo de gobierno de Tsipras, va más allá, puesto que se propone a seguir pagando la deuda  afirma que mantendrá la “flexibilización” del mercado laboral y un superávit primario acorde con la negociación . Esta afirmación es coherente con el hecho de que el programa aprobado en la conferencia de Salónica no plantea la revocación de las reformas laborales de los gobiernos del Memorándum.

Y sobre la reducción de la jornada para mermar el paro, ni palabra, es coherente con la afirmación de Tsipras: no se puede pagar la deuda sin trabajar.

No menos importante es el cambio sobre la renacionalización de las empresas privatizadas defendido por Syriza en 2012, nos explica Varoufakis que:

...la renacionalización será imposible dada la falta de liquidez del Estado (sic)

En lo que respecta a los servicios públicos, el problema no es tanto que hayan sido privatizados. El problema es que fueron desmantelados o estrangulados por la austeridad y los horribles recortes…

Sin comentarios…

Una catástrofe social que se profundiza

Grecia está devastada por seis años de una recesión que hizo los trabajadores un 40% más pobres que en 2008. Después de los planes de rescate, de reformas y ajustes continuos y de una estricta supervisión por la Troika, la catástrofe social se asemeja a un país devastado por una guerra.

En 2014 el paro entre los jóvenes de 15 a 24 años llegó al 49,5% (56,6% en las mujeres). El 66% de los desocupados son de larga duración (más de dos años), y alrededor de 2.500.000 personas no tienen Seguridad Social (en una población de 10 millones).

El país experimentó en los últimos siete años una reducción económica de más de un 25%. El PIB per cápita de 2013, a su vez, llegó a 12.500 euros, retrocediendo a los niveles de 2001 y 5.020 euros menos que en 2008 (17.374 euros), cuando empezó la crisis.

Dicho lo cual, en Grecia el dilema planteado es sencillo, no hay la más mínima posibilidad de realizar reformas sin rupturas.

La opción de la dirección de Syriza de oponerse al Memorándum pero defender a toda costa la permanencia en el Euro, no encuentra reciprocidad entre el imperialismo alemán y francés, no hay como eludir el problema que está planteado por la realidad misma. Una quita parcial de la deuda no va a detener la catástrofe social, pues no romperá con la subordinación de Grecia a las cadenas impuestas por el imperialismo.

Así sea, Syriza se halla en un cruce de caminos: la expulsión de Grecia de la zona euro, si Syriza no cede con todo al Memorándum o lo hace insuficientemente para las exigencias alemanas, puede venir bajo la forma de un “cierre bancario” por el BCE, sin una “expulsión formal” de la zona euro. Ello conllevaría la completa parálisis del comercio y de la producción.

Este cuadro plantearía la necesidad de apoyarse en la movilización y organización de la clase trabajadora para la nacionalización de la banca y del comercio exterior y medidas contra los intereses de los capitalistas imperialistas y griegos. Igualmente  la expropiación de las grandes industrias y empresas, con control obrero formaría parte de un plan de emergencia cuyo objetivo central sea garantizar la satisfacción de las necesidades más urgentes de todo el pueblo griego: alimentación, salud, transporte, energía, etc. Y ante todo, apelar a la solidaridad internacional, particularmente de los trabajadores europeos, que vuelven a la senda de las huelgas generales en Italia y Bélgica. Si así no procede, el coste de la salida del euro lo pagará la mayoría de la población. Pero estas medidas están completamente fuera del horizonte de la dirección de Syriza y no vendrá por sus manos.

Está igualmente la posibilidad de ceder “para no ser expulsados del euro” y mantener la agonía del pueblo griego. Aceptar la segunda opción es la apuesta por la condena a la miseria del pueblo griego. Este cuadro plantearía igualmente como una de las hipótesis el fortalecimiento de Amanecer Dorado, en cuyas manos quedaría la bandera de la ruptura con la UE y el Euro, que según algunos sondeos aparece con 8% de las intenciones de voto.

En estas elecciones Syriza se convierte en la principal herramienta de los trabajadores griegos para echar a los partidos del Memorándum y del saqueo. Por eso, llamamos a votar por Syriza. Y planteamos a los trabajadores griegos y a las bases de Syriza que se le exija la ruptura con el modelo económico, basado en el endeudamiento y saqueo del país, pues toda y cualquier quita parcial de la deuda, mantendrá la espiral de degradación y la condena a la miseria del pueblo griego.

Reafirmamos que el único camino real para satisfacer las enormes expectativas de sus bases debe plantear: la suspensión inmediata del pago de la deuda y el rechazo a cualquier compromiso con el gran capital griego y las instituciones de la UE. Y aun que la ruptura con el euro no forme parte de su programa debe asumirla como una consecuencia inevitable para romper con el saqueo del país suspendiendo el pago de la deuda.

Igualmente alertamos a los trabajadores que echar a los partidos del memorándum es tan solo un primer paso y que no bastará con el voto: es necesario avanzar en la lucha directa y preparar la resistencia a los ataques del imperialismo y de la patronal griega.

Por fin, cualquiera de las hipótesis de desarrollo de un posible gobierno Syriza estará determinado por si los trabajadores son capaces de ocupar el centro de la escena política y de forjar una dirección a la altura de los acontecimientos.

