24 oct 2015

Darwin no vive aquí

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Maqueta de la gigantesca ‘Arca de Noé’ para cuya construcción se llevan recaudados 29 millones de dólares. /Captura de vídeo de arkencounter (YouTube)


Hace unos días en EEUU una comisión científica del gobierno comenzó a estudiar la posibilidad de permitir la fecundación de óvulos con material genético modificado que permita la creación de bebés libres de enfermedades hereditarias. La noticia es especialmente impactante en una nación predispuesta a abrir la puerta a los bebés de diseño, pero incapaz de reconocer la teoría de la evolución.

En ningún país como en EEUU la ciencia y la religión han conseguido alcanzar ese grado de concubinato que permite compaginar sin pudor cientos de premios Nobel en medicina con la idea de que Darwin debe desaparecer de las escuelas. Tampoco en ninguna otra nación ha sido posible la creación de un Museo que defienda que los humanos y los dinosaurios vivieron  juntos, o incluso la apertura de un parque temático centrado en el martirio de Jesús.

Holy Land, en el estado de Florida, es ese cielo de polispam al que millones de cristianos acuden todos los años atraídos por la promesa de vivir la Biblia en formato IMAX 3D. Una especie de DisneyWorld para mártires que vende bendiciones de plástico y que permite masticar una hamburguesa en el Monte del Calvario, lejos de las penalidades de la Judea milenaria, pero cerca de ese personal Jesús en el que muchos evangelistas suelen encontrar al final su redención.

Es precisamente en esa fé evangélica, que promueve la espiritualidad customizada, en la que hay que entender el empeño que tienen algunos políticos por sacar a la ciencia de los colegios. En muchas escuelas de EEUU los padres ya pueden decidir si quieren que sus hijos reciban o no educación sexual, o si prefieren que los retoños no pasen por el apuro de disecar una rana. Sin embargo, ningún estado hasta ahora se había atrevido a proponer lo que propuso el mes pasado un senador republicano de Missouri, dispuesto a dejar que los padres saquen a sus hijos de la clases de ciencias si al maestro se le ocurre hablar de la evolución.

Lo cierto es que la rabieta con el padre del evolucionismo le viene a los fanáticos estadounidenses desde hace más de 80 años cuando un profesor de Missouri, llamado John T Scoopes, se atrevió a llevar a juicio al Estado después de que le impedieran enseñar la selección natural en las aulas. Casi un siglo después el acoso al darwinismo sigue vigente en el país de las libertades, curiosamente cada vez más preso de su propia intolerancia.

El año pasado, una iniciativa para que las escuelas enseñarán en Missouri que el creacionismo es lo mismo que el darwinismo fue tumbada a última hora, aunque logró ser sometida a votación en el Congreso estatal. En los próximos meses se espera que comience la construcción de un proyecto que pretende recrear el Arca de Noé a tamaño natural, y para cuya construcción se han recaudado ya más de 29 millones de dólares.

El director de la iniciativa, que quiere reivindicar así el carácter histórico del Arca, protagonizó hace unos meses un encendido debate con un reconocido divulgador científico sobre los orígenes de la humanidad.  El debate, que no consiguió cambiar el pensamiento de los más radicales, sí hizo posible que el empresario recaudara más dinero para su Arca, en la que por cierto piensa meter también dos animales de cada especie, incluido el ser humano.

Por TATIANA LÓPEZ 
Publicado: 28/2/2014
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