20 oct 2014

¿Por qué los escándalos de CatalunyaCaixa y Novagalicia no tienen tanta repercusión como el de las tarjetas ‘B’ de Caja Madrid?



"Quizá no lo sepa, amable lector, pero el pasado viernes, el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancario (FROB) anunció públicamente que había remitido ante la Fiscalía Anticorrupción para que las investigara un total de 23 operaciones consideradas sospechosas por los responsables de las auditorías internas llevadas a cabo en CatalunyaCaixa y Novagalicia, las otras dos mayores entidades nacionalizadas, al margen de Bankia.  sistema financiero español
Pese a que el montante de estas supuestas irregularidades (1.500 millones de euros frente a 15,5 millones) y la gravedad de las mismas (un agujero así sí que podría explicar la falta de solvencia de una entidad) es muy superior en el caso de las entidades gallega y catalana, la atención mediática que está recibiendo el caso de las tarjetas presuntamente irregulares que manejaron hasta 86 directivos, consejeros y ejecutivos de Caja Madrid y Bankia es infinitamente superior. De hecho, en el primer caso apenas ha habido investigación posterior al anuncio del FROB. Huelga decir lo que llevamos viendo desde que saltara la noticia de las tarjetas. No deja de llamarme la atención la enorme diferencia de atención mediática de dos casos con tantos paralelismos.

Bankia sola era más del doble de grande que CX y NCG juntas, y sin embargo el supuesto agujero era cien más grande en estas dos últimas. En términos estríctamente matemáticos, la cuantía de lo investigado en la entidad con sede madrileña es ridícula en comparación con las otras dos.

¿Por qué los medios, la opinión pública, la ciudadanía y los partidos se están fijando en las tarjetas de Caja Madrid y no en los 23 casos de créditos y refinanciaciones concedidos, presuntamente, de forma tal que perjudicaron gravemente la situación de solvencia de dos entidades tan importantes en Cataluña y Galicia? No tengo ni idea, pero se me ocurren algunas hipótesis, que no son excluyentes entre sí:

1) El de las tarjetas es un caso fácil de entender y paradigmático: Unos señores incompetentes e inmorales que se dedicaban a derrochar el dinero de los preferentistas con unas tarjetas opacas para Hacienda. Una historia de malvados y de víctimas (los preferentistas, que la verdad poco tienen que ver en este asunto). Tan maniqueo en ocasiones como fácil de entender incluso para aquellos que menos información consumen, el relato del escándalo de las tarjetas ‘B’ ha suscitado una enorme atención creo que precisamente por esto. Hablas del gasto en lencería de tal, o del consumo en restaurantes de lujo de cual, y así rellenas horas de radio, de televisión y decenas de páginas de prensa. Sin embargo, en el caso de las operaciones irregulares de las otras dos cajas, la idea-fuerza de los malos malosos no funciona tan bien: Hay que hablar de créditos, de refinanciaciones, de garantías… vamos, un rollo.

2) Mucha más información pública para las tarjetas: En el caso de las cajas gallega y catalana, el propio FROB ha renunciado (al menos conmigo, que lo he solicitado) a detallar las operaciones que están bajo sospecha. Casi nula transparencia. Nada que ver con el caso de las tarjetas, en las que en apenas unas horas (desde que Íñigo de Barrón publicó la primicia en El País) toda la prensa española disponía de cada uno de los movimientos realizados con las tarjetas de cada uno de los 86 altos cargos de la antigua caja madrileña. ¿Por qué no hay interés en que la opinión pública conozca en detalle estas operaciones? ¿El secreto judicial es solo para algunos? ¿Y la presunción de inocencia?

3) El PP, Blesa, Rato y la guerra política: ¿Por qué hay menos atención mediática respecto a los 900 millones de posible agujero provocado en CatalunyaCaixa, proporcionalmente mucho más relevante que los gastos más o menos criticables éticamente en Caja Madrid? ¿Será acaso que no todo este revuelo tiene que ver con la exigencia pura de responsabilidades? En efecto, sospecho que con este caso se quiere también hacer una gran campaña de márketing (es la primera vez que todo el espectro mediático español, desde La Razón hasta Eldiario.es en el que se coincide en un mismo tratamiento informativo para un mismo acontecimiento), una suerte de quema de brujas con la que culpar a un grupo de gestores y poder hacer borrón y cuenta nueva con el sistema financiero español. Vamos, que todo se resumía en unos señores avariciosos que a cambio de un buen dinero dejaron de cumplir con su labor, que era dirigir y administrar correctamente una gran caja. Pero es que esa no es la historia. Al menos, como mínimo, no es toda la historia, según lo veo yo. En cambio, este relato sirve, para unos, para presentarse como íntegros luchadores contra la corrupción; a otros el hecho les vale para cargar contra el PP, que era quien controlaba la caja. Pero al PP le vale también ya que, mientras carga contra Rato y Blesa, también le arrea a todos los partidos y formaciones que tenían representación en la entidad, ya que también participaron de la fiesta. Casi todos pierden, pero a la vez la ocasión les permite anotarse algunos tantos (por ejemplo, Pedro Sánchez echando del partido a todos los relacionados con el caso).

Como suelo repetir más de lo que me gustaría, no soy partidario de los juicios paralelos ni sumarísimos, ni de los sesgos retrospectivos, ni de las explicaciones totalizadoras fáciles. Espero de los medios que seamos capaces de explicar la crisis y la crisis del sector financiero de forma veraz, de forma que sirva para no repetir los verdaderos errores del pasado. Se trata de acertar con el diagnóstico de los verdaderos problemas, del incorrecto diseño institucional y de incentivos que se creó en España. No se trata de buscar culpables, como van diciendo algunos periodistas metidos a justicieros por ahí…

por Nicolás M. Sarriés
20 octubre 2014
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