Written by  Ricardo Ayala y Gabriel Huland
 23 Diciembre 2014
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20 ene 2015

Clase media y clase obrera

Clase media y clase obrera   La clase “media” vuelve a ser clase obrera
A lo largo de los años de la “burbuja”, y como consecuencia ideológica de la restauración del capitalismo en los llamados estados “socialistas”, parecía que las predicciones sobre la desaparición de la clase obrera eran reales. Todos éramos “clase media”, menos el 1% mas rico y los que, decían que por motivos ajenos el sistema, eran excluidos de él. Era la sociedad de las tres capas, los mas ricos, las clases medias y los excluidos, donde no tenía sentido el concepto clase obrera.
 Esta ideología se vio reforzada en el Estado Español por la desindustrialización forzada en los años 80 para la integración en la CEE (actual Unión Europea), que se llevó por delante grandes sectores de la industria, desde astilleros hasta siderurgias. Los gobiernos de F. Gonzalez, Aznar y Zapatero, como la Xunta en Galicia, asumieron el papel del Estado Español que en la división internacional del trabajo imponían las grandes potencias, destrucción de la fabricación de bienes de equipo y de alto valor añadido, y dejarlo cómo exportador de bienes de consumo (automóvil que son deslocalizaciones de empresas multinacionales, textil, por donde entraron algunas multinacionales autoctonas, etc.),... y para variar, el turismo.
 La crisis, como toda sacudida en la sociedad, esta bajando del sueño del bien estar de la clase “media” a los que siempre fueron clase obrera, incluso en sus sectores más pudientes. Cuando el gobierno de ZP militarizo a los controladores aéreos, asalariados/as con muy buenos salarios, recordó lo que eran, simples asalariados frente al poder del capital, que quería la privatización del servicio sin los salarios y las condiciones que tenían entonces en AENA. Los pilotos de Iberia sufrieron uno “correctivo” semejante desde la empresa, que les recordó que el capital es el capital frente el trabajo, por mucho dinero que ganen.
La clase en sí nunca dejó de existir
En un rizar el rizo de la alienación, los años 90 y comienzos del seculo XXI vieron como los asalariados y las asalariadas se negaban a sí mismos. La inmensa mayoría de ellos negaba su condición de trabajadores asalariados, de obreros, repitiendo el tiempo que fichaban en la entrada de la empresa que no eran obreros/las, que eran “clase media”.
 Era una realidad inaudita ver la gente que vivía de su salario, que hipotecaba su vida para conseguir una vivienda, negar lo que eran.
Es más, para que el sistema consiguiera este colmo de la alienación -uno negándose a sí mismo- existía una gota de verdad, la burbuja permitió a muchos trabajadores y trabajadoras, la base de hacer horas extras, del endeudamiento masivo, etc., y la existencia de un estado del bien estar más o menos desarrollado, pensar que habían dejado de ser lo que eran, asalariados/as.
Como iban a ser obreros/as, si vivían como pequeño burgueses, si tenían acceso al duplex, al adosado, a las vacaciones y, por encima, tenían una seguridad social de cierta calidad, sus hijos iban a la universidad pública, y sus mayores tenían pensiones “decentes” y centros de día. Eso no era ser obrero, asociado toda la vida a pobre; a los que se ven en los films o en las fotos de los años 30 o los 50. ¡No podía ser, ellos no eran obreros, eran “clase media”!.
Esta realidad, que era una combinación entre conquistas de la lucha de la clase obrera y concesiones del sistema sobre la base de un saqueo sistemático de los pueblos oprimidos, ocultaba el hecho ineludible de que seguían siendo asalariados/las, es decir, su nivel de vida dependía de vender su fuerza de trabajo, de tener un trabajo mas o menos estable.
Eran clase en sí, es decir, clase obrera individualizada, no consciente de su situación en las relaciones sociales del sistema capitalista, que gracias a la combinación de factores objetivos y subjetivos ante dichos, se auto engañaba. El crédito barato, las horas extras, etc., no les permitía ver ni aceptar lo que algunos decíamos, que las rentas del capital estaban aumentando en el reparto de la renta nacional, a costa de la pérdida de las rentas del trabajo hasta llegar a la situación actual, donde la clase trabajadora sólo aporta el 42% de la renta nacional que ella genera. Por cierto Hacienda Pública es más “marxista” que muchos que se dicen marxistas, pues reconoce abiertamente que existe una contradicción entre rentas de Capital y rentas de Trabajo. 
Clase asalariada, clase obrera y proletariado industrial
La crisis sacó del “paraíso” a millones de ser humanos, pues les dejó sin su medio de vida, el salario. De súbito, se dieron cuenta de que eran asalariados/las, clase obrera en el mas amplio sentido, todos aquellos que viven de la venta de su fuerza de trabajo por un salario.
Es una vieja discusión no sólo en el marxismo, sino también en el conjunto de la izquierda, sobre el concepto de clase, y en el concreto, de clase obrera, pues ni Marx, ni los marxistas dejaron una definición clara de clase obrera, más allá del hecho objetivo de que una clase “no se define por la cantidad de dinero que lleva en su bolsillo”, sino por su relación con la propiedad de los medios de producción, distribución y financieros.
Esta claro que el desenvolvimiento del capitalismo, la extensión de las sociedades por acciones y el imperialismo, que suponen una separación entre la propiedad de la empresa y su gestión, dejada en las manos de “asalariados” como los gerentes, consejeros delegados, administradores, etc. introduce elementos nuevos en la definición. En realidad estos sectores supuestamente asalariados/as vienen a ampliar el concepto de burguesía, que ya no es el propietario directo de la empresa sino un lío de accionistas, grandes y medianos, altos ejecutivos, directivos,... todos ellos con importantes ingresos a costa de la producción y distribución de las mercancías, aunque tengan la forma de “salario”. La clase burguesa actual se caracteriza por ser un agrupamiento de seres humanos que les une, no tanto la propiedad directa sino también las inversiones productivas o especulativas en empresas, bancos, aseguradoras, fondos de inversión, etc., etc., de donde sacan sus rentas.
En otro polo de la sociedad, entre los y las asalariadas, se produce la “proletarización” de las capas medias de la sociedad, de los técnicos y licenciados, que no hace tanto eran profesionales liberales como forma muy “elegante” de hablar de pequeños burgueses. Hoy, la mayoría de los médicos, arquitectos, químicos y técnicos en general tienen como su futuro su proletarización, y una minoría se incorporará a la burguesía. La sociedad se polariza, como lo demuestra que un sector de la vanguardia de la lucha contra las privatizaciones de la sanidad en Madrid sea llevada por los médicos.
Y sí, es proletarización, porque muchos de ellos van incorporarse a las grandes empresas que por mor del desarrollo de la capacidad productiva del sistema, hace de ellos los obreros industriales del futuro (la nanotecnología, que fabricará en laboratorios lo que hoy se hace en plataformas petrolíferas, refinerías, etc.).
 La clase obrera industrial, el “viejo” proletariado en sentido estricto, tiene iguales estratificaciones que la producción, el sector I, extracción de materias primas (minería, pesca, agroganadera, etc.) y fabricación de maquinaria para la industria, el comercio, servicios, (bienes de equipo), transformación de la materia prima, etc., cuyo mercado son los propios capitalistas como dueños del capital. El sector II de la economía, la fabricación de bienes de consumo como el textil, el automóvil, la industria del ocio y el ocio, teléfonos móviles, aplicaciones informáticas,..., que pueden tener como punto final las masas o en una especialización, el consumo de bienes de “alto standing”, dirigido a los capitalistas como individuos.
El consumo, el uso, de estos bienes suponen la satisfacción de una necesidad real o ficticia del ser humano; pero hay un sector que desde los años 40 el 50 controlan el 50% de la economía yanqui y el 20% mundial, el llamado “aparato militar industrial”; es la industria de la guerra y el armamento, que aún generando plusvalía, en realidad no satisface ninguna necesidad social, su uso/consumo sólo puede ser destructivo.
Sea como fuere, todos constituyen el proletariado industrial, es decir aquellos asalariados/as que con su trabajo modifican el producto original (sea materia prima o no) aportándole en ese proceso el tiempo de trabajo necesario para su producción (trabajo abstracto). Construya lo que construya, elabore lo que elabore, sea un producto material como un coche, un barco o la transformación de bauxita en aluminio, sea un producto inmaterial como un software, una aplicación informática, una serie de TV o un film (aunque todos ellos tengan un soporte material, un hardware donde se incorporan), es proletariado industrial en su acepción mas tradicional. Con su trabajo modifica el uso de la mercancía original de tal manera que el consumo de la fuerza de trabajo produce un excedente económico, incorporado a cada mercancía en particular (trabajo concreto). Este tiempo de trabajo incorporado en el cambio en el valor de uso, la plusvalía, adquiere su forma dineraria en el mercado, en la venta de la mercancía en la competencia con otros productores de mercancías. A través del incremento de la productividad del trabajo se determinara el valor de la mercancía fuerza de trabajo.
Este proceso de producción para el mercado implica otros sectores de la clase asalariada necesarios para que el tiempo de trabajo incorporado en la producción de mercaderías llegue el consumidor, es el transporte y la venta. Son los trabajadores/las no proletarios, pero necesarios para que el producido se rentabilice en la forma en la que el capital quiere, dinero.
No generan ninguna plusvalía porque no modifican el uso de la mercancía original en una nueva, no le incorporan tiempo de trabajo excedente con su trabajo; pero no por eso no son necesarios, pues las mercancías no llegan solas al consumidor. Como se diría, todos son necesarios, pero sólo unos son imprescindibles.
La economía capitalista sublima la importancia de los primeros frente a los segundos porque en sus cabezas lo imprescindible es la forma dinero de la fuerza de trabajo. En la cabeza de los capitalistas solo cabe una idea, mercadería=dinero. Cómo esto se consigue, tanto le tiene, la cuestión es que se convierta en dinero.
Este, por cierto, es uno de los motivos que llevan la que los economistas actuales, los social liberales y los neoliberales, no acierten con la salida de la crisis. Unos recomiendan aumentar la inversión publico para aumentar el consumo, porque el problema es que ha un bajo consumo (las mercaderías no hallan comprador), otros, recomiendas austeridad y rebaja de los llamados costos laborales, porque así, piensan, aumenta productividad y la competencia, olvidando que hoy hay exceso de competencia.
Ni unos ni otros ven el fondo del problema, que es a largo plazo y estratégico: la capacidad productiva del sistema es tan grande que la tendencia es la deflación, es decir, la caída del valor real de las mercancías y con ella de los beneficios empresariales. 
El proletariado industrial es la parte imprescindible para el sistema capitalista, pues es aquel sector, más o menos grande, que con su trabajo modifica el valor de uso de las mercancías. Pero el proletariado industrial no es la clase obrera/trabajadora/asalariada, es una de sus partes, y la lucha del es la lucha de toda la clase. 
El carácter internacional de la clase obrera
Que la clase obrera sigue a la burguesía, el capital, como la sombra al cuerpo es una realidad indubitable. Al igual que capital en sus formas primitivas, mercantil, comercial, existían antes de su dominio mundial, también existía clase asalariada. De hecho las primeras huelgas-forma de lucha por excelencia de los asalariados/las- datan del viejo Egipto, en la construcción de las pirámides y en el trabajo portuario, que hacían trabajadores libres, no esclavos.
 La clase obrera se ofrece cómo alternativa social cuando el capitalismo sale de la marginalidad y se convierte en el modo de producción dominante a nivel mundial el largo del siglo XIX. Marx y Engels decían que el capitalismo con su desarrollo generaba su enterrador, la clase obrera.
 Ahora, en el siglo XXI, el capitalismo ya no tiene la competencia de ninguna otra manera de organizar la sociedad, es el modo de producción exclusivo en el planeta. En el siglo XIX en realidad sólo existía en Europa, América, y no toda, y Japón; el resto eran sociedades no capitalistas. Tras la revolución de Octubre el capitalismo “compartió” el planeta con sociedades anticapitalistas -a pesar de sus políticas de conciliación de clases y coexistencia pacifica-.
El capitalismo es por definición un sistema que se expande de una manera automática y no admite competidores. Puede comenzar por un simple intercambio de regalos la canjees de madera, plata u oro,... pero lo final las leyes del mercado corrompen todo lo que tocan, introducen el veneno de la competencia y la acumulación originaria, y destruyen las sociedades por ellos afectadas. Quieran que no, las leyes del capitalismo son “corrosivas” para cualquier cuerpo social.
En el caso de los estados obreros, “socialistas”, esta corrosión iba acompañada de una voluntad de destruirlas, de recuperarlas para el mercado mundial para someter a sus clases obreras a las condiciones de explotación que supone trabajar para el mercado capitalista.
Tras esta corrosión, consciente o no, ve el crecimiento del enterrador, de la clase obrera. Según datos de la OIT, hoy en el mundo el 70% de la población activa mundial en las zonas urbanas son asalariados/as, bajando al 50% en el rural. Es dicer, la mayoría de la población trabajadora mundial vende su fuerza de trabajo por un salario, más o menos grande, dependiendo si hablamos de una potencia imperialista o de una colonia/semicolonia.
La relación capital/trabajo nunca estuvo tan extendida. Alcanza a todo el mundo, por lo que si alguna duda existía del carácter internacional de la clase obrera, esta claro que los datos lo niegan. Es más, la crisis tiende a equiparar por debajo sus condiciones de vida, fruto del aumento de la productividad del trabajo y la consecuente caída de la tasa de beneficio, con unos efectos sociales importantes. Sienta las bases para romper el hecho de que un sector de la clase obrera en los estados imperialistas, que había compartido las migajas de la superexplotación de los estados dependientes, generaba una de las divisiones de la clase obrera que esta en la base de que la revolución no haya triunfado en el mundo. Esta aristocracia obrera, según el concepto de Lenin, ve como sus privilegios y conquistas son destruidos por los gobiernos para sacar el capitalismo de la crisis.
La aristocracia obrera es la clase media
En definición de Lenin, la aristocracia obrera es aquel sector de la clase que se beneficia de las migajas que caen de la mesa de las grandes multinacionales, corrompiéndolas y haciéndolas cómplices de la opresión de los pueblos que saquean y de la explotación de sus clases trabajadoras.
Por su nivel de vida, de ingresos y mismo condiciones de trabajo, estos sectores ase asimilan a la pequeña burguesía, viven con ellos, en los mismos barrios e iguales condiciones. Este asimilamiento no podía por menos que tener consecuencias en la forma de pensar, en su visión de la vida. La ideología de las “clases medias” les permite explicar esa situación social, asalariado por la forma que tienen de ganarse la vida, pequeño burgués por las formas de vida.
Pero la “vida es dura, y una crisis como la actual no podía dejar de golpear muy seriamente a estos sectores de “clase media”, recodándoles lo que realmente son, las capas altas de la clase obrera, la aristocracia obrera... venida a menos, en decadencia. Muchos de ellos se reintegraran entre la clase obrera, pero otros buscarán salidas individuales, “emprendedoras” a la crisis. Su profundización, que es inevitable en las condiciones actuales, les va a decepcionar con el ser humano y hará de ellos carne de fascismo.
La clase para sí
Nadie con dos dedos de frente diría que las crisis tienen algo bueno, salvo en que ponen de manifiesto el verdadero carácter del capitalismo; y no seríamos marxistas si no vemos todas las perspectivas de ella. La crisis esta a disolver muchas ideas preconcebidas construidas a lo largo de esa gran vuelta atrás social e ideológica que fueron los años 90. Sin pretender ser exhaustivo, voy a dar algunas
- el capitalismo había superado las crisis y era el “fin de la historia”. Da la risa pensar ahora en las boutades de un Francis Fukuyama, que, por cierto, ya se “autocrítico”.
- la democracia capitalista es el mejor de los sistemas posibles. Las escuchas y el espionaje de millones de personas recién puestos a la luz es la mejor demostración de la falacia que supone esta afirmación.
 - el socialismo había muerto. A veinte años de la restauración del capitalismo en los llamados estados socialistas, lo cierto es que casi nadie cree que allí había existido socialismo, salvo algunos nostálgicos de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, y sobre todo los propagandistas del sistema que empeñan en llamar “socialismo” a lo que era degeneración burocrática de unos estados que habían surgido en condiciones de destrucción case total.
 - la clase obrera había desaparecido con el socialismo, decían, y ahora todos somos “clase media”. La manía del capitalismo de reducir los salarios, destruir las conquistas laborales de años de lucha, como las vacaciones, la jornada, etc., para recuperar la productividad demuestra cuanta razón tenía Marx cuando establecía como una de las fuerzas contra restantes a las crisis del capitalismo la reducción del valor de la fuerza de trabajo.
La crisis, en un proceso contradictorio, esta abriendo las puertas para que la clase obrera, todavía “en sí”, de el salto a la clase obrera “para sí”; es decir, recomponga la conciencia que tiene de sí, se reconozca como clase social enfrentada el capital con un proyecto social propio, el socialismo revolucionario.
7 de julio de 2013
Por Roberto Laxe 









16 ene 2015

Almudena Grandes: llenar las calles de policías sirve igual que cruzar los dedos



Siria ha vuelto a ser noticia. Durante largos meses de silencio, el uso de armas químicas, los bombardeos indiscriminados y las caravanas de refugiados habían desaparecido de nuestras vidas. El Asad contaba con eso para seguir masacrando a su pueblo.

Para la izquierda occidental, intervenir en un conflicto armado es anatema, aunque la oposición a una dictadura lo pida a gritos. Para la derecha, un dictador en Siria es siempre un aliado en potencia, por muy criminal que sea su trayectoria. ¿Recuerdan lo que les dije la semana pasada? Pienso, y expreso lo que pienso, en honor de las víctimas del Charlie Hebdo.

Ahora, cuando mueren europeos en Europa, algunos intelectuales alzan airadamente la voz, recriminando a Occidente su pasividad en el conflicto sirio, una no intervención que en la práctica, como siempre, bendice los crímenes de El Asad. Ahora, algunos lamentan que esa indiferencia haya alimentado al monstruo de la Yihad. Ahora, pero no por convicción, por principios, por compasión. Ni siquiera por solidaridad con las víctimas de París, creo yo, sino por miedo.

Porque una cosa es que El Asad mate a los suyos en Siria, y otra es que los yihadistas maten a los nuestros aquí. Lo de allí, bueno, pero lo de aquí no se puede tolerar. Pienso, y expreso lo que pienso. Mientras la justicia, la democracia, la dignidad y las vidas humanas no valgan lo mismo en cualquier lugar del mundo, ya pueden llenar Europa de policías. Bajará el paro, eso sí, pero por lo demás, dará el mismo resultado que cruzar los dedos.


Reflexiones de Almudena Grandes: 'cadenaser.com/programa/2015/01/16/hoy_por_hoy/1421387843_532523.html'

París. Réquiem por la cordura



Los salvajes atentados acaecidos la pasada semana en París, entre los cuales destaca el perpetrado contra la sede del semanario satírico "Charlie Hebdo", vuelven a poner a Occidente en alerta ante la amenaza de eso que se ha venido a llamar "terrorismo islamista". Más allá de la conmoción y el rechazo que nos provocan estos horrendos crímenes, habría que preguntarse cuál es el verdadero origen de esta sinrazón.



Una vez más el autodenominado "mundo civilizado" vuelve a quedar horrorizado por la irrupción de unos salvajes desquiciados en sus apacibles calles. Es normal que esa clase de cosas ocurran en lugares miserables y dejados de la mano de Dios como Afganistán, Irak, Siria, Somalia o Nigeria. Pero no aquí, en la hermosa, próspera, pacífica y ejemplar Europa, bastión de la libertad y la democracia. No en París, una de sus capitales más deslumbrantes. No voy a entretenerme en relatar la secuencia de sucesos acaecida desde los primeros asesinatos en la sede de Charlie Hebdo hasta el fin de toda la operación contra los presuntos asaltantes que, como era de esperar, se saldó con éstos acribillados a balazos por las fuerzas de seguridad galas. Para eso ya están los principales medios de comunicación, que durante estos días y los que van a seguir, continuarán machacándonos una y otra vez con lo sucedido. Sí, una y otra vez repasando cómo se desarrollaron los atentados, una y otra vez repitiendo las mismas imágenes, una y otra vez lanzando soflamas en favor de la "libertad de expresión" y "en contra de la barbarie terrorista". "No nos ganarán la batalla", "no conseguirán atemorizarnos y doblegarnos", "vamos a demostrarles a los terroristas que la democracia y la civilización triunfarán sobre fanatismo y la intolerancia" ¡Que frases tan bonitas!, el Bien prevalecerá sobre el Mal y todas esas cosas. Ni que estuviéramos dentro de un cómic de superhéroes ¿Pero de dónde procede toda esta rabiosa falta de cordura que ha dado como resultado estos y otros muchos crímenes perpetrados por islamistas radicales? Más allá de las caricaturas del profeta Mahoma publicadas por algunas revistas de humor, la raíz del mal es bien profunda y arraiga en lugares tan insospechados como Washington, Londres, Tel Aviv, Riad y, por qué no, también en el propio París.
       
          Durante estos días veremos desfilar por radios y televisiones a muchos acreditados "expertos" que nos esclarecerán hasta dónde llega el entramado de comandos, células y "lobos solitarios" que acecha en las sombras a la espera de entrar en acción y sobrecogernos de nuevo. Nos hablarán acerca de todo tipo de líderes terroristas, organizaciones de aquí y de allá, redes de reclutamiento de mártires suicidas, imanes y mullah fanáticos que lanzan discursos incendiarios desde las mezquitas haciendo llamamientos a la "guerra santa", de los talibanes y de la ferocidad de las milicias del Estado Islámico (Daesh en árabe) y de otras muchas cosas destinadas a ponernos los pelos de punta y hacernos sentir que estamos en el punto de mira de una horda de desalmados que no se sabe muy bien de dónde ha salido y con la que no se puede razonar.

         ¿Pero de verdad no sabemos de dónde ha surgido esta clase de gente? Seguramente a lo más que llegarán los informativos y programas de actualidad varios es a retrotraerse a los conflictos en Afganistán, Irak o Siria, a hablarnos de Osama bin Laden y de Al Qaeda, o a relatarnos cuáles fueron los orígenes de los autores de los ataques en París. Jóvenes de nacionalidad francesa pero hijos de inmigrantes, habitantes de uno de esos desangelados suburbios que son como islas mucho más allá del corazón de la "Ciudad de la Luz", bolsas de marginación, pobreza y exclusión. Guetos para minorías al fin y al cabo, donde el descontento estalla cada dos por tres en la forma de disturbios y decenas de coches incendiados, tal y como mostraba hará ya dos décadas la excelente película La haine ("El odio" en castellano). Reclutar a jóvenes descontentos, sin educación ni futuro, para luego lavarles el cerebro y convertirlos en asesinos suicidas, quizá haya resultado más sencillo de lo que parece; una muestra más del fracaso de las políticas de integración en Francia. Pero eso no basta para explicar la furia islamista que se ha desatado en medio mundo, ni tan siquiera podría explicarla la miseria en la que viven muchos de los habitantes de los países que se ven ensangrentados por la misma. Algo así tiene un origen distinto y rara vez se nos habla con claridad del mismo a no ser que acudas a determinadas fuentes que no son los medios mayoritarios. El resurgimiento del fanatismo religioso en el mundo árabe es un fenómeno que comenzó a hacerse visible sobre todo en la década de los 80 del siglo pasado ¿Por qué precisamente entonces y no antes?

         Durante la década anterior, los 70, muchas de las naciones de esa área del globo parecían mucho más laicas e ideológicamente avanzadas que en la actualidad. En grandes ciudades como El Cairo, Damasco, Bagdad, Teherán o incluso Riad (capital de Arabia Saudí), no era tan raro ver a mujeres que salían a la calle solas y sin la cabeza o el rostro cubiertos, vestidas con ropas de estilo occidental, que acudían a las universidades a estudiar e incluso podían desarrollar una carrera profesional con cierta normalidad. Cosas como el burka eran en su mayor parte desconocidas en la mayoría del mundo musulmán, vestigios de la tradición en determinados rincones atrasados de su periferia, y la voz de los mullah más retrógrados no resonaba con tanta fuerza. Todo y que con altibajos, daba la impresión de que la mayoría de estos países caminaba seguro hacia la modernidad.

        ¿Qué sucedió para que, en poco tiempo, todo diera marcha atrás de una forma tan drástica? Una vez más esto tiene mucho que ver con el enfrentamiento de los dos grandes bloques, el comunista y el capitalista, durante la Guerra Fría. El nacionalismo árabe del periodo postcolonial era laico y de clara inspiración socialista, como bien lo demuestran figuras clave como el presidente egipcio Nasser o el líder de la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) Yasir Arafat. En su compromiso con el antiimperialismo los panarabistas (defensores de la unión de todos los pueblos árabes) de las décadas de los 50, 60 y 70 se enfrentaron al legítimo heredero de los imperios coloniales europeos, Estados Unidos, y a su principal peón en la zona, Israel, que no en balde sobrevivió y prosperó gracias al apoyo occidental. Regímenes como el de Sadam Husein, Gadafi o Hafez al-Asad (y su hijo Bashar) se pueden considerar una versión degenerada de esta filosofía. Todo y que dictaduras corruptas y a veces especialmente crueles, conservaron su identidad laica, un importante grado de tolerancia religiosa y el compromiso por una serie de servicios públicos garantizados, que hacían que buena parte de los ciudadanos pudieran aspirar a llevar una vida medianamente decente (siempre y cuando no se metieran en "problemas" con las autoridades). Por supuesto también flirteaban con la Unión Soviética y aspiraban a destruir Israel, algo que el influyente lobby judío estadounidense no estaba dispuesto a permitir. Aparte estaba la importancia geoestratégica de la zona, la gran reserva de petróleo del mundo.

         En ese estado de cosas llegaron los 80, la década de Reagan, Tatcher y la reacción ultraconservadora neoliberal. En esos años Moscú andaba enfrascado en su intervención en Afganistán (país que invadió a finales de 1979 para apoyar al gobierno comunista recién establecido). Fue entonces cuando la Casa Blanca y los jefazos de la CIA y el Pentágono idearon una estrategia para darle una buena dosis de su propia medicina a los soviéticos y que así tuvieran su propio "Vietnam" en Asia Central. Combatir el ateísmo comunista empleando una horda de "guerreros de Dios" que creyeran estar librando una santa cruzada contra el "demonio rojo", para lo cual no sólo captaron a un gran número de jóvenes afganos en los campos de refugiados, sino que además reclutaron a numerosos fanáticos y mercenarios procedentes de Oriente Medio. Osama bin Laden, miembro de una muy adinerada familia saudí, fue uno de los que acudió a la llamada. A todos ellos se los adiestró y armó profusamente para crear una infraestructura eficaz que pudiera golpear al ejército soviético en un terreno que no dominaba, una operación en la que Estados Unidos, el Reino Unido, Israel, Arabia Saudí y Pakistán entre otros invirtieron miles de millones de dólares. La jugada salió bien y la Unión Soviética hubo de retirarse de Afganistán en 1989 con el rabo entre las piernas, poco después se desmoronaría fruto de su propia inoperancia. La victoria de los muyahidines en Afganistán, así como la instauración del régimen de los ayatolás en Irán en 1979, supusieron una auténtica convulsión en todo el mundo musulmán. El socialismo árabe estaba decrépito, aquello era un mensaje de Dios y pronto el islamismo más extremista cobró fuerza resurgiendo en todas partes. Viejas soluciones y un mensaje simplista para solucionar los problemas en un mundo moderno.

        El fundamentalismo violento que sacude al Islam es un monstruo creado en los sótanos de la CIA, el MI6 británico, el Mossad israelí y, por qué no, los servicios secretos franceses (esos mismos que, hace años, se dedicaban a poner bombas en los barcos de peligrosos ecologistas que tenían la mala idea de protestar contra unas inofensivas pruebas con armas nucleares). Posteriormente el monstruo sería generosamente alimentado por la dictadura teocrática de Arabia Saudí y el resto de regímenes petroleros del Golfo Pérsico, esos mismos que nos deslumbran con sus demostraciones de desmesura, islas artificiales en medio del mar, rascacielos de alturas imposibles y pistas de esquí en medio del ardiente desierto, erigidas con mano de obra semiesclava. Así fue como el islamismo más reaccionario creció y creció. Pasó de ser un tentáculo más del poder que lo había creado a independizarse y convertirse en una rabiosa serpiente dispuesta morder a quienes la alimentaron.

        Pensábamos aliviados que los atentados del 11 de septiembre en Nueva York, o los de Madrid y Londres más tarde, habían hecho recapacitar a los líderes de Occidente. No se volvería a cometer el mismo error. No se alimentaría el fanatismo nuevamente y mucho menos se lo apoyaría con armas y dinero. Pero llegaron las invasiones de Afganistán e Irak, fruto de eso que llamaron la "Guerra contra el Terror", y nuevamente Estados Unidos se encontró empantanado en conflictos de difícil solución. Aunque no tanto como en Vietnam, los norteamericanos han salido escaldados de Irak y para colmo dejaron en el poder a un gobierno de mayoría chií que aproximaba sus posiciones a Irán, un régimen teocrático pero que siempre ha estado enemistado con Occidente. Luego llegó la malograda Primavera Árabe, que pronto se convertiría en una buena oportunidad para quitar de en medio a sátrapas incómodos como Gadafi o al-Asad, que no se dejaban manipular todo lo que Washington quería y que además eran aliados potenciales de Rusia y China. Al fin y al cabo estos últimos son el gran enemigo.

        Y de repente los fanáticos volvieron a campar a sus anchas por Libia, Irak y Siria, de repente se los empezó a llamar "rebeldes" y no "terroristas" y, una vez más, Occidente los apoyó y armó en su lucha contra éste u otro dictador. La historia se repite, si de entre las ruinas de un Afganistán devastado surgió Al Qaeda, de las de Irak y Siria ha surgido el Daesh, una bestia más furibunda aún si cabe y que terminará de traer la ruina a Oriente Medio si no se la detiene a tiempo. Todo rastro de civilización parece desaparecer a su paso, ejecuciones públicas y decapitaciones, las minorías religiosas masacradas, leyes más propias de la Edad Media que del siglo XXI y millones de mujeres enjauladas tras sus niqab o sus burka, perdidos todos sus derechos y convertidas en enemigas por los islamistas, pues sólo pueden esperar de ellos la esclavitud o la muerte. Por repudiar estos descerebrados repudian hasta las señas de identidad de su propia cultura, proscribiendo clásicos de la civilización árabe como Las Mil y Una Noches por considerarla una obra inmoral repleta de perversiones; deben de considerar que las atrocidades que ellos cometen no lo son. Sadam Husein o Gadafi fueron dictadores que oprimieron a su pueblo, pero lo que ha llegado tras ellos es mucho peor y nadie puede negarlo. El fanatismo ha explotado y se extiende más allá de Oriente Medio o Asia Central. Llega al África subsahariana, a la Nigeria de los asesinos y traficantes de niñas de Boko Haram. Y sí, también ha llegado a Europa como hemos podido comprobar.

       ¿Acaso nadie era capaz de verlo? Que no nos vendan que los salvajes del Estado Islámico son como "gremlins" que han surgido de las arenas del desierto a millares como por arte de magia, una vez más los que han hecho posible su existencia son los mismos que lo empezaron todo en los 80 para destruir el Comunismo. Aparte de eso, preguntémonos quién gana y quién pierde tras los atentados de París. Ganan aquellos que, aprovechando nuestro temor a que un encapuchado irrumpa en cualquier espacio público con un fusil de asalto o un chaleco repleto de explosivos al grito de Allah Akbar, procederán a recortar las libertades en nombre de la seguridad, aumentando las medidas de vigilancia en calles, aeropuertos, estaciones de metro o tren, centros comerciales y tiendas de barrio, Internet y quién sabe si hasta dentro de nuestras casas. Ganan también los xenófobos, aquellos que pretenden blindar todavía más las fronteras de Europa frente a la inmigración y los partidos de ultraderecha como el Front National de la saga Le Pen, que sin duda no dejarán pasar esta oportunidad de recolectar votos. Y por supuesto gana también el complejo industrial-militar y los buitres financieros que lo sustentan, pues la guerra en todas sus versiones sigue siendo el mayor negocio del mundo. Perdemos todos los ciudadanos en conjunto, porque aceptaremos con resignación el estado de sitio cuando nos lo impongan, esperando a salir de nuestras casas como niños obedientes sólo cuando nos den permiso . Y pierden asimismo las minorías, especialmente las de origen árabe o musulmán. A partir de ahora que los miembros pacíficos y decentes de esta comunidad, a decir verdad la inmensa mayoría, se anden con mucho cuidado, no vaya a ser que un policía con demasiados prejuicios o exceso de celo les vuele la cabeza a las primeras de cambio por verlos correr por la calle o oírles gritar algo en una lengua que por supuesto no entiende. Ya lo hemos visto antes, como por ejemplo después de los atentados de Londres en julio de 2005, cuando Jean Charles de Menezes, joven de origen brasileño, fue abatido a tiros por la policía en el metro al ser confundido con un presunto terrorista. Ya se sabe, el tono de piel es un agravante, no importa de donde vengas.

       Finalmente me llaman especialmente la atención una serie de hechos relacionados con todo esto. Quizá muchos no se enteraron, pero el pasado 4 de diciembre un comando islamista irrumpió a sangre y fuego en Grozni, capital de Chechenia (a pesar de todo todavía parte integrante de la Federación Rusa). En el ataque murieron al menos veinte personas, entre ellas varios policías y parte de los asaltantes, el mayor incidente de estas características que se ha producido en la zona en los últimos años (si no ver las imágenes de un edificio en llamas a consecuencia de los enfrentamientos que se produjeron). Quienes protagonizaron este asalto no son muy distintos a los responsables de la matanza en la redacción de Charlie Hebdo en su forma de pensar o actuar, pero aun así varios medios occidentales se refirieron a ellos calificándolos de "rebeldes" o "guerrilleros". Curioso, ¿verdad? Será que, dependiendo de a quién te cargues, te llaman terrorista o no. Después nos enteramos que, con los cuerpos de las víctimas de París todavía calientes, el humorista Facu Díez es denunciado ante la Audiencia Nacional por un vídeo satírico en el que aparece encapuchado anunciando la disolución del PP y "el cese de todas sus actividades corruptas". Dibujar una caricatura de Mahoma con una bomba por turbante "es un ejercicio de libertad de expresión", realizar un sketch con un pasamontañas parodiando al PP "es humillar y despreciar a las víctimas del terrorismo". No puede haber mayor muestra de hipocresía. Quienes pretenden acallar a este cómico son los mismos a los que se les ha llenado la boca estos días con palabras en defensa de las libertades, la democracia y la civilización. Sí, pero también son los mismos que implantan la Ley Mordaza (o de la patada en la boca, el tiro en la nuca o como se la quiera llamar). Pueden acusar a los extremistas musulmanes de querer regresar a la Edad Media, bueno, ellos se contentan con hacernos regresar a los tiempos del franquismo.

       En este mundo enloquecido a veces da la impresión de que ya sólo nos queda entonar un réquiem por la cordura perdida, esa cordura o sensatez que parecen no haber mostrado los dirigentes occidentales al no haber aprendido de lecciones como el 11S o el 11M. Pero es más probable que los que no hayamos aprendido esa lección seamos nosotros por confiar en ellos. Al fin y al cabo, si lo que de verdad se desea es mantenernos controlados, temerosos y bien calladitos, que seamos obedientes y aceptemos mejor lo que nos impongan, espolear a una panda de iluminados sedientos de sangre puede que no sea tan mala idea. Tal vez, y sólo tal vez, si los llamados "yihadistas" existen es porque interesa que existan. Y otra cosa, el término yihad no significa "guerra santa" en árabe tal y como muchos creen. La traducción literal sería "esfuerzo" y hace referencia a las obligaciones religiosas de los buenos musulmanes, que pueden ser tan variadas como orar cinco veces al día, asistir a los necesitados, promover la paz y la armonía social y otras muchas cosas que no necesariamente tienen que ver con matar infieles. Una demostración más de cómo, desde determinadas instancias, se falsean, manipulan y tergiversan las realidades que desconocemos.                                                                                                                                                 

 por Juan Nadie   
 http://agenciatigris.blogspot.com.es/   
Enero 2015                                                       

5 ene 2015

La policía de Nueva York se declaró en huelga y la sociedad no se derrumbó.

Buenas noticias, todo el mundo! La policía de la ciudad de Nueva York están en huelga. Durante la semana pasada, la tasa de arrestos se han reducido en un 66% frente a las expectativas anuales, con la aplicación del tráfico hasta el 94%. Como resultado, Nueva York no rasgar se distingue en una ola de trastorno. La gente no se ejecutaron en la calle. Sociedad no se derrumbó.

Esto plantea un problema de relaciones públicas para la vigilancia de las instituciones de todo el país. Si una drástica disminución del esfuerzo policial en Nueva York no dio lugar a la enfermedad fantástico predicho por los partidarios de la policía, ¿por qué mantener a la policía alrededor? NYPD multado miles menos violaciónes de tráfico y, sin embargo las calles abarrotadas de Nueva York vio ningún aumento en los accidentes.

El mensaje de esta huelga parcial por la policía debe ser claro: Los ciudadanos no necesitan la policía, la policía los necesitan. Ellos los necesitan para gobernar, para cachear, extorsionar, a obedecer, a no resistir. Las actividades diarias de estos policías que hayan desaparecido momentáneamente por magnitudes es para su beneficio, no el tuyo. Con 66% menos de detenciones, con la policía que agrupa y se niega a perseguir crímenes sin respaldo excesivo, es de suponer crimen sería rampante en las calles. Pero, ¿dónde está lo que se encuentra? ¿Dónde están esos matones independientes que estos matones empleados dicen que nos protegen de?

Si esta situación continúa, la gente de Nueva York se enfrentarán a una verdad que se ha convertido en un lugar común entre los defensores de las libertades: La ley crea la criminalidad. Una vez que los arrestos cesan, una vez que el trastorno manufacturado y la violencia de un estado policial es despojado de distancia, nos damos cuenta de cuán pocos criminales que realmente estamos entre nosotros. Los que verdaderamente plantean amenazas se pueden cumplir con la voluntad colectiva de las comunidades a las que aterrorizan.

Ismaaiyl Brinsley era a todas luces un bala perdida, armados de no preservar la justicia, sino para herir los objetivos más oportunos. Sin embargo, eso no será su legado. La consecuencia de sus acciones ese día puede haber sido brutal y terrible, pero han traído con ellos una oportunidad. Los asesinatos encendieron la batalla política burbujeante previamente bajo la superficie. Ahora parece que el Ayuntamiento y el Departamento de Policía se fijan a comerse unos a otros en una batalla definitiva sentido. La policía se sientan en el temor de otro Brinsley, de otro acto ingobernable e impredecible de la violencia. Están enojados y tienen miedo. Tenemos que tratar esto como un tiempo para exponer este sistema de penalización para lo que es, una red de extorsión de la policía de Nueva York y Bill De Blasio.

Policía crean un ambiente de peligro para nosotros, no al revés. Siempre será más peligroso ser un ciudadano en un Estado policial que el guardián de la misma. Sin embargo, el retroceso de la policía a la primera señal de que no todo está bien, que la gente podría no ser realmente de su lado, que la protección que han alcanzado es más que una ilusión social. Policías sangran demasiado y es hora de que les recuerdan de ella. Esta semana, miles de personas en Nueva York no fueron agredidos y secuestrados a discreción de matones uniformados. Millones de personas en el botín se les negó el estado como resultado de propio miedo y el sentido de la propia importancia de sus agentes.

Tenga la seguridad de estas circunstancias no durarán. El alcalde y la policía, una vez más entrar en equilibrio, la realización de sus intereses de clase son mayores que los beneficios de las rencillas políticas. El sistema no consumirá plenamente en cualquier momento pronto. Depende de cada individuo New Yorker y cada individuo en cualquier ciudad ocupada todo el mundo para ver a través de las narraciones que les ofrece este sistema de poder. Cuando la retirada de la policía, estas narrativas están expuestos. Cuando la policía ya no están libres de las consecuencias de sus ocupaciones, cuando la violencia se cumple con la misma fuerza en lugar de timidez, cuando las personas se dan cuenta de sus comunidades son de su propia responsabilidad, el estado policial se retirarán.

Ryan Calhoun es un autor que contribuye en el Centro para una sociedad sin Estado ( c4ss.org ). 
Él es un estudiante de Filosofía y activista en la Universidad de Buffalo.
fuente
Traducción de Google